pandemia
Testimonios que evidencian por qué la variante ómicron no es tan inofensiva
Aunque algunos no sienten síntomas o son muy leves, para muchos tener covid ha sido más que una gripa. Así es hoy contagiarse con el virus.
En los dos últimos años, Julián Jerez, un arquitecto de 27 años, fue el ñoño de la covid en su casa. Promovía que nadie saliera, que usaran tapabocas, se lavaba las manos a toda hora y limpiaba lo que tocaba con alcohol. Pensaba que, mientras su familia y él no estuvieran vacunados, debía seguir al pie de la letra el protocolo de bioseguridad. Eso lo llevó a estar invicto por coronavirus. Hasta hace una semana.
Una vez todos en su hogar recibieron el esquema completo de vacunación, cambió su actitud y decidió ir de puente de Reyes a Cartagena, a pesar de que la cuarta ola de covid había comenzado. “Allá llegué y todo el mundo tenía coronavirus, lo veíamos por todas partes. Nos cuidábamos mucho, pero con las vacunas yo estaba tranquilo”. Sin embargo, el día antes de su regreso a Bogotá empezó a sentir dolor en el cuerpo y calambres horribles. “Creí que era guayabo”, dice, pero ante la persistencia de esas manifestaciones pensó que era algo más. También tenía tos, dolor en la garganta y en las articulaciones. Era covid en su más reciente versión: ómicron.
La experiencia fue mucho más fuerte de lo que imaginó. En cuanto llegó a Bogotá, cayó en cama y durante cuatro días sintió que no podía mover un dedo. Del grupo de amigos que viajaron, salieron cinco positivos y, curiosamente, no se contagiaron los que habían recibido la tercera dosis en diciembre. Tras siete días encerrado, sigue con tos, pero ya sin fiebre ni desaliento. Hoy está de acuerdo con quienes dicen que no es tan grave, que no mata. Pero se sorprende de que, siendo la menos fuerte, hubiera vivido toda esa experiencia. “¡Pucha! No me quiero imaginar cómo será la delta o cómo sería el covid sin la vacuna”, afirma. Aunque le falta la tercera dosis, a Jerez le gusta pensar que las vacunas lo ayudaron a que la enfermedad no fuera tan tenaz. “Pero igual no fue una gripa normal. Ni por error. Esto no es una gripa normal”, insiste.
Como Julián, muchos están confundidos, pues les han dicho que en este pico el covid es leve, pero ven en las noticias los hospitales congestionados y el número de muertos aumentando. De hecho, el martes hubo 169 fallecidos por esta causa en 24 horas, lo que desde el pasado 11 de agosto no se registraba. La ‘gripita’ de la variante ómicron fue la principal causa de muerte ese día en Colombia.
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Yudy Vargas hoy reporta la experiencia de la covid como una gripa fuerte con dolor de espalda, ardor en la frente, congestión nasal y dolor de garganta. Tenía las tres dosis y, aunque está bien, algunos creen que eso es prueba de que las vacunas no sirven.
¿Qué es lo que está pasando? Para Darío Pinilla, médico jefe de la unidad de cuidados intensivos (uci) del hospital Méderi, lo que sucede es que las vacunas cambiaron la epidemiología del virus. “No es que este virus sea menos letal, sino que las personas están vacunadas: el virus entra, pero no se repliega, se controla a través de la vacuna, las dos o tres que tengamos”, explica el experto. Agrega que hoy mueren en su mayoría personas de edad avanzada, algunos con dos vacunas, pero con enfermedades de base. O personas con comorbilidades, por ejemplo, un paciente con trasplante de órgano que recibe medicamentos para mantenerse inmunosuprimido y evitar que el organismo ataque ese trasplante. “Ese paciente se infecta y se complica”, asegura.
También está el paciente que recibe inmunosupresión por leucemia o por otros cánceres de la sangre. “Tenemos pacientes hospitalizados en el piso de oncología que se están complicando de covid”, dice, y explica que por esa razón restringieron totalmente las visitas. “Ya cualquier persona tiene el virus: tu amigo, el vecino, el primo, todos positivos”.
A pesar de que el virus está circulando mucho en la población, la diferencia frente a otras olas es que los médicos, como Pinilla, ya no ven en la uci al paciente de 40 años obeso y sin ninguna enfermedad, a quien antes le iba muy mal con la covid. “No los estamos viendo porque la vacuna realmente sí está actuando”.
Obviamente, llega uno que otro no vacunado, como un joven de 30 años que sufrió un trauma grave por un accidente. A su arribo al hospital, le hicieron la prueba de covid que luego salió positiva, pero no estaba vacunado, pues no creía en los biológicos. “Hoy se está muriendo de covid y no del accidente”, señala Pinilla, para quien los antivacunas viven en el año 2020. “Si no se vacunan, están escogiendo morirse”.
Según la cohorte Esperanza, un estudio realizado por el Ministerio de Salud, las vacunas han mostrado disminuir el riesgo de hospitalización y muertes por covid. Y, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud de Antioquia, resulta claro que a menos dosis de vacunas, más muertes.
La historia de Luis Felipe Santos, de 91 años, con esquema de vacunación completo y sin ninguna enfermedad ilustra esa nueva realidad. Su hija Yeimi dice que se contagió al final de las vacaciones de diciembre en Santa Marta. No tenía fiebre ni tos, pero sí decaimiento y pocas ganas de comer. Al llegar a Bogotá, ella revisó su saturación y la tenía en 56 por ciento. Enseguida llamó al 123 y lo llevaron a la clínica, donde le pusieron una cánula con oxígeno. Pero, como no respondió a este tratamiento, tuvieron que internarlo en la uci. “Yo les rogaba a los médicos que no lo entubaran, que él era viejo pero muy saludable. Que tenía más vida que él y yo juntos”. En la noche decidieron ponerle la cánula de alto flujo. “El médico luego me confesó que lo que mantenía a flote a mi papá era tener sus dosis de vacunación y que, si él tuviera 20 o 30 años, lo habría entubado hacía mucho rato, pero por la edad no”, afirma Yeimi. Hoy ya está saliendo de la crisis y solo espera una cama para sacarlo de la uci. “No tuvo deterioro de ningún órgano. Sin vacuna, él no habría resistido, y menos a su edad”.
Esto demuestra que la edad sigue siendo un factor de riesgo. Pinilla dice que a las personas menores de 70 y vacunadas ya no las ven tanto en las ucis, sino en los servicios de urgencias, que hoy se llenan de enfermos, pero no tan graves. A algunos de ellos los hospitalizan, aunque se recuperan pronto, pues están vacunados. “Antes llegaban diez y, de los diez, cinco se iban a la uci y cinco para piso. Ahora llegan diez y, de los diez, uno o ninguno entra a la uci”. Otro tipo de paciente es el que consulta por una enfermedad crónica, pero tiene covid. Algunos de ellos mueren, aun cuando no los mata el coronavirus, sino la enfermedad de base. “Se mueren con covid, no de covid”, explica.
Más misterioso aún es el caso de los asintomáticos, que no sienten nada, pero tienen covid, como le pasó a Hernando Vélez, un diseñador que se hizo el examen porque su esposa tuvo el virus y sí se enfermó. Un análisis publicado en la revista Lancet precisa que, según datos de Sudáfrica, más del 90 por ciento de las infecciones son asintomáticas. Otro estudio hecho por investigadores de Harvard y MIT señala que el 20 por ciento de la población recibiría menos protección de las vacunas por variaciones en el sistema inmune de cada individuo.
El panorama que deja por ahora ómicron le permite pensar a Pinilla que esta versión llegó al mundo para convertir al nuevo coronavirus en un virus endémico. Pero advierte que la ola apenas comienza y todavía no se sabe para dónde va. Los vacunados sanos y jóvenes están hoy en menos riesgo gracias a las vacunas, pero los pacientes oncológicos y los adultos mayores –vacunados o no– son vulnerables. “Yo los metería otra vez en cuarentena porque es la población que se nos está complicando”.