Ciencia

Investigadores encuentran microplásticos en placentas de bebés antes de nacer

Es posible que cause daño a largo plazo en los fetos, pero aún no se sabe sobre el impacto sobre la salud.

23 de diciembre de 2020
Los anticonceptivos falsos provocaron el embarazo de casi 100 mujeres en Arauca. | Foto: Archivo Semana

Por primera vez, expertos encontraron microplásticos en placentas humanas y en cada una de sus partes: membranas maternas, fetales y amniocoriales (donde el feto se desarrolla). Estas minúsculas partículas llevan consigo sustancias que podrían causar efectos a largo plazo sobre la salud. Para los expertos es una asunto de gran preocupación.

Los microplásticos son partículas de menos de 5 milímetros, derivadas de la degradación de los objetos de plástico y pueden moverse del medioambiente a los organismos vivos, incluyendo los mamíferos. Gracias a un estudio en la revista científica Environmental International, fue posible determinar que estos pueden llegar hasta la placenta.

En total, los científicos encontraron 12 fragmentos de microplásticos, con forma esférica o irregular, en 4 placentas. Específicamente, 5 estaban en el lado fetal, 4 en el lado materno y 3 en las membranas corioamnióticas. Todos estaban pigmentados; tres fueron identificados como polipropileno teñido, un polímero termoplástico, mientras que para los otros nueve solo fue posible identificar los pigmentos, que habían sido utilizados para revestimientos artificiales, pinturas, adhesivos, yesos, pinturas para dedos, polímeros y cosméticos y productos de cuidado personal.

Según explicó el medio británico The Guardian, solo un 4 % de cada placenta fue analizado, lo que sugiere que el total de microplásticos era mucho mayor.

Es como tener un ciborg bebé: ya no está compuesto solo por células humanas, sino por una mezcla de entidades biológicas e inorgánicas”, le dijo Antonio Ragusa, director de obstetricia y ginecología de un hospital en Roma y quien dirigió el estudio. “Las mamás estaban sorprendidas”, añadió.

De hecho, en el estudio dice que “los microplásticos pueden acceder al torrente sanguíneo y llegar a la placenta desde el sistema respiratorio materno y el tracto gastrointestinal (...) La ruta de transporte más probable para los microplásticos es un mecanismo de captación y translocación de partículas”.

Potencialmente, se cree que las micropartículas podrían alterar vías de regulación celular en la placenta, como mecanismos de inmunidad durante el embarazo, la señalización del factor de crecimiento durante y después de la implantación, las funciones de algunos receptores encargados de la comunicación entre el cuerpo de la madre y el del feto, la señalización entre el embrión y el útero, etc. “Todos estos efectos pueden conducir a resultados adversos en el embarazo incluyendo la preeclampsia y la restricción del crecimiento fetal”, dice el estudio.

El artículo, en su parte de conclusiones, deja un párrafo intrigante, en el que dice que debido al rol crucial de la placenta en el desarrollo del feto y actuando como comunicador para su mundo externo, “la presencia de partículas de plástico exógenas y potencialmente dañinas es un asunto de gran preocupación”. Los científicos concluyeron que es necesario hacer más estudios para evaluar si la presencia de microplásticos en la placenta humana puede desencadenar respuestas inmunitarias o conducir a la liberación de contaminantes tóxicos, lo que resultaría perjudicial para el embarazo.

En el mundo actual, es casi imposible evitar los microplásticos. Recientemente estos aparecieron hasta en el Monte Everest, el punto terrestre más alto al que han llegado estas partículas. La mayor parte de las muestras, recogidas en el Everest y en el valle que hay en la falda de la montaña, son de los mismos materiales que se usan para fabricar la ropa de alto rendimiento y deportes de riesgo como la que suelen utilizar los escaladores, y que sirven también para fabricar tiendas de campaña y cuerdas de escalada.

Los investigadores que recogieron las muestras creen que estas fibras, algunas de ellas halladas casi en la cima del Monte Everest, a 8.440 metros sobre el nivel del mar, podrían ser restos de los artículos que emplean las expediciones en su viaje a la cumbre.