SALUD
La violencia y la corrupción afectan la salud de los colombianos
Las desigualdades sociales se han convertido en un factor de riesgo para la salud, que se traduce en enfermedades que terminan siendo mal manejadas y conducen a sobrecostos en el sistema de salud.
Muchos creen que los problemas de salud radican en la falta de médicos, en el acceso a atención oportuna y en la prevención. Y aunque todo esto es cierto, lo paradójico es que hay intervenciones en salud que serían mucho más efectivas para el mejoramiento del bienestar de la población que no tienen que ver directamente con sector sino con otras áreas como la economía, las obras de infraestructura y condiciones sociales como la pobreza y la violencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define estos determinantes como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos en los niveles mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”.
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En ese sentido, factores como el lugar de residencia, la ocupación, el género, la edad, los valores culturales, la etnia, la situación socioeconómica determinan aspectos como la mortalidad y la expectativa de vida de las personas. El aumento de las desigualdades sociales entre regiones, países y estratos tiene su expresión en las condiciones de salud. “Hay lugares en Colombia donde las cifras de mortalidad infantil y materna son mucho más altas o mucho más bajas. Bogotá se comporta como los países europeos en algunas cifras y Chocó se comporta como los países africanos en algunas cifras”, explica Javier Eslava, PhD en Salud Pública.
Así se explica que en países desarrollados, donde las personas cuentan con mejores salarios, educación y condiciones de trabajo, como Japón, tengan una expectativa de vida de 81 años, mientras en países africanos como Sierra Leona, la esperanza de vivir sea de 34 años.
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En Colombia un gran determinante es la violencia. El conflicto armado se ha convertido en un problema serio de salud mental. Un estudio en el que se hizo una comparación entre el conflicto y desórdenes mentales encontró que la guerra es un factor importante en la prevalencia de problemas como ansiedad, depresión, estrés postraumático y tabaquismo.
“Esto puede ser un problema en el posconflicto porque no se sabe cómo se va a integrar a las poblaciones que quedaron afectadas mentalmente por la guerra con las que no están en esa situación y cómo se va a manejar el problema de los desórdenes mentales entre esas dos poblaciones”, asegura Eslava.
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El segundo determinante característico es el sistema de salud en sí mismo, especialmente por las diferencias entre pertenecer al régimen subsidiado o al contributivo. “Es mejor estar en el sistema de salud que no estarlo. Pero hemos visto en los estudios que estar en el subsidiado es un factor de riesgo para morirse, comparado con el contributivo. Entonces, el subsidiado no está haciéndolo del todo bien”, cuenta Eslava
También está la corrupción del sistema. Esta última se ha hecho evidente en el caso de los niños muertos por desnutrición en zonas como La Guajira y la mortalidad materna en Chocó. “El gasto en salud es del 7,2 % y el sistema de salud colombiano cuesta 30 billones de pesos al año, incluidos gastos privado y público. Y, según las últimas noticias, 50 billones de pesos se perdieron en corrupción; es decir que eso habría alcanzado a pagar casi dos años de salud sin que nadie aportara un solo peso”, dice Eslava.
A esto se suma la falta de inversión en obras de infraestructura como acueducto y alcantarillado y vías de acceso que permitan conectar a los ciudadanos con sus centros asistencias de manera oportuna. “Si una mujer embarazada con una urgencia encuentra buenas vías de acceso, tiene mayor posibilidad de salvar su vida y la de su bebé”, dice Eslava. Pero también el acceso a agua potable significa un gran logro en la prevención de muchas enfermedades infecciosas que hoy causan la muerte a niños. En la zona rural de Colombia el 27 % no tiene acceso a agua potable y el 40 % no cuenta con adecuada eliminación de excretas, explica el experto.
La propuesta es que todas las políticas sectoriales incluyan el tema de salud, así como lo están empezando a hacer en otras regiones del mundo. “La Asociación Americana de Salud Pública (APHA) tiene una propuesta llamada “Salud desde todas las políticas e implica que incluyó el tema en todo, probablemente se logre resolver el tema de los determinantes más fácilmente”, cuenta Eslava.
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Los indicadores de salud mejorarían y temas como la mortalidad materna y la malnutrición infantil no se presentarían si el Gobierno obrara desde la intersectorialidad y no únicamente a través del Ministerio de Salud. Si se cuenta con mejores vías, la atención puede ser más oportuna; si mejora la educación en adolescentes, las cifras de embarazos descenderían; si las nuevas tecnologías en salud tardaran menos tiempo en llegar a las poblaciones vulnerables, mejoraría su calidad de vida, señala el docente.
Eslava propone contar con un sistema de información único para todo el país. “No podemos depender de la información de salud que nos dan las EPS, porque detrás de la mala información está la corrupción”, dice y añade que “con ese sistema de información único para el país podríamos saber cuánto se consume en términos de servicios de salud, en dónde se consume más y cómo se está costeando”. De esta manera, todo lo relacionado con salud estaría contabilizado y se podría controlar mejor.