Cardiologia

El detector de infartos

Un grupo de científicos colombianos patentó un aparato que puede detectar un ataque cardíaco en las primeras cuatro horas. Estaría listo en nueve meses.

16 de septiembre de 2002

Todo el mundo sabe que un ataque cardíaco se produce por la formación de un trombo, o coágulo, que obstruye el libre paso de la sangre al corazón por las arterias coronarias. Pero muchos desconocen que lo que mata no es la obstrucción en sí sino la demora en acudir a un centro hospitalario. Mientras más tiempo pase es probable que el trombo se instale y deje de irrigar sangre a una buena parte del corazón. Cuando éste no recibe oxígeno el músculo muere y ese daño es irreparable. Por eso es importante acudir rápido al médico. Si se evita la muerte del músculo es probable que el paciente no sólo se salve sino que viva más años y tenga una mejor calidad de vida. El problema es que uno de los síntomas más característicos del infarto -el dolor en el pecho- se confunde fácilmente con el de otras enfermedades, como el de la gastritis o el de la indigestión. Por eso, cuando sufren infartos, algunas personas toman calmantes, antiácidos y lo único que logran es esconder el problema. Esto hace que se pierda tiempo valioso pues las personas no están recibiendo ni el diagnóstico ni el tratamiento a tiempo para disolver el coágulo y permitir el flujo normal de la sangre. Según las estadísticas 75 por ciento de quienes sufren ataques cardíacos no acuden al médico antes de cuatro horas. "Si existiera un aparato que les dijera a las personas que están teniendo un infarto y que deben correr a una clínica se salvarían muchas vidas", pensó hace seis años Fernando Anzellini, un médico cardiólogo. Junto con el ingeniero electrónico Mario Góngora y Arturo Sesana, un experto en robótica, empezó a trabajar en un programa que pudiera indicarles a las personas cuándo se está gestando un infarto.

Después de mucho trabajo este grupo y Ryotaro Ishikawa, colega de Anzollini, patentaron el prototipo llamado Cardiost, un novedoso aparato que al parecer tiene la capacidad de indicarle al paciente si su dolor en el pecho es producto de una indigestión o si en realidad es un ataque cardíaco.

Aunque hoy sólo cuentan con este prototipo en un futuro próximo esperan que el aparato sea del tamaño de un teléfono celular. Cuando una persona sienta un dolor sospechoso en el pecho lo único que tendría que hacer es colocarse el Cardiost y esperar unos segundos para que haga una lectura del segmento ST, que en el electrocardiograma indica con precisión si hay un infarto o no. Gracias a un programa que el grupo diseñó el paciente sólo ve en el aparato tres luces, como si se tratara de un semáforo. La roja indica que debe acudir cuanto antes a un centro hospitalario, la amarilla que hay una probabilidad alta de infarto y debe seguir chequeándose. "La luz verde significa que puede seguir jugando golf", dice Anzollini. En cierta forma el aparato logra hacer la función del electrocardiograma y traducir esa lectura en señales que fácilmente el paciente pueda comprender. El programa del Cardiost fue probado con electrocardiogramas que Anzellini había guardado en su computador. "Cuando hicimos la prueba la correlación era de 98 por ciento", dice el médico. A pesar de esto es necesario hacer un estudio clínico con 800 pacientes, en el que se puedan confirmar estos hallazgos y de esta forma sea avalado por las sociedades médicas y organismos gubernamentales de salud, como el Invima y la FDA. Anzellini ya patentó este aparato en Estados Unidos y en Colombia el Departamento de Planeación Nacional le dio un premio como mejor desarrollo en el Primer encuentro de innovación tecnológica realizado hace unos meses.

Los expertos están seguros de que las pruebas clínicas van a tener buen resultado. El siguiente paso por seguir será montar el software en un chip diminuto para hacer el Cardiost del tamaño de un celular y después someterlo a la aprobación de la FDA. Anzellini cree que todo esto tomará nueve meses y que al cabo de este tiempo se podrá comercializar en Estados Unidos a un costo de 300 dólares.

De salir las cosas tal como las esperan Cardiost aportaría beneficios incalculables a la sociedad, pues las miles de personas que sufren de ataques al corazón diariamente en el mundo podrían acudir a urgencias más rápido y recibir un tratamiento que evite la muerte del músculo cardíaco y que les ofrezca una mejor sobrevida.