PSICOLOGÍA
El desafío de los pasivo agresivos
Lo que inicialmente puede parecer un comentario o una acción inocente, de repente produce rabia, hostilidad y sufrimiento. Es la agresividad pasiva que sale a escena. Por José A. Posada Villa, médico psiquiatra.
En ocasiones es descaradamente obvia, aunque generalmente se expresa de una manera sutil: eludir la comunicación directa, demoras, excusas, no responder, trabajar mal, hacerse la víctima, culpar a los demás, utilizar sarcasmos, elogios irónicos, silencio… se combinan estos comportamientos de tal manera que confunde e irrita.
La característica esencial del comportamiento pasivo-agresivo es un patrón generalizado de actitudes negativistas y resistencia pasiva a las demandas familiares, sociales y ocupacionales. La resistencia se expresa por la dilación, el olvido, la terquedad y la ineficacia intencional, especialmente en respuesta a las tareas asignadas por figuras de autoridad.
Las redes sociales y el correo electrónico no son ajenas a este fenómeno: mensajes sin respuesta, estados de Facebook con mensajes agresivos o textos en los que no se menciona el nombre pero se sabe a quién se refiere.
El comportamiento pasivo-agresivo es un gran ejemplo de la complejidad de la comunicación humana: decir que se está bien mientras el lenguaje corporal y la actitud revelan claramente que no es así.
Algunos han sugerido que estos comportamientos pasivo agresivos, como en la mayoría de los trastornos mentales, proviene de una combinación de factores genéticos y ambientales.
También puede ser el resultado del condicionamiento social de los individuos. La sociedad con frecuencia enseña que la confrontación directa puede tener consecuencias perjudiciales. Por otra parte, el maltrato y la negligencia infantil, así como el abuso sexual, parecen contribuir a este problema.
Generalmente estas personas se sienten engañadas, despreciadas e incomprendidas y se quejan de todo. Cuando aparecen las dificultades, culpan de sus fracasos al comportamiento de los demás. Son hoscos, irritables, impacientes, discutidores, cínicos, escépticos y les gusta llevar la contraria. También son envidiosos y resentidos con las personas que tienen éxito o que son vistas positivamente por las figuras de autoridad.
Estos individuos a menudo son ambivalentes y vacilantes en sus acciones y un conflicto intenso entre la dependencia de los demás y el deseo de autoafirmación.
El comportamiento pasivo-agresivo es ambiguo. El cerebro no maneja bien la ambigüedad o la incertidumbre y causa angustia e incomodidad mental. Con el comportamiento pasivo-agresivo, es imposible determinar con certeza la respuesta, lo que causa aún más angustia y frustración.
Por supuesto, no es una manera sana de interactuar y es necesario encontrar algunas estrategias efectivas para afrontarlo y no sucumbir en ese remolino emocional.
Si bien es bueno ser comprensivo, es importante no intimidarse por las manipulaciones astutas, conscientes e inconscientes, de la persona pasivo-agresiva.
Lo primero es identificar los comportamientos pasivo-agresivos sin caer en la trampa de interpretar como tales, comportamientos o reacciones ocasionales de este tipo. Las personas pueden tener comportamientos pasivo-agresivos por estrés, cansancio, miedo o falta de autoestima. El comportamiento se vuelve problema cuando es la forma consuetudinaria como la persona se comunica e interactúa con otros.
Algunas señales incluyen:
- Aparentar estar de acuerdo para luego descubrir que hace todo lo contrario.
- Criticar y menospreciar los logros de otras personas con chistes o sarcasmo.
- Insinuar de manera sutil que el éxito de otra persona es por suerte o que se logró con trampa.
- Incapacidad para felicitar o reconocer algo bien hecho.
- Quejarse de que se le malinterpreta.
- Discutir por todo lo que se le dice o sugiere.
- Decir que la intención no era hacer daño.
- Resentimiento.
- Envidia.
- Terquedad.
- Fomentar el caos.
- Dejar las cosas para más tarde.
- Miedo a la intimidad.
- Aparentemente agradable pero interiormente frustrado.
- Alberga ira, tristeza, ansiedad o culpa no expresadas.
- Evita el conflicto pero lo instiga en otros.
- Muestra poco remordimiento por sus comportamientos.
- Se disculpa pero no modifica su modo de ser.
Los individuos pasivo agresivos tienen la rara habilidad de poder identificar el punto débil de la otra persona, jugar con sus vulnerabilidades y despertar intensos sentimientos de rabia.
Generalmente la persona pasivo-agresiva busca el control de personas y situaciones porque siente que su posición está de alguna manera amenazada y hace un intento encubierto por recuperar el poder sobre los demás.
Tiende a diagnosticarse con mayor frecuencia en las mujeres pero esto puede ser una forma de evitar el estigma social y el rechazo que a menudo se asocian con las mujeres que son consideradas desafiantes o agresivas al defender sus propias necesidades y deseos.
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Es importante incrementar la conciencia de las razones por las que algunas personas utilizan comportamientos pasivo-agresivos y actuar en consecuencia.
He aquí algunas recomendaciones:
- Por encima de todo, permanecer calmado. Puede ser fácil sentirte perturbado o molesto, pero esto hace que su respuesta pueda ser impulsiva.
- Confronta a la persona de forma abierta y amable.
- No dejar que la otra persona le reste importancia a los asuntos que lo ameritan.
- Establecer límites. Explicar por qué no se siente cómodo.
- Limitar la interacción para sentirse tranquilo.
- No sentarse a esperar un milagro. Este tipo de rasgos de personalidad no cambian fácilmente.
Aunque el comportamiento pasivo-agresivo puede ser una característica de varios problemas mentales, no se considera un trastorno mental como tal. Sin embargo, el comportamiento pasivo-agresivo puede interferir con las relaciones y causar dificultades sociales y laborales. Si está luchando con un comportamiento pasivo-agresivo, o cree que un ser querido lo está, considere consultar a un profesional de la salud mental.
* Grupo de Investigaciones Nuevas Perspectivas en Salud Mental UCMC