ABANDONADOS DE DIOS Y DEL DIABLO
Uno de cada mil colombianos padece de lepra y aún se desconoce cómo se transmite el bacilo
La escena es común: un hombre encorvado, harapiento, tendido en el andén, las manos y los pies llagados o parcialmente mutilados, sostiene un cartel de Agua de Dios.
"Una limosnita" musita en voz baja, mientras los transeúntes intentan esquivarlo. De pronto, una moneda cae en la lata, el donante, sin siquiera ser visto por el leproso, se esfuma entre la multitud.
El rechazo y la repugnancia parecen ser los acompañantes permanentes de la lepra. En la Edad Media, esos seres mutilados de piel parduzca que anunciaban su presencia con una campanilla y a quienes la Biblia llamaba "inmundos" o "impuros", eran condenados a vivir en bosques y cuevas o en los 30 mil leprocomios que por entonces había en Europa. Eran proscritos de las ciudades y su enfermedad considerada maldita.
De entonces a hoy, la situación no ha variado mucho. El leproso, a pesar de ser un morador habitual de las calles de algunas ciudades, es un ser marginado. "El enfermo se oculta, se vuelve un resentido psicológico y social", afirma el doctor Enrique Molina, quien por muchos años dirigió el programa de lepra en Colombia.
DEL CAMPO A LA CIUDAD
En Colombia existen miles de leprosos. Deambulan por las calles de ciudades y pueblos. En la mayoría de los casos han sido agricultores, trabajadores expertos de la hoz y el azadón, el barretón y la pala que, un buen dia, desarrollan la enfermedad. Habitantes, por lo general, de lugares malolientes, oscuros y antihigiénicos, que duermen en condiciones de hacinamiento en estrechas piezas de bahareque y suelos húmedos y han vivido ignorando que, bajo sus pies, el bacilo se ha ido desarrollando en un jugoso caldo de cultivo. Un día cualquiera, un simple corte en las manos mezclado con residuos de tierra, evoluciona en gangrena. Poco a poco, los zapatos les destruyen los pies. La enfermedad comienza a extenderse. Y con ella llegan otros problemas. La lepra se convierte en factor de escisión familiar y de rechazo social. Son muchos los casos de individuos rechazados por sus familias que resuelven abandonar sus hogares y emigrar a las ciudades. Aun cuando la enfermedad es de origen eminentemente rural, las migraciones la han urbanizado y es por eso que actualmente los cinturones de miseria de las ciudades concentran en sus tugurios el bacilo de Hansen.
CAMINO POR RECORRER
Aparte de la ignorancia extendida en torno a la enfermedad, existe otro factor en su contra: el bacilo, descubierto por Hansen en 1880, no se ha podido cultivar y aún se desconoce a ciencia cierta cómo es su desarrollo y comportamiento. Aun cuando tiene un promedio de incubación que oscila entre los 3 y los 5 años, hay casos en los cuales puede efectuarse en 6 meses o en 30 años.
La lepra ataca el sistema nervioso periférico y se manifiesta básicamente en la pérdida de la sensibilidad, lo cual facilita quemaduras e infecciones que la complican. Si bien el bacilo crea las condiciones iniciales, el ambiente y la capacidad de respuesta inmunológica constituyen factores adicionales que pueden agravarla o atenuarla. En algunos casos, el tratamiento oportuno posibilita la cura y, en otros, la fisioterapia con los músculos atrofiados previene efectos posteriores de la enfermedad.
Investigaciones adelantadas en el Departamento de Inmunología de la Universidad Nacional, bajo la dirección del doctor Manuel Elkin Patarroyo, han determinado que la lepra está en estrecha relación con los componentes genéticos de los individuos. Después de un trabajo minucioso de más de 4 años, el doctor Patarroyo descubrió los llamados "marcadores genéticos", que permiten reconocer a los individuos con altísima posibilidad de desarrollar la lepra (ver recuadro) .
Aún cuando en Colombia no se registran cifras tan escandalosas como en Africa y Asia-cerca del 30 por mil-, ocupa el tercer lugar en América Latina, después de Brasil y Venezuela. En 1981, por ejemplo, se registraron 29.669 leprosos en el país.
Sin embargo, dada la escasa credibilidad de ciertas estadísticas y teniendo en cuenta que las cifras absolutas no se corresponden con las estadísticas que se tienen por departamentos y regiones, se calcula que en Colombia la incidencia de la enfermedad es del uno por mil, cifra que se considera excesivamente alta.
Por otra parte, uno de los pioneros de la investigación sobre la lepra en Colombia, el doctor Guillermo Muñoz Rivas, sostiene que se puede establecer una especie de geografía de la lepra y que los departarnentos que muestran más altos índices de la enfermedad son Boyacá, Cundinamarca, y los santanderes. En Santander, por ejemplo, 3 de cada mil habitantes tiene lepra. En el municipio de Mogotes, cerca de San Gil, 10 de cada mil pueden haber entrado en contacto con el bacilo, mientras que en la vereda de El Hoyo, también en el mismo departamento, 36 de cada mil habitantes pueden haber contraido la enfermedad. Esto según las investigaciones adelantadas por el doctor Muñoz, podrían indicar que hay factores ambientales en estrecha correlación con la incidencia de la enfermedad.
¿QUE SE HA HECHO?
Hasta 1942, los leprocomios eran especies de repúblicas independientes, más bien campos de concentración cercados con alambres y custodiados por policías, en donde nadie penetraba.
Más tarde, cuando se descubrio la efectividad del tratamiento con una droga, DDS, se impulsó un sistema ambulatorio de atención que, al parecer, redujo las tasas de incidencia de la enfermedad del 4 al 1 por mil. La ley 48 de 1961 acabó con el sistema de leprocomios e inició, con el concurso del doctor Enrique Molina, el programa de lepra en Colombia. Actualmente, aunque un cubrimiento total para los enfermos, el gobierno otorga subsidios a 5 mil de los pacientes más afectados. El resto, aparte de los que deambulan por las calles, trabaja en Agua de Dios o en Contratación.
También se reciben ayudas internacionales y ya hay en marcha talleres de rehabilitación y una granja de capacitación.
A pesar de los esfuerzos realizados, todavía son muy altas las cifras de enfermos y aún hay mucho por hacer para desentrañar el misterio de la transmisión del bacilo de Hansen. -
"BUSCAMOS UNA VACUNA"
A la cabeza del Departamento de Inmunología de la Uníversidad Nacional, el doctor Manuel Elkin Patarroyo viene adelantando una serie de investigaciones dentro de las cuales se destaca la de la lepra.
SEMANA.: ¿Cualquier persona puede contraerla lepra?
DR. PATARROYO. No.
S.: ¿Cómo puede establecerse si una persona tiene o no propensión a la enfermedad?
M.E.P.: A través del análisis de los glóbulos blancos. Si aparece una proteina que hemosilamado 1883, el individuo tiene una propensión 9 veces mayor de desarrollar la lepra que aquel que no la tiene. Sin embargo no se puede establecer con absoluta seguridad, porque la posibilidad de desarrollo de la enfermedad está estrechamente relacionada (como ya antes lo habia afirmado el doctor Muñoz Rivas, pionero de la investigación de la lepra en Colombia) con el medio ambiente y las condiciones socio-económícas en donde se mueve el individuo.
S.:¿Hay vacunas contra la lepra?
M.E.P.: Estamos investigando en esa dirección. Estamos estudiando las proteínas del bacilo, con el fin de buscar el equivalente a una vacuna.
En esa empresa llevamos 4 años.
S.: ¿Por qué hay regiones del país donde se ha localizado la enfermedad?
M.E.P.: Porque allí se han establecido grupos de personas con propensión a la enfermedad. Por otra parte, el doctor Rivas Insiste en que además, todo esto tiene que ver con la existencia de un cierto tipo de insecto en esas regiones que, a su vez puede también estar relacionado con las condiciones del suelo de esos lugares. Todos esos son factores que se están investigando.
S.: ¿Hay algunas formas de medicina preventiva para la lepra?
M.E.P.: En general, se recomienda que los familiares de personas con lepra se hagan análisis, para poder atacar, desde muy temprano, a la enfermedad con una droga, la DDS, que da muy buenos resultados, o con lo que llamamos un tratamiento triconjugado.
S.: ¿La lepra es contagiosa?
M.E.P.: Aún no se puede establecer con seguridad qué pasa. No se sabe todavía cómo se transmite el bacilo.
Pero si podriamos afirmar que si alguien que lleva el marcador llega a un medio donde se ha extendido el bacilo, la posibilidad de desarrollar la enfermedad es mucho mayor. -