Mujeres
“Si no eres Ken no pidas Barbie”: Isabella Santo Domingo cuestiona en su nuevo libro las presiones que aún viven las mujeres
Isabella Santo Domingo regresó con Revivamos nuestra histeria, un libro que cuenta en clave de humor la historia de las mujeres. Páginas en las que celebra la menopausia y la igualdad entre ellos y ellas.
Isabella Santo Domingo deseaba regresar este año al mundo editorial. Su primer impulso la hizo pensar en escribir un libro a propósito de los casi 20 años de publicación de su best seller Los caballeros las prefieren brutas, que incluso acabó convertido en una exitosa serie de televisión.
Pero en el mundo pasaban cosas: una pandemia que la llevó a entender que era mucho lo que la unía a su hija millennial, a pesar de ser de dos generaciones distintas. Que los feminicidios se incrementaron en medio de ese encierro obligado. Que en Estados Unidos la Corte Suprema decidía derribar una de las mayores conquistas de las mujeres en siglos: la ley Roe vs. Wade, que les permitía la interrupción de su embarazo.
“Entonces entendí que no quería escribir otro libro sobre relaciones de pareja, sino uno que rindiera homenaje a mi género y me dediqué un año entero a investigar”, dice Isabella.
El resultado es Revivamos nuestra histeria, un relato en clave de humor sobre la historia de las mujeres. Y por estas páginas transcurren revelaciones sorprendentes: en la época victoriana, los médicos diagnosticaban cualquier síntoma de las mujeres como histeria. En la antigua Grecia se creía que el útero era causante de enfermedades como la demencia. O que el primer vibrador de la historia tenía fines terapéuticos tan probados que se consideraba que el orgasmo podía curar la histeria.
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Isabella prefiere definirlo como un homenaje a la igualdad. De eso conversó con SEMANA.
SEMANA: ¿Por qué ha sido tan difícil que se entienda la hermosa complejidad de las mujeres?
Isabella Santo Domingo: Soy feminista, no una radical, pero creo que el patriarcado no solo ha afectado a las mujeres, sino a los hombres también. Les ha suprimido su derecho a expresar lo que sienten. Y me parece que eso ha generado resentimiento contra el género femenino. Tengo una relación muy bonita con Dios, soy creyente, pero no creo que se deba utilizar la religión para cometer atrocidades. Que nos digan que Eva salió de una costilla equivale a decir que les pertenecemos a los hombres. Y han sido ellos los que en su mayoría han escrito la historia de las mujeres. Y es frustrante ver cómo en algunas culturas ha habido retrocesos. En el antiguo Egipto, las mujeres se podían divorciar, estudiar, ser faraonas. Hoy día, ese país tiene los peores registros de derechos de mujeres y existen cosas como la ablación. Aún muchos siguen creyendo que las mujeres somos un útero que hay que reproducir, como en la serie The Handmaid’s Tale. Entonces la idea de este libro es que leamos con humor nuestra historia para que todas esas atrocidades no se repitan.
SEMANA: El hilo de este libro es una palabra con la que se suele atacar a las mujeres: la histeria. Con esta se suele ‘explicar’ muchas situaciones del universo femenino...
I.S.: Tristemente, es un insulto que usan por igual hombres y mujeres. Y ya quisiera ver a un hombre sangrando varios días y con un tampón dentro a ver si no se pone histérico. Con mi investigación descubrí que se asocia con la histerectomía (remoción del útero), ese es su origen. E histérico tiene una connotación negativa: loca, ridícula, exaltada. Y en la antigua Grecia los filósofos llamaban hystera al útero. Y con eso descubrí que desde tiempos antiguos ha existido una gran ignorancia sobre las mujeres. La histeria en algunas culturas era considerada una plaga asociada a las mujeres. Y como las mujeres no teníamos acceso a la educación y a estudiar medicina, quienes nos diagnostican erradamente eran los hombres. Otras culturas pensaban que el útero era un animal que debía estar fecundado. Una mujer menopáusica en la época victoriana la hubieran exorcizado, y lo peor es que aún la quieren exorcizar.
SEMANA: Usted se lamenta de que ya pasó el umbral de los 50 años y, sin embargo, nada ha cambiado...
I.S.: Aún nos siguen estigmatizando. Una mujer en la menopausia no se atreve a hablar de sus calores, de sus cambios hormonales y a muchas sus propios maridos no las entienden. Cambiemos esa connotación y hablemos de ‘menos pausa’. Porque una mujer después de los 50 es cuando más quiere vivir. Ya los hijos están grandes, le importa cinco si el marido le para bolas o no. Ya no ve a sus amigas como enemigas, porque no está compitiendo por atención de los hombres y el trabajo perfecto. La ‘menos pausa’ es hoy la edad más maravillosa de la mujer. No ves muy bien de cerca, pero sí ves muy bien a los pendejos.
SEMANA: En este libro usted hace un mea culpa en el sentido de que las mujeres también han perpetuado el machismo. ¿Qué ha fallado?
I.S.: Es miedo al cambio y a veces los cambios generan violencia. En Estados Unidos, donde viví siete años, una forma de violentar a la mujer fue despojarla de sus derechos reproductivos, inclusive cuando es víctima de una violación; pero es que esto ocurre en un país donde las mujeres no tienen afán de casarse y tener hijos, como sí ocurre entre las latinoamericanas, por ejemplo. Pero, ¿por qué quitarles a las mujeres el derecho sobre su propia salud?
SEMANA: “Si no eres Ken, no pidas Barbie” se lee en el libro y eso lleva a pensar en esa enorme presión que existe sobre la belleza y la edad de las mujeres. ¿Por qué se sataniza tanto el que una mujer envejezca?
I.S.: Es una de esas ideas con las que nos criaron desde niñas. Vernos siempre perfectas para que no nos deje el marido. Porque, eso sí, teníamos que casarnos para sentirnos realizadas. Nos enseñaron que de la menstruación no se hablaba, pero todos tenemos que asumirlo, hombres y mujeres. Cuando un hombre sangra después de una pelea, es motivo de valentía. Pero si una mujer sangra, es motivo de vergüenza. Basta ya de eso. Enseñémosles a los hombres a comprar una toalla o un tampón. Que si manchamos la cama es normal. No se debe ser motivo de vergüenza. Si hacemos eso, les quitamos las armas y ya no tendrán por qué burlarse de nosotras.
SEMANA: Usted desmitifica personajes como Frida Kahlo, a quien por años se le consideró símbolo del feminismo...
I.S.: Qué descaro. Diego Rivera, muy talentoso y todo, pero era machista y la hizo sufrir. Validamos un montón de cosas del universo masculino: que el hombre no se cuide, pero eso no importa si tiene plata. Y una mujer, matándose en un gimnasio para que no le pongan cuernos, cuando igual se los van a terminar poniendo.
SEMANA: ¿Nunca le hizo falta casarse?
I.S.: No lo hice y menos mal. Creo que eso me hubiera cortado mucho las alas y no hubiera logrado todos los proyectos que he emprendido en la vida. Y no es que no crea en el matrimonio. Celebro por igual las parejas que se casan, pero también las que se separan porque entendieron que no podían estar en una relación que no las hacía felices.
SEMANA: ¿Qué tan cierto es que las mujeres somos enemigas de las propias mujeres?
I.S.: Creo que se debe a la idea que nos vendieron de que las mujeres, para poder lograr bienestar y privilegios, debían casarse. Por eso muchas compiten por llamar la atención de los hombres. Tenemos que lograr la gracia de que un hombre se fijara en nosotras, porque por nuestros medios no se podía. Me da rabia cuando se dice que la prostitución es la forma más antigua de trabajo del mundo, cuando en realidad era la única forma de subsistir de miles de mujeres.