Siquiatría
Tiempos de miedo
Los ataques de pánico les hacen pensar a quienes los sufren que la muerte está cerca. La enfermedad, que cada vez es más común en Colombia, es curable. Claves para aprender a detectarla.
Mujeres que gritan o corren desesperadamente durante un terremoto o una tragedia, niños incapaces de mirar la realidad que los asusta y hordas humanas que se comportan como manadas salvajes en busca de una salida para salvar sus vidas de un estadio o un espacio cerrado. Muchas de estas u otras imágenes han sido llevadas al cine y la televisión para tratar de registrar el pánico que puede sentir una persona frente a una situación que pone en peligro su vida.
Contrario a estos estereotipos, cada vez más colombianos están llegando a las salas de urgencia y a los consultorios de especialistas médicos en busca de una respuesta a una serie de síntomas que aparecen de pronto y que son tan fuertes que llevan a quien los vive a sentir su propia muerte. Son las víctimas de los ataques de pánico, una enfermedad tratable que afecta a una de cada 75 personas en el mundo. En Colombia, según investigaciones recientes, el 1,7 por ciento de las mujeres y el 0,6 de hombres entre 18 y 65 años ha sufrido, sufre o los sufrirá.
A pesar de su frecuencia, expertos reconocen que la mayoría de los médicos aún no están lo suficientemente preparados para detectarla y frecuentemente las personas que los sufren son tratadas como enfermos cardíacos o como portadores de serias enfermedades.
Como lo define el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, el ataque de pánico consiste en una intensa y repentina sensación de miedo y peligro. Los síntomas pueden cambiar de una persona a otra pero durante el ataque, que dura unos 15 minutos, suelen aparecer cuatro o más de lo siguientes síntomas: palpitaciones rápidas o violentas, dolores en el pecho, dificultad para respirar; vértigo, mareo o náusea; cosquilleo o entumecimiento en las extremidades, oleadas de frío o de calor, sensación de estar soñando o deformación de percepción, miedo de perder el control de y hacer algo vergonzoso y, finalmente, miedo de morir.
Aunque dura poco tiempo, estos ataques son una de las situaciones más penosas que pueda experimentar una persona. Este es el caso de Carmenza, una exitosa ejecutiva que hace seis meses conducía su carro y repentinamente empezó a sufrir un ataque. El efecto fue tan duro y largo el tiempo de diagnóstico que estuvo a punto de perder su empleo.
Se ha establecido que físicamente el ataque de pánico ocurre cuando el sistema de alarma normal del cuerpo, el conjunto de mecanismos mentales y físicos que le permiten a una persona hacer frente a una amenaza, entra en acción sin que sea necesario o cuando no hay peligro. "Casi todos los que tienen un ataque sufrirán otros más, y cuando una persona tiene continuos ataques o siente una fuerte ansiedad por miedo a tener otro, se dice que sufre trastorno de pánico", dice Ana Millán, siquiatra experta en el tema.
Usualmente, el primer ataque suele aparecer durante la adolescencia o principios de la edad adulta, y aunque aún no se sabe por qué ocurren se ha determinado que generalmente se detonan durante o después de una etapa de estrés prolongado (enfermedad o muerte de un ser querido, traslado a otra ciudad o país, nacimiento de un hijo, presiones en el trabajo o estudios) o por predisposición genética. El ataque deja a la persona que lo ha padecido sumida en un estado de gran preocupación y ansiedad, con el continuo temor de que puede padecer alguna enfermedad grave.
"La primera sensación que tuve es que me iba a dar un infarto y de un momento a otro sentí la necesidad de ir a urgencias. Tras profundos exámenes determinaron que tenía una gastritis. Después viví más de un mes en un infierno en vida, por el efecto de varios ataques y por el temor de sufrir uno nuevo. Tras visitar a más de seis médicos, en un servicio de urgencias fueron capaces de diagnosticar que estaba sufriendo ataques de pánico", dijo Fernando Estrada.
Una vez que una persona sufre un ataque de pánico, por ejemplo mientras maneja un vehículo, hace compras en una tienda llena de gente o se encuentra dentro de un elevador, puede crear miedos irracionales llamados fobias, relacionados con esas situaciones, y comenzará a tratar de evitarlas. Con el tiempo, la necesidad de esquivar esas situaciones y el grado de ansiedad por miedo a otro ataque pueden llegar al punto que esa persona con trastorno causado por pánico no pueda volver a manejar un vehículo, ni siquiera dar un paso fuera de su casa. Cuando llega a este nivel se dice que sufre trastorno causado por pánico con agorafobia. Es así como el trastorno causado por pánico puede tener un serio impacto en la vida de una persona, tanto como cualquier otra enfermedad grave, a menos que ésta reciba tratamiento efectivo.
Por fortuna existen varios tratamientos disponibles y efectivos, ya que lo más importante es saber que esta enfermedad es curable. Frecuentemente, una combinación de sicoterapia y medicamentos (ansiolíticos y antidepresivos) da buen resultado en corto tiempo, lo que hace que los nuevos ataques sean menos severos y frecuentes. Este tratamiento, que puede tardar meses y hasta más de un año, "trae un alivio permanente para más del 70 por ciento de las personas, mientras que un poco más del 20 por ciento puede requerir otros medicamentos", dice José A. Posada, siquiatra y director para Colombia de la Federación Mundial de Salud Mental. Dice que tiene la firme convicción "de que en muchas familias los abuelos o padres sufrieron esos trastornos, pero como no se sabía de lo que se trataba, se automedicaban con licor cada vez que sufrían un episodio, por eso terminaron alcohólicos. Igual, muchos jóvenes que, al ver que no tenían claro lo que les estaba pasando, encontraron en las drogas un supuesto calmamte".
Contrario a los finales de las películas de terror, en los que la desgracia era el sino trágico de muchos protagonistas presos del pánico, en la vida real, por más duro que sea el ataque, los pacientes saben que es una enfermedad curable y tratable, así tome un tiempo.