PSICOLOGÍA

El desafío de los pasivo agresivos

Lo que inicialmente puede parecer un comentario o una acción inocente, de repente produce rabia, hostilidad y sufrimiento. Es la agresividad pasiva que sale a escena. Por José A. Posada Villa, médico psiquiatra.

31 de agosto de 2020
| Foto: SEMANA

En ocasiones es descaradamente obvia, aunque generalmente se expresa de una manera sutil: eludir la comunicación directa, demoras, excusas, no responder, trabajar mal, hacerse la víctima, culpar a los demás, utilizar sarcasmos, elogios irónicos, silencio… se combinan estos comportamientos de tal manera que confunde e irrita.

La característica esencial del comportamiento pasivo-agresivo es un patrón generalizado de actitudes negativistas y resistencia pasiva a las demandas familiares, sociales y ocupacionales. La resistencia se expresa por la dilación, el olvido, la terquedad y la ineficacia intencional, especialmente en respuesta a las tareas asignadas por figuras de autoridad.  

Las redes sociales y el correo electrónico no son ajenas a este fenómeno: mensajes sin respuesta, estados de Facebook con mensajes agresivos o textos en los que no se menciona el nombre pero se sabe a quién se refiere.

El comportamiento pasivo-agresivo es un gran ejemplo de la complejidad de la comunicación humana: decir que se está bien mientras el lenguaje corporal y la actitud revelan claramente que no es así. 

Algunos han sugerido que estos comportamientos pasivo agresivos, como en la mayoría de los trastornos mentales, proviene de una combinación de factores genéticos y ambientales. 

También puede ser el resultado del condicionamiento social de los individuos. La sociedad con frecuencia enseña que la confrontación directa puede tener consecuencias perjudiciales. Por otra parte, el maltrato y la negligencia infantil, así como el abuso sexual, parecen contribuir a este problema.

Generalmente estas personas se sienten engañadas, despreciadas e incomprendidas y se quejan de todo. Cuando aparecen las dificultades, culpan de sus fracasos al comportamiento de los demás. Son hoscos, irritables, impacientes, discutidores, cínicos, escépticos y les gusta llevar la contraria. También son envidiosos y resentidos con las personas que tienen éxito o que son vistas positivamente por las figuras de autoridad. 

Estos individuos a menudo son ambivalentes y vacilantes en sus acciones y un conflicto intenso entre la dependencia de los demás y el deseo de autoafirmación. 

El comportamiento pasivo-agresivo es ambiguo. El cerebro no maneja bien la ambigüedad o la incertidumbre y causa angustia e incomodidad mental. Con el comportamiento pasivo-agresivo, es imposible determinar con certeza la respuesta, lo que causa aún más angustia y frustración. 

Por supuesto, no es una manera sana de interactuar y es necesario encontrar algunas estrategias efectivas para afrontarlo y no sucumbir en ese remolino emocional.

Si bien es bueno ser comprensivo, es importante no intimidarse por las manipulaciones astutas, conscientes e inconscientes,  de la persona pasivo-agresiva.

Lo primero es identificar los comportamientos pasivo-agresivos sin caer en la trampa de interpretar como tales, comportamientos o reacciones ocasionales de este tipo. Las personas pueden tener comportamientos pasivo-agresivos por estrés, cansancio, miedo o falta de autoestima. El comportamiento se vuelve problema cuando es la forma consuetudinaria como la persona se comunica e interactúa con otros. 

Algunas señales incluyen: 

  • Aparentar estar de acuerdo para luego descubrir que hace todo lo contrario.
  • Criticar y menospreciar los logros de otras personas con chistes o sarcasmo.
  • Insinuar de manera sutil que el éxito de otra persona es por suerte o que se logró con trampa.
  • Incapacidad para felicitar o reconocer algo bien hecho.
  • Quejarse de que se le malinterpreta.
  • Discutir por todo lo que se le dice o sugiere.
  • Decir que la intención no era hacer daño.
  • Resentimiento.
  • Envidia.
  • Terquedad.
  • Fomentar el caos.
  • Dejar las cosas para más tarde.
  • Miedo a la intimidad.
  • Aparentemente agradable pero interiormente frustrado.
  • Alberga ira, tristeza, ansiedad o culpa no expresadas.
  • Evita el conflicto pero lo instiga en otros.
  • Muestra poco remordimiento por sus comportamientos.
  • Se disculpa pero no modifica su modo de ser.

Los individuos pasivo agresivos tienen la rara habilidad de poder identificar el punto débil de la otra persona, jugar con sus vulnerabilidades y despertar intensos sentimientos de rabia. 

Generalmente la persona pasivo-agresiva busca el control de personas y situaciones porque siente que su posición está de alguna manera amenazada y hace un intento encubierto por recuperar el poder sobre los demás. 

Tiende a diagnosticarse con mayor frecuencia en las mujeres pero esto puede ser una forma de evitar el estigma social y el rechazo que a menudo se asocian con las mujeres que son consideradas desafiantes o agresivas al defender sus propias necesidades y deseos. 

Es importante incrementar la conciencia de las razones por las que algunas personas utilizan comportamientos pasivo-agresivos y actuar en consecuencia.

He aquí algunas recomendaciones:

  • Por encima de todo, permanecer calmado. Puede ser fácil sentirte perturbado o molesto, pero esto hace que su respuesta pueda ser impulsiva. 
  • Confronta a la persona de forma abierta y amable. 
  • No dejar que la otra persona le reste importancia a los asuntos que lo ameritan.
  • Establecer límites. Explicar por qué no se siente cómodo. 
  • Limitar la interacción para sentirse tranquilo.
  • No sentarse a esperar un milagro. Este tipo de rasgos de personalidad no cambian fácilmente.

Aunque el comportamiento pasivo-agresivo puede ser una característica de varios problemas mentales, no se considera un trastorno mental como tal. Sin embargo, el comportamiento pasivo-agresivo puede interferir con las relaciones y causar dificultades sociales y laborales. Si está luchando con un comportamiento pasivo-agresivo, o cree que un ser querido lo está, considere consultar a un profesional de la salud mental.

* Grupo de Investigaciones Nuevas Perspectivas en Salud Mental UCMC