SALUD
Soda, agua carbonatada o agua con gas: ¿cómo y cuándo tomarlas para bajar de peso?
Hay diferencias claras entre el agua carbonatada y el agua con gas.
Bajar de peso es una de las metas que más se trazan las personas. Si bien por años adelgazar había sido considerado un motivo netamente estético, es preciso decir que no solo le atañe a la vanidad, sino también a la salud. La obesidad y el sobrepeso pueden acarrear un sinnúmero de consecuencias para el organismo, de ahí la importancia de tener el peso en los rangos estimados por la ciencia.
La obesidad es una enfermedad compleja que consiste en tener una cantidad excesiva de grasa corporal. Este problema médico aumenta el riesgo de padecer enfermedades tales como la diabetes, la presión arterial alta, la enfermedad cardiaca y algunos tipos de cáncer, entre otros.
De acuerdo con la entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la obesidad se diagnostica cuando el índice de masa corporal (IMC) es igual o mayor que 30. Para poder determinar el Índice de Masa Corporal, la persona debe dividir su peso en kilogramos por su altura en metros cuadrados y multiplicarlo por 703.
Añade que para la mayoría de las personas, el IMC brinda un cálculo aproximado de la grasa corporal. Sin embargo, “el IMC no mide directamente la grasa corporal, por lo que algunas personas, como los atletas musculosos, pueden tener un IMC en la categoría de obesidad aunque no tengan exceso de grasa corporal”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que “la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas”. De este modo, indica que a nivel mundial ha ocurrido lo siguiente:
- Un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa.
- Un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.
La OMS describe que los cambios en los hábitos alimentarios y de actividad física son consecuencia de “cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud; la agricultura; el transporte; la planificación urbana; el medio ambiente; el procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y la educación”. Del mismo modo, el entorno también influye en el aumento de peso, hay una probabilidad mayor a sufrir de obesidad si se tienen amigos o familiares obesos.
En concreto, el tipo de alimentos que consumen las personas, el sedentarismo o los factores hereditarios, son algunas de las causas más comunes que desarrollan esta enfermedad, las cuales pueden estar relacionadas entre sí como puede que no.
En consecuencia, limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares; aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos, y realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos) son algunas medidas tempranas que las personas pueden tomar para evitar el sobrepeso, o en su defecto, lograr bajar esos kilos de más, según la OMS.
Para bajar de peso hay que tener algo claro desde el comienzo: las dietas milagrosas existen, pero no sirven. En cambio, hay una serie de alimentos y bebidas naturales que pueden aporta un granito de arena para lograr este propósito, como es el caso de la soda –también conocida como agua carbonatada– y el agua con gas.
Hay diferencias claras entre el agua carbonatada y el agua con gas
Mientras que a la primera se le añaden sales de sodio o potasio, el agua con gas es agua mineral natural que se le agrega dióxido de carbono bajo presión.
En diálogo con la revista Vogue de España, la directora técnica y nutricionista del Centro Oxigen de Barcelona, Patricia Cuenca, explica que el agua con gas “es muy recomendable para facilitar las digestiones pesadas, pues estimula la secreción de los jugos gástricos; es bueno para la salud coronaria, ayuda a regular la presión arterial y el azúcar en sangre”, revela Patricia Cuenca.
De hecho, la experta señala que al beber agua con gas no solo se está ingiriendo agua, sino también gas, el cual tiene un efecto saciante en el organismo y no aporta calorías. De este modo, se convierte en una buena alternativa para ayudar a bajar de peso.
En el caso del agua carbonatada, el doctor George M. Wolverton, citado por el portal de nutrición y bienestar Salud180, afirma que un cuerpo alcalino se encarga de transformar la grasa en músculo y energía, mientras que un organismo ácido quema músculo y almacena grasa. En razón a lo anterior, incorporar la soda en la dieta puede contribuir en la disminución de esos kilos de más.
Los expertos recomiendan consumir tanto el agua con gas como la soda durante las comidas. Con dos vasos es suficiente. “Es importante tomar un total de 1,5 o 2 litros de agua al día. Para aquellas personas a las que les es imprescindible, les recomendaría que alternaran su consumo con agua no carbonatada, alrededor del 50 % sin gas y 50 % con gas, para así evitar el acúmulo de gases y su consiguiente hinchazón”, afirma Cuenca.
No se debe exceder en su consumo, pues también pueden provocar inconvenientes en las personas con algunas patologías. Al respecto, la directora técnica y nutricionista del Centro Oxigen de Barcelona advierte a Vogue que “no es recomendable su ingesta a aquellas personas que sufran de reflujo esofágico, hernia de hiato o aerofagia (acumulación de gases en el estómago), pues les puede producir malestar”.