EDUCACIÓN
¿Vale la pena dejarles tareas a los estudiantes de los colegios?
Países desarrollados como Finlandia las dejaron atrás hace años, pero en Colombia sigue la polémica por su utilidad. Mientras tanto, para algunos padres e hijos, los deberes son una pesadilla familiar.
En abril de 2015, una carta de una madre antioqueña llegó al Ministerio de educación. “Les escribo para solicitar su ayuda, me siento agobiada con las tareas que hacen excesivas las jornadas de estudio de mis hijos. Supongo que este es el caso de muchos otros niños de colegios privados interesados en obtener calificación excelente a cualquier costo”. La cartera de educación respondió que cada institución tiene autonomía para ejecutar su plan de estudios. Pero en el fondo, la mujer tenía algo de razón: cada vez más padres que ven las tareas como una pesadilla.
Para no ir muy lejos, está el caso de Angélica Raigoso, madre de un joven de 12 años. “Es insólito que mi hijo pase entre dos o tres horas haciendo trabajos en casa. A veces llega tan cansado que terminamos peleando porque no quiere hacerlas”, dice. Algo similar ocurre en la familia de Carlos Fonseca, un diseñador que asegura que hace poco se unió con varios padres del colegio de su hija para pedir que redujeran la carga extraescolar. “Las tareas no dejan compartir el poco tiempo que tenemos el fin de semana”, explica.
Para pedagogos e investigadores en educación, como el psicoanalista Guillermo Carvajal, el descontento también es evidente. “Veo todos los días niños llorando en mis consultas porque los obligan a hacer las tareas. Es un maltrato terrible, el problema es que no hemos entendido que hoy los niños son diferentes. Con ellos, ya no funciona el modelo de educación hay que ser obediente y memorizar. El mundo ha cambiado”, dice.
Tareas escolares: posturas encontradas
En los últimos años, el movimiento “antitarea” ha tomado fuerza en el mundo, y está fundamentado en casos de éxito como el de Finlandia, que demuestran que el trabajo en casa tiene un impacto mínimo en el aprendizaje en general. El país nórdico tiene uno de los mejores resultados en los informes PISA y los datos de fracaso escolar son muy bajos.
Laura Charry, economista y madre de dos niñas, prefiere mejor que ellas “inviertan su tiempo de ocio leyendo y resolviendo problemas, que perdiéndolo en el celular”.
Sorprendentemente, los niños hacen los deberes en el colegio y en casa solo deben divertirse y jugar. Además, estudios como el del Brookings Institution y Rand Corporation en 2013, han mostrado que la sobrecarga de tareas en los grados bajos está asociada a efectos neutrales (y a veces negativos) en el rendimiento de los estudiantes.
Sin embargo, la postura no está libre de controversia. Para pedagogos como Julián de Zubiría, rector del Instituto Merani en Bogotá, las tareas son necesarias. “La pelea es porque sean pertinentes y adecuadas. Tienen que reinventarse”, explica. Incluso muchos padres están a favor. Laura Charry, economista y madre de dos niñas, prefiere mejor que ellas “inviertan su tiempo de ocio leyendo y resolviendo problemas, que perdiéndolo en el celular”.
Nadie niega lo maravilloso de pensar en la excelencia académica, como planteó la madre antioqueña en su carta. Pero la educación no puede desatender otras actividades necesarias como hacer deporte, jugar, crear vínculos familiares o desarrollar actividades sociales que enseñen a los niños a llevar una vida balanceada y con menos estrés.
Por ahora, en países desarrollados han entendido que la tarea tradicional está obsoleta, mientras en Colombia apenas algunos colegios empiezan a asumir el tema. Expertos como Carvajal dicen que, ante la evidencia, habría que solucionar el problema de tajo. Para él “una simple ley que las prohíba y de paso acabe con las notas, los exámenes y la pérdida de año, como ya lo hizo Australia”, les ahorraría a padres, hijos y maestros muchos dolores de cabeza.