Vida Moderna
Siete métodos para oxigenar el cerebro de manera natural
Algunos productos son asociados con la salud cerebral, sin embargo, antes de acudir a cualquier tratamiento es recomendable consultar con un médico especialista.
De acuerdo con MedlinePlus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el cerebro es el “centro de control del cuerpo”. En ese sentido, este órgano centraliza la actividad del sistema nervioso y controla los pensamientos, la memoria, el habla y los movimientos.
Un cerebro sano funciona de manera rápida y automática, sin embargo, la aparición de ciertos problemas puede derivar en afecciones de gravedad. Por ejemplo, la inflamación de este órgano puede conducir a efectos como pérdida de la vista, debilidad e incluso parálisis. La pérdida de células cerebrales, que ocurre cuando se sufre un derrame cerebral, afecta la capacidad de pensar con claridad. Por su parte, los tumores cerebrales también pueden presionar algunos nervios y afectar la función cerebral.
Teniendo en cuenta la variedad de factores que pueden afectar la función cerebral, es recomendable acudir a un especialista médico para estudiar a detalle la condición de cada persona, así como el tratamiento adecuado. Además, según el portal Mejor con salud, algunos hábitos pueden influir positivamente en la salud del cerebro: realizar actividad física de manera regular, llevar una dieta saludable y atender oportunamente a los factores de riesgo, por ejemplo.
Sobre la relación entre los hábitos alimenticios y la salud del cerebro, el portal citado menciona que un alto consumo de ácidos grasos omega 3 puede ser vinculado como apoyo para distintos procesos cognitivos en seres humanos. Además, es asociado con la prevención del deterioro cerebral.
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- Nueces: Según reseña Helthline, este fruto contiene ácidos grasos esenciales omega 3 y vitamina E, los cuales ayudan a fortalecer el cerebro. Además, contiene fitoquímicos que brindan beneficios potenciales a la salud del cerebro.
- Ginkgo Biloba: Aunque se trata de un producto natural que no es aprobado como tratamiento de los problemas cerebrales, se le atribuyen beneficios contra el deterioro cognitivo y problemas de memoria. De hecho, según una publicación de Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, citada por Mejor con salud, el extracto de Ginkgo Biloba puede contribuir a una mejora de los síntomas del deterioro cognitivo asociado a la edad.
- Centella asiática: Esta planta originaria de Asia también es conocida como gotu kola o brahm. Sobre sus efectos en la salud cerebral, ha sido utilizada tradicionalmente para favorecer la memoria, sin embargo, al ser un remedio natural como el Ginkgo Biloba, es importante consultar con un experto antes de vincularla como tratamiento.
- Polen: Según un artículo publicado en Journal of Molecular Neuroscience, el polen de abeja puede contribuir a combatir el estrés oxidativo, la muerte neuronal y otros factores asociados a trastornos neurológicos. Vale señalar que dicho estudio se realizó en animales y, al ser un agente común en reacciones alérgicas en algunos seres humanos, no se recomienda su uso sin consultarlo previamente con un médico.
- Romero: Mejor con salud anota que los extractos de romero contribuyen a mejorar la cognición, además, ayudan a mejorar la memoria.
- Menta: Esta planta medicinal aromática posee propiedades que son aplicadas en la medicina alternativa. Según señala un artículo publicado en la revista Nutrients, la menta produce un estímulo que se logra gracias al mentol, el cual se usa para aliviar la picazón y tratar problemas de las vías respiratorias superiores. De esta manera, la menta podría ayudar mitigar la fatiga del cerebro.
- Maca: se trata de una planta nativa de Perú, también llamada maca-maca o maino. Según un estudio publicado en Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, se encontró que la maca tiene efectos neuroprotectores que contribuyen a mejoran las funciones cognitivas, la coordinación motora y la capacidad de resistencia. Sin embargo, la investigación citada se hizo en roedores, por lo que la evidencia para humanos aún es insuficiente.