Vida Moderna
Hongos en las uñas: el tipo de PH que debe tener el jabón para combatirlos
La piel humana cuenta con una capacidad innata para combatir infecciones y el estrés del entorno, cuya eficacia depende del pH.
El pH es un término que se usa para medir la concentración de hidrógeno en el agua. Se utiliza en una escala de 1 a 14, donde 7 es considerado neutro. Si el pH es menor a 7, se considera ácido, y si es mayor a 7, se considera básico o alcalino. Es importante destacar que el pH solo se aplica a soluciones acuosas y no a aceites.
Los ácidos tienen un sabor agrio, mientras que las bases tienen un sabor amargo. Un ejemplo de un ácido es el zumo de limón, que tiene un pH de 2.2 debido a su alto contenido de ácido cítrico. Por otro lado, el bicarbonato de sodio es básico, con un pH de 9 y un sabor amargo.
¿Cuál es el pH ideal para la piel?
La piel humana cuenta con una capacidad innata para combatir infecciones y el estrés del entorno, cuya eficacia depende del pH. En su superficie, la piel posee una fina capa protectora conocida como manto ácido. Este está compuesto por sebo, que son ácidos grasos liberados por las glándulas sebáceas de la piel, los cuales se mezclan con ácido láctico y aminoácidos presentes en el sudor, generando así el pH de la piel. Idealmente, este pH debería ser ligeramente ácido, aunque puede variar entre 4 y 7.
Se estima que el pH promedio de la piel sana es de 4.7, y la mayoría de estudios han demostrado valores por debajo de 5 (el 95 % de los casos se encontraron entre 4.1 y 5.8). Esto contradice la creencia generalizada de que el pH de la piel se sitúa entre 5 y 6.
Además, se ha comprobado que la piel con un pH inferior a 5 presenta mejores condiciones en términos de hidratación y composición de la flora bacteriana en comparación con la piel cuyo pH es superior a 5.
¿Qué función cumple el manto ácido?
El manto ácido desempeña un papel crucial al proteger la piel contra bacterias, hongos, virus y contaminantes del entorno, al mismo tiempo que la mantiene suave y flexible. Además, es fundamental para mantener la humedad y preservar la integridad de la flora microbiana presente en la piel, es decir, las bacterias beneficiosas que la habitan.
El institutodermocosmetica.com aseguró que “esta flora es responsable de prevenir el desarrollo de bacterias asociadas a enfermedades como el acné, la rosácea, la psoriasis y la dermatitis. Un pH elevado en la piel puede afectar la actividad enzimática que regula el metabolismo de los lípidos en la capa externa de la piel, conocida como estrato córneo, lo cual puede resultar en una alteración del manto ácido. Esta alteración se ha observado en enfermedades cutáneas como la dermatitis atópica”.
Además, los cambios en el pH de la piel pueden crear un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias especialmente perjudiciales, como el Staphylococcus aureus. Por lo tanto, mantener un pH equilibrado en la piel es esencial para preservar su salud y prevenir diversas afecciones cutáneas.
¿Qué tipo de PH debe tener el jabón para combatir los hongos?
La piel está expuesta constantemente a sustancias como la oclusión excesiva, detergentes, jabones, limpiadores y agua dura. El agua del grifo con alto contenido mineral puede tener un pH de 8.5, lo cual afecta el equilibrio ácido de la piel y su barrera contra la humedad. Un pH más alto altera el manto ácido protector, cambia la composición de la flora bacteriana en la piel y afecta la actividad de las enzimas en la epidermis.
El portal web mundodeportivo.com destacó que “un pH alcalino provoca sequedad y deshidratación de la piel, resultando en erupciones de eccema y signos de envejecimiento como líneas finas y arrugas”.
Por otro lado, un pH demasiado ácido causa enrojecimiento e inflamación en la piel. La radiación solar también alcaliniza la piel, debilitando gradualmente el manto ácido y exponiendo la piel a agresiones ambientales. La dieta también desempeña un papel importante en los niveles de pH internos y externos.
Es importante destacar que la acidez o alcalinidad de un alimento en el cuerpo no es lo mismo que el pH del alimento en sí. Por ejemplo, los alimentos considerados ácidos antes de la digestión, como las naranjas, se vuelven alcalinos en el cuerpo. En cambio, la mayoría de los productos animales, que son alcalinos antes de la digestión, se consideran formadores de ácido en el cuerpo.