Salud
La SIC le pone el ojo al comercio de cigarrillos electrónicos, ¿se repite la historia del tabaco?
Los vapeadores se han convertido en una amenaza para miles de niños que los ven como productos de moda. Dos neumólogos le explican a SEMANA por qué es tan grave consumirlos.
Esta semana, en medio de la tensión habitual que causa la política en sus primeros meses de cambio de gobierno, una noticia pasó algo inadvertida. La Superintendencia de Industria y Comercio abrió una investigación contra British American Tobacco Colombia, Inversiones Glu Cloud, Grupo Diy y Lifetech por presunta información engañosa en la comercialización de vapeadores.
La investigación podría tener un efecto que estremecería a esa industria, por un lado, pero daría tranquilidad a centenares de padres de familia, por otro lado. La superintendencia investiga si en esos productos, que se ofrecen en gran parte a menores de edad, verdaderamente se provee información clara, veraz, suficiente, precisa e idónea sobre su nocividad.
Según revela el auto de apertura de investigación, conocido por SEMANA, estos artículos suelen venderse con imágenes alusivas a dulces y frutas. Por ejemplo, los de Grupo Diy se llaman así: Tropical Ice Blast, Berry Medley, Pina Colada y Forest Berries Ice, cuando realmente, además de esos saborizantes, su contenido tendría nicotina.
La respuesta de la superintendencia se da, en gran parte, por cuenta de la creciente preocupación de los padres de adolescentes que ven en estos productos un peligro para sus hijos. En un texto enviado a este medio por Red PaPaz, la asociación de padres de familia más grande del país, le pide a la entidad sancionar “a las compañías que comercializan los cigarrillos electrónicos sin brindar información sobre los niveles de nicotina y los efectos nocivos a la salud de estos productos.”
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¿Qué tan dañinos pueden ser los vapeadores?
El neumólogo Mauricio Orozco Levi, jefe del Centro Especializado en el Cuidado de la Salud Respiratoria, de la Fundación Cardiovascular de Colombia, explica que el líquido que contienen incluye sustancias asociadas al riesgo de cáncer, como metales pesados, formol, acroleína, acetona benceno, tolueno y alcoholes, además de la nicotina.
El médico explica que hay dos formas de consumir tabaco. La primera es la tradicional, en la que se prende un cigarrillo y por la combustión se genera humo; y otra, en la que se consume sin combustión, sin humo. Así, los cigarrillos electrónicos funcionan por medio de líquidos que mezclan diferentes sustancias, entre ellas la nicotina.
Una de las creencias entre quienes usan estos aparatos es que contienen menos nicotina y químicos asociados a la adicción y problemas de salud. Es decir, lo hacen porque creen que son más sanos que los convencionales. O, incluso, una forma de dejar la adicción al cigarrillo tradicional. Sin embargo, la Asociación Colombiana de Neumología ha lanzado varias señales de alerta. Rubén Darío Contreras, neumólogo y expresidente de dicha organización, asegura que “hay una clara evidencia que demuestra que este tipo de cigarrillos no son de bajo riesgo”. Para el especialista, “los mitos que rodean a los vapeadores y cigarrillos electrónicos pueden ocasionar un pensamiento que no es real. No es verdad que afectan menos a la salud de quien los consume”.
El galeno, que ha estado al frente de unidades de cuidados intensivos en las clínicas más prestigiosas del país, es enfático en que los vapeadores no son una técnica para transferencia del tabaco convencional hacia una forma de consumo segura. “No se debe promover el consumo de los productos que se venden para los vapeadores. No se deben combinar sustancias de forma empírica porque pueden inducir graves enfermedades”, explica Orozco.
Tanto la cantidad de nicotina como la de sustancias tóxicas que se vapean son, por mucho, equivalentes o superiores a lo que se inhala con los cigarrillos convencionales.
Huellas irreversibles
Los especialistas coinciden en que el consumo de este tipo de sustancias origina factores de riesgo para la salud. Estos aparatos provocan enfermedades respiratorias porque, en realidad, no generan vapor, sino aerosoles al consumirlos. Estas son partículas más finas y por eso llegan a una superficie mayor del pulmón, induciendo mayores riesgos.
Además, la glicerina que contienen resulta peligrosa, pues lleva al desarrollo de neumonía lipoidea, según explica Contreras. Se trata de una enfermedad pulmonar severa, sin contar con que “la nicotina también produce enfermedades cardiacas, pulmonares e intestinales, y, además, puede afectar el desarrollo cerebral de jóvenes, adolescentes e inclusive de los fetos en formación”.
Las partículas presentes en el líquido también incrementan el riesgo de cáncer, asma y de enfermedad coronaria del corazón. Adicionalmente, dicen los expertos, otras sustancias químicas como los saborizantes pueden ocasionar enfermedades pulmonares en individuos que, con dosis muy bajas, son susceptibles a desarrollar afecciones críticamente graves y muy rápidas.
En el mundo, el tema del vapeo ha provocado máxima alerta. Estados Unidos retiró cigarrillos electrónicos del mercado tras presentarse muertes en adolescentes. Aun así, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) asegura que uno de cada cinco adolescentes consume cigarrillos electrónicos desechables para evitar los controles que hay sobre los comunes. Un estudio reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que el consumo en jóvenes también se acerca a este 20 por ciento. Mientras que el de tabaco ha disminuido, el de los cigarrillos electrónicos viene en aumento.
El Congreso colombiano ha querido ponerle un tatequieto a este consumo, que se está incrementando. Aunque en el país no está tan estudiado el problema, el consumo de cigarrillos electrónicos en menores de edad también prolifera a ritmos frenéticos, según alerta Red PaPaz. Antes de la pandemia, para 2019, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas, había al menos 200.000 menores que usaban estos productos. Asimismo, un estudio reciente de la Fundación Santa Fe muestra que una parte significativa de los consumidores universitarios en Bogotá empezaron el consumo antes de los 18 años.
La mayor preocupación sobre el tema es que la regulación de estos dispositivos no se ha materializado. “Hay un atraso en Colombia frente a los cigarrillos electrónicos porque no hay un control sobre ellos. Esto permite que sea fácil para niñas, niños y adolescentes adquirirlos y que aumente su consumo”, afirma Red PaPaz en el texto dirigido a SEMANA.
La normativa que se aplica a los productos con tabaco no se ha transferido a los vapeadores. A pesar de que el Estado ha adherido algunos convenios y tratados internacionales que fortalecen las regulaciones al tabaco, se ha interpretado que no aplican a los cigarrillos electrónicos.
Por ejemplo, Red PaPaz afirma que Colombia se sumó en 2008 al Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un tratado internacional que obliga a los Estados a imponer medidas para reducir el consumo de tabaco y prevenir el riesgo de adicción a la nicotina. Estas medidas fueron implementadas en la Ley 1335 de 2009 e incluyeron puntos que ayudaron a reducir el inicio del tabaquismo en menores.
Actualmente, la Asociación Colombiana de Neumología y el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo promueven una iniciativa para que el uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores se incluya como factor de riesgo a la salud. “Se debe enmarcar en el aprendizaje y en la divulgación que estas sustancias son nocivas y que pueden ocasionar daños muy importantes”, agrega Contreras.
Colombia está en mora de tener una regulación más clara que permita proteger a los más jóvenes de usar de manera desmedida estos productos.