VIDA MODERNA
Técnica del semáforo: ¿qué es y cómo aplicarla para regular las emociones?
Esta guía práctica puede ser de ayuda para el bienestar mental.
¿Cuántas veces se ha visto reaccionar de manera agresiva a alguien ante la frustración? Es una respuesta más común de lo que se cree y obedece a la forma en la que el cerebro recibe la información, lo que hace que se ponga en ‘modo defensa’ ante la advertencia de un peligro o amenaza.
Si bien se trata de una actitud que tiene en lugar en el órgano comandante del ser humano, también es cierto que a lo largo de la vida se puede aprender cómo controlarla, para así saber reaccionar ante condiciones que desencadenan la ira, el estrés, la ansiedad o la tristeza, sin que eso implique poner la integridad propia o la de los demás en riesgo.
En los distintos escenarios en los que interactúan las personas en su cotidianidad, estas van adquiriendo herramientas para relacionarse con sus semejantes. Es así como se aprende a actuar asertivamente ante las críticas en el lugar de trabajo o en el estudio, más allá de extender la situación conflictiva.
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Pero en momentos de alta tensión, puede que se olvide lo aprendido, haciendo que manejar las emociones parezca una tarea imposible. En ese sentido, los expertos han diseñado estrategias sencillas de recordar y aplicar para comprender la circunstancia que interrumpe la tranquilidad y de esta manera tratar de volver al estado emocional en el que se puede resolver adecuadamente el problema.
Una de estas es la técnica del semáforo, que se caracteriza principalmente por llevar el nombre de un dispositivo que es bien conocido por el grueso de la población y con el que se familiarizan incluso desde la niñez.
Originalmente, esta táctica está orientada para los niños pequeños, debido a que permite comprender de una forma más fácil el entorno, identificar las emociones y detenerse antes de actuar. Esta práctica se ha recomendado, sobre todo, para enseñarles a los pequeños a solucionar los conflictos con sus compañeros o familiares coetáneos, como explican desde Mejor con Salud.
Pero así como tantas otras lecciones que se aprenden en la infancia, la técnica del semáforo puede ser uno de esos conocimientos para aplicar en la vida adulta y a los que se les puede sacar provecho con facilidad.
¿Cómo implementar la técnica del semáforo?
Como su nombre lo indica, esta estrategia básicamente se alinea a las reglas con las que funciona un semáforo para controlar la movilidad en las ciudades. Esto es: el color rojo señala que hay que detenerse; el amarillo, que hay que prepararse para continuar; y uno más, el verde, el cual da luz para avanzar.
La Fundación Universitaria Konrad Lorenz y el Centro de Psicología Clínica explican cómo funciona este modelo. Lo primero es frenar, es decir, ubicar el semáforo en rojo; esto implica no reaccionar instintivamente, sino más bien no hacer ninguna acción.
Una vez el vehículo está quieto, se prepara hasta que cambie el color. En ese estado, el semáforo se encuentra en amarillo y, en el caso de las emociones, es el momento preciso para reflexionar acerca de lo sucedido, comprender qué originó el problema y a partir de allí resolverlo.
Con esas ideas en mente, se avanza cuando el semáforo por fin se ponga en verde, pues es el momento de actuar y tratar de llevar a cabo la solución que se encontró anteriormente.
En términos generales, esta técnica lo que exige es la reflexión y la comprensión acerca de la emoción, para así poderlas gestionar como es debido, tal cual lo explica la psicóloga Laura Gracia Crespo desde su blog Espacio, Mente y Salud. Por su simplicidad y fácil recordación, esta puede ser de gran ayuda también para los adultos.
Ante cualquier afección que altere la salud mental, se aconseja acudir ante un profesional para recibir la guía correcta, de acuerdo con cada caso particular.