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¿Tener sexo cinco veces al día?: cuando el deseo sexual deja de ser normal y se convierte en una obsesión

“Tener sexo cinco veces al día no era suficiente”, cuenta un hombre que perdió su matrimonio y su carrera por la adicción al sexo. Expertos explican los síntomas y cómo tratarla.

22 de octubre de 2022
| Foto: getty images

A Carlos Andrés no le gusta hablar del pasado. Diez años atrás, parecía llevar una vida normal y feliz, estaba casado, se estrenaba como papá de mellizos y disfrutaba de su ascenso como químico en una multinacional. Tenía 35 años.

Hoy su cotidianidad es bien distinta: completa tres años de psicoterapia, sufre de ansiedad, se separó tras varios intentos para salvar su matrimonio y aún busca la custodia compartida de sus hijos. Lleva seis meses en un nuevo trabajo, el tercero en la última década. De uno fue despedido, en el otro renunció. Se esfuerza por buscar palabras distintas para contar cómo su vida cambió tan radicalmente, pero no hay otra manera de nombrarlo: sufría de adicción al sexo.

Aquello lo sabría mucho después. “Mi despertar sexual lo viví con una empleada a los 13 años, lo hacíamos todo el tiempo, hasta que mi papá se dio cuenta y todo quedó en que eran calenturas de muchacho”.

Hace diez años, su adicción se salió de control. “Casi no me caso porque una amiga de mi ex le contó que salía con otras. Al final, me perdonó. Yo estaba enamorado, claro, y decía ‘ya es hora de sentar cabeza, la vida me dio una mujer maravillosa’. Pero no podía controlar el deseo; incluso me tentó la idea de probar con hombres. Tener sexo cinco veces al día no era suficiente”.

Adicción sin freno

La principal característica de esta adicción es que el deseo no se da por placer, sino por necesidad. En buena parte de los casos, “se manifiesta en la adolescencia con masturbación compulsiva, gusto por la pornografía y acceso a la prostitución. Sin saberlo, tiene un impulso sexual que no sabe controlar”, explica Martha Reyes, psicoterapeuta.

Se trata, dice, de una condición que no debe confundirse con deseo sexual elevado, normal en algunas personas. “En el caso del adicto, por más sexo que tenga, no se siente satisfecho y se descuida en su propia salud o su trabajo”.Reconocidas figuras como Michael Douglas, Tiger Woods, Charlie Sheen y Ozzy Osbourne confesaron su adicción y el costo personal.

Sexo
Quienes padecen adicción al sexo suelen tener baja autoestima o personalidades egocéntricas o narcisistas. | Foto: Getty Images

Para Carlos, el primer paso fue reconocer que algo estaba mal en su conducta. Y no fue fácil. Muchos no se atreven a revelar su doble vida, pues socialmente se ve como una perversión. “Vivimos en una sociedad machista que ha normalizado que los hombres sean mujeriegos. Yo creía que debía aprovechar la más mínima oportunidad”, recuerda este barranquillero.

Cuando finalmente acudió a la psicoterapeuta Reyes, supo que tenía un comportamiento compulsivo. “La persona que lo sufre incrementa su relación con el sexo a niveles que le impiden el desarrollo normal de su día a día, el sexo se convierte en prioridad”, explica la experta, que en el último año atendió a 133 pacientes, hombres en su mayoría.

Quienes la padecen suelen tener baja autoestima o personalidades egocéntricas o narcisistas. Y durante horas pueden pasarse imaginando, recordando o elucubrando fantasías sexuales. Por eso se compara con adicciones de drogas, juego y alcohol. La buena noticia es que en Colombia, donde se estima que entre el 1 y el 3 por ciento de la población sufre este problema, existen centros especializados en el manejo de tal adicción.

De hecho, hay grupos de apoyo como Sexólicos Anónimos –al que acudió Carlos Andrés–, en el que expertos los ayudan a encontrar el origen de su conducta: si es una respuesta a estados de ánimo relacionados con ansiedad, depresión, aburrimiento o irritabilidad.

También les permiten determinar si la intensidad de las fantasías o deseos sexuales provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social. Una vez se logra un diagnóstico, la clave es un tratamiento que incluye desintoxicación, deshabituación psicológica, cambio de estilo de vida y, claro, prevención de recaídas.