SALUD

El alzhéimer no es una enfermedad de locos

Este 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del alzheimer, una enfermedad incurable e irreversible que afecta no sólo a los ancianos, sino a sus familias y cuidadores.

21 de septiembre de 2016
| Foto: Pixabay

El Alzheimer es la forma de demencia más común. Se trata de una enfermedad degenerativa e incurable que destruye las células del cerebro en forma lenta y progresiva. Afecta en especial a los mayores de 65 años, aunque su diagnóstico se está haciendo cada vez más temprano. Se ha convertido en una enfermedad tabú porque, en muchos casos, no se entiende como una afectación neurológica, sino que sus síntomas se asocian con un proceso normal de la vejez o incluso con la locura.

La geriatra María Lucía Zamudio, miembro de la junta directiva de Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría, explica que cuando se presenta esta enfermedad, la funcionalidad de las capacidades cognitivas se altera. “La persona ve afectado su sentido de orientación, se le dificulta realizar funciones ejecutivas de organización o planeación, se ve comprometido el dominio cognitivo de la memoria, el lenguaje y la capacidad para moverse o hacer actividades”.

Como lo que más afecta es la pérdida de memoria y desubicación, el Alzheimer resulta incapacitante y el paciente requiere un acompañamiento permanente de un cuidador. “Estas personas pierden la independencia pues tienen dificultad para desempeñar tareas habituales de la casa y su juicio se ve alterado. Empiezan a tomar decisiones inadecuadas, descuidar su imagen personal”, explica Zamudio y añade que “son personas que se pierden con facilidad porque suelen presentar desorientación en el tiempo y espacio”.

Otros signos de alarma para tener en cuenta pueden ser los cambios fuertes en la personalidad y de memoria que afectan la vida cotidiana. Apatía para relacionarse con otros, asistir a eventos sociales y pérdida de interés por sus pasiones. Además, su lenguaje también se ve comprometido, olvidan palabras o invierten sílabas.

Para manejar esta enfermedad se usan comúnmente dos tipos de tratamiento. Por un lado está el farmacológico, donde por medio de medicamentos antidemenciales se intenta disminuir el avance de la enfermedad. “El otro grupo son los tratamientos no farmacológicos, en donde lo importante es usar la estimulación para mantener las capacidades del paciente”, explica Zamudio. La musicoterapia o la terapia de reminiscencia, son buenos ejemplos de estimulantes.

Es importante mantener una buena reserva cognitiva que permita hacerle pulso a la enfermedad. Es por esto que personas con una buena educación, alta interacción social, quienes llevan hábitos alimenticios adecuados, leen y hacen suficiente actividad física tienen más herramientas para evitar o para luchar contra el Alzheimer.

Por otro lado, los expertos recomiendan a los ancianos plantearse nuevos retos, es decir, que se aprendan nuevas ocupaciones o se encuentren hobbies. “Es importante que los pensionados eviten quedarse en la casa sin hacer nada, que busquen actividades para mantener activa la mente y la salud cognitiva”, complementa Zamudio.

Mientras tanto, la evidencia sugiere que el ejercicio regular es el principal factor que podría ayudar a evitar la demencia. Y, una dieta rica en pescado, nueces, semillas, verduras, frutas, granos e incluso pequeñas cantidades de vino tinto, podría ayudar a prevenir esta enfermedad incapacitante.

El Alzheimer no afecta solo al paciente, sino a su entorno. Por eso, la recomendación para los cuidadores es que se informen bien sobre la enfermedad y recibir apoyo de acuerdo al progreso de esta. “Es importante que el cuidador se autocuide para que el manejo de la enfermedad de ese anciano que tiene a cargo sea más fácil”, concluye Zamudio.

Con miras al futuro, la Universidad de Oxford adelanta una investigación que se basa en poner biomarcadores para detectar muy temprano el riesgo que una persona tendría de padecer de Alzheimer. Aseguran que así se podrían descubrir cambios en el cerebro de 10 a 20 años antes de que aparezca la enfermedad. Si logran identificar esos biomarcadores más fácil, se abre la posibilidad de desarrollar medicamentos para tratar la enfermedad a tiempo.