Gato rayado gris con mano de mujer sobre un fondo marrón. Día mundial de las mascotas. Gato consentido.
Gatos | Foto: Getty Images/iStockphoto

Mascotas

¿Son los gatos menos leales que los perros? Esto dice un estudio

Las capacidades de evaluación social de los gatos hacen que estos, en algunas circunstancias, actúen de modo distante con sus dueños.

14 de julio de 2021

Desde siempre ha existido el debate sobre si en definitiva el perro es el mejor amigo del hombre, o si en ese especial reconocimiento también hay lugar para los gatos, animales de compañía que también hacen parte de los preferidos en el mundo.

Sin embargo, de acuerdo con un reciente estudio, los tiernos felinos, a diferencia de los perros, no evitan a las personas que se comportan de manera negativa con sus dueños, conclusión que no sugiere necesariamente que sean desleales.

La investigación publicada en la edición de febrero de la revista Animal Behavior and Cognition indica que las capacidades de evaluación social de los gatos no es tan orientada como la de los perros, motivo por el que no logran entender cuando otra persona no está siendo amable con sus dueños.

En el estudio, un grupo de investigadores de la Universidad de Kyoto en Japón, mediante la misma técnica utilizada previamente con perros, buscaron validar el comportamiento de un grupo de 36 gatos domésticos frente a sus dueños y con ello definir si, al igual que los caninos, actuaban de manera particular con terceros, en función de las interacciones de los mismos con su dueño.

Para comprobarlo, los expertos, con ayuda de dos grupos de personas (ayudantes y no ayudantes), montaron una escena en la que los gatos vieron cómo su dueño intentó sin éxito abrir un recipiente transparente para sacar un objeto, motivo por el que luego pidió ayuda a una persona sentada cerca.

El participante en condición de ‘ayudante’, es decir, el que actuó como amigo, ayudó al propietario a abrir el contenedor, mientras que el actor en la condición de ‘no ayudante’, quien sería un enemigo, se negó a ayudar al dueño de la mascota, y, en cambio, se dio la vuelta.

A su vez, una tercera persona externa, quien sería un actor pasivo o neutral, también se sentó al otro lado del propietario durante ambas condiciones, solo siendo un observador, es decir, ni ayudó ni se negó a hacerlo.

Después de la interacción, los investigadores hicieron que quien actuó como ‘enemigo’ y la persona neutral ofrecieran cada uno un trozo de comida al gato, para registrar de qué persona recibía la comida. Fue allí donde evidenciaron que los gatos, luego de completar cuatro ensayos con los parámetros anteriormente señalados, no mostraron ni preferencia por el ayudante ni evitación del no ayudante o el imparcial, es decir, les recibieron comida a todos los actores sin importar cómo se comportaron con su dueño.

El resultado fue claro para definir que, en efecto, los gatos sí se diferencian en este aspecto social con los perros, dado que estos últimos en el mismo experimento sí evitaron a las personas que se negaron a ayudar a sus dueños.

“Consideramos que los gatos pueden no poseer las mismas capacidades de evaluación social que los perros, al menos en esta situación, porque a diferencia de estos últimos, no han sido selectivos para cooperar con los humanos”, señalaron los autores, indicando que “es concebible que los gatos de este estudio no entendieran el significado o el objetivo del comportamiento de los dueños”.

“Ningún estudio ha investigado si los gatos pueden reconocer los objetivos o intenciones de los demás a partir de sus acciones. Pero incluso si entendieran el objetivo o la intención del propietario, es posible que no hubieran podido detectar la intención negativa del actor que no ayudó”, resaltaron, con el propósito de señalar que no se trata de que sean menos leales, sino que es posible que no hubieran notado si los terceros ayudaron a o no a su dueño.

Al respecto, Ali Boyle, investigador del proyecto Kinds of Intelligence de la Universidad de Cambridge, en diálogo con The Conversation y quien no participó en este estudio, indicó que señalar a los gatos como egoístas por los resultados de este análisis sería un “sesgo antropomórfico”, teniendo en cuenta que los mismos no son “pequeños humanos peludos”, sino “criaturas con sus propias formas de pensar distintivas”.

“Es más probable que los gatos no comprendan nuestras relaciones sociales tanto como los perros, porque los perros fueron domesticados mucho antes, señaló.