BALANCE
Resurge la astronomía colombiana
El país cuenta con una nueva generación de astrónomos de muy alto nivel. Sin embargo, les falta una infraestructura que facilite su trabajo.
Colombia tiene el orgullo de haber sido pionero en América en cultivar la astronomía a comienzos del siglo XIX. Era tal el impulso y la importancia que tenía esta ciencia en aquel entonces, que José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas lograron construir en Santafé de Bogotá el primer observatorio astronómico de todo el continente americano.
Sin embargo, en la era republicana el país, consumido por las guerras civiles y los odios políticos, abandonó esta tradición astronómica, y salvo algunos casos excepcionales como los de José María González Benito y Julio Garavito en el siglo XIX, su estudio y difusión quedó en manos de grupos de aficionados. Mientras México, Brasil y Argentina se tomaron en serio la astronomía y sus nuevas ramas, como la astrofísica, en Colombia muy pocos científicos estudiaban estas ciencias.
El panorama comenzó a cambiar hace más o menos 20 años, cuando personas aficionadas a la astronomía vieron la necesidad de profesionalizarla y de acortar la distancia que habían tomado alguno países de la región. A partir de la década pasada surgieron grupos de investigación en astronomía, se crearon los primeros programas curriculares como la maestría en astronomía en la Universidad Nacional de Colombia y el pregrado en la Universidad de Antioquia.
Este proceso de profesionalización ya ha comenzado a dar sus frutos. “De unos cuantos astrónomos que hace un par de décadas se contaban con los dedos de una mano, hoy tenemos alrededor de 40, todos con doctorado y la gran mayoría con uno o más posdoctorados”, afirma Santiago Vargas, profesor del Observatorio Astronómico Nacional. Gran parte de ellos están concentrados en las universidades Nacional, de Antioquia, de los Andes e Industrial de Santander (UIS).
Según Luis Alberto Núñez, astrónomo y profesor de la UIS, lo más importante es que estos astrofísicos publican investigaciones de punta en las más prestigiosas revistas de astronomía como The Astrophysical
Journal. E incluso los astrónomos de la UIS hacen parte del Latin American Giant Observatory (LAGO), observatorio espacial distribuido desde México hasta Argentina especializado en astrofísica de partículas, y del Pierre Auger Observatory, el más grande del mundo en el estudio de rayos cósmicos de ultra alta energía como los producidos por choques de galaxias y colapso de estrellas de neutrones, ubicado en la Patagonia argentina.
Como explica José Gregorio Portilla, director del Observatorio Nacional, “ha sido tan rápido ese crecimiento que hemos adquirido visibilidad mundial: hace un año volvimos a pertenecer a la Unión Astronómica Internacional y alrededor de 20 astrónomos fueron aceptados por esta organización”.
El florecer de la astronomía también se observa en la diversidad de temas que tocan estos investigadores. En la Universidad Nacional hay grupos dedicados a estudiar astrofísica solar, termodinámica de agujeros negros, núcleos activos de galaxias y formación de estrellas jóvenes. La Universidad de Antioquia se ha especializado en exoplanetas, astrobiología y habitabilidad planetaria. Por su parte, la UIS se ha especializado en radioastronomía.
Pero no todo es color de rosa. Como explica Jorge Zuluaga, doctor en Física y director del programa curricular en Astrofísica de la Universidad de Antioquia, “Si bien contamos con una importante masa crítica compuesta por profesionales de muy alto nivel, todavía el país tiene un gran déficit en instrumentos, no solo para investigar, sino para formar a los futuros astrónomos. Esta es la hora que todavía no tenemos un gran observatorio”.
A la falta de instrumentos se suma la ausencia casi total de puestos de trabajo para los estudiantes de Astronomía. Al respecto Portilla dice: “Es tan preocupante que no haya plazas para los astrofísicos que si lo ponemos de manera graciosa, por lo menos debe haber siete personas esperando a que me jubile y para eso me faltan por lo menos 15 años”. En este mismo sentido, Vargas afirma que en los “próximos años retornarán del exterior alrededor de 50 astrónomos y no hay puestos para tanta gente”.
Por eso, uno de los llamados que hace la comunidad astronómica al país es construir un gran centro de investigaciones e incursionar en la industria aeroespacial. “No es utópico pensar que en Colombia se desarrolle un instituto o una industria aeroespacial que dé empleo a los astrónomos que pensamos formar en los próximos años. Solo nos falta audacia y voluntad política”, puntualiza Zuluaga.