LOS SECRETOS DE LA JAQUECA
Medio siglo después de que la migraña fuera concebida como una afección psicosomática, se descubre que puede deberse, más bien, a una anormalidad biológica.
La migraña o jaqueca, que tantos dolores de cabeza les ha producido a los médicos, está entregando por fin sus miserables secretos a los neurólogos que estudian las funciones celulares y químicas del cerebro.
Medio siglo después de que la migraña fuera ingenuamente concebida como un síndrome psicosomático que implica tanto la constricción como la inflamación de los vasos sanguíneos en la cabeza, recientes investigaciones han revelado que se deriva más bien de una anormalidad biológica de las células nerviosas y de los neurotrasmisores muy profundos del cerebro. La nueva concepción de la migraña como una enfermedad biológica del sistema nervioso central podría contribuír a la explicación de los múltiples factores que desencadenan el dolor, del extraño espectro de posibles síntomas, y de cómo las drogas disponibles en el mercado pueden servir para prevenir o reducir los intensos dolores que produce.
La migraña, la más debilitante forma del dolor de cabeza, afecta a millones de personas en el mundo. Con frecuencia se produce en un lado de la cabeza, dura horas y en los casos más graves hasta días, y su recurrencia es tan irregular que puede presentarse lo mismo una vez al mes que diariamente. Adicionalmente al dolor que causa, que en muchas ocasiones resulta intolerable, las personas que la sufren pueden experimentar náuseas y no tolerar la luz y los sonidos. También pueden sentir distorsionadas sus funciones cognositivas, alteraciones del sueño y del estado de ánimo.
Las reacciones al stress con frecuencia pueden desencadenar ataques en personas que son propensas a sufrir jaquecas, lo mismo que muchos estímulos físicos o químicos como luces muy fuertes, cambios en la presión atmosférica, factores hormonales y hasta el consumo de algunos alimentos. Las mujeres representan cerca de las dos terceras partes de las personas que sufren de migrañas, según las investigaciones principalmente debido a factores hormonales y no, como se ha querido hacer creer, a una tendencia de la mujer a hacerse la enferma y a quejarse.
La nueva aproximación a la jaqueca, desarrollada en los últimos siete años, ha estimulado la realización de innumerables estudios neurológicos que han empezado a descubrir los mecanismos básicos de estos devastadores dolores de cabeza.
EL PAPEL DE LA SEROTONINA
Actualmente se lleva a cabo una serie de tests preliminares con una nueva droga que se cree que puede detener el desarrollo de una jaqueca al corregir una disfunción en la química del cerebro. Los primeros resultados señalan que la droga, que hasta ahora sólo se conoce con un número de serie, el GR43175, es doblemente efectiva, calma el dolor y, a diferencia de otras drogas que se utilizan actualmente para calmarlo, no tiene efectos colaterales. La droga puede estimular al menos una de las muchas funciones de la serotonina, un neurotrasmisor que se ve totalmente reducido durante la migraña. Algunos expertos piensan ahora que alguna alteración de la función de la serotonina en el cerebro es un factor importante, si no el principal responsable del dolor y otros síntomas de la jaqueca.
Sin embargo, desde 1938 se venían aceptando algunas nociones sobre la jaqueca que, hoy por hoy, resultan totalmente erradas. Entonces, el doctor Harold Wolff un prestigioso investigador de cefaleas, sostenía que el cerebro no siente dolor y que los síntomas de la migraña resultaban de una constricción de los vasos sanguíneos dentro del cerebro, inducida por el stress, y de una dilatación de los vasos sanguíneos por fuera del cerebro. Era la descripción perfecta para acomodarse a la orientación psicosomática de ese tipo de afección. Pero era equivocada.
Ahora, la teoría más común es la que sostiene que las personas nacen o adquieren una alteración de la función de la serotonina. Esa alteración puede incluír una insuficiencia de serotonina, un defecto en los receptores que permiten a las células nerviosas tomar o liberar serotonina, o una anormalidad en las enzimas que destruye la serotonina. No es una coincidencia, aseguran los investigadores, que virtualmente todas las mejores medicinas para tratar la migraña parecen actuar sobre la serotonina y no directamente sobre los vasos sanguíneos o los músculos. Tampoco es una coincidencia que la serotonina y su contraparte química, la norepinefrina, están ligadas a la depresión y a los desórdenes del sueño, rasgos que se ven comúnmente en pacientes de migraña y en familias con una tendencia genética a desarrollarla. Se calcula que el 90% de las personas que padecen jaquecas tiene una historia familiar con esa afección, lo cual indica una predisposición biológica.
Por otra parte, los expertos en la materia señalan que los principales síntomas de la migraña -dolor, alteraciones del ánimo, náusea y vómito- están bioquímica y neurológicamente ligados a través de las acciones de la serotonina y la norepinefrina en el pedúnculo del cerebro. Un experimento realizado con pacientes que tenían dolor de espalda parece confirmarlo. Quince personas que antes no habían sufrido dolor de cabeza, empezaron a experimentar jaquecas severas después de que se les practicaron implantes de electrodos en el cerebro, para tratar dolores de espalda.
El estudio detenido de estos pacientes llevó a la conclusión de que los implantes fueron hechos cerca de la región de la base del cerebro, donde la serotonina es más activa y donde se cree que se originan las señales bioquímicas que desembocan en migrañas. Se piensa que los implantes accidentalmente interrumpieron o alteraron las funciones de la serotonina en esa región.
EL AURA DE LA MIGRAñA
Recientes estudios sobre el espectro o aura de sensaciones que precede a un ataque de migraña, aportan importante evidencia sobre sus bases neurológicas. Este espectro incluye una o más distorsiones de percepción, generalmente visuales (flahses, puntos negros o imágenes bizarras como las que recogió Lewis Carroll en su libro "Alicia en el país de las maravillas"). En cerca de un caso sobre cinco, quienes padecen migraña experimentan un aura distinta, horas antes de que empiece el dolor. Otros pueden tener síntomas premonitorios como desórdenes cognitivos, cambios de ánimo inexplicables, hiperactividad o irritabilidad.
Durante décadas, el aura de la migraña fue atribuída a la constricción de los vasos sanguíneos dentro del cráneo, lo cual reducía el flujo de sangre a través de ciertas regiones del cerebro. Luego, a comienzos de esta década, un neurólogo danés, Jes Olesen, mostró que la disminución en el flujo sanguíneo que precedía al dolor de la jaqueca parecía ser el resultado de una disminución de las funciones de las células nerviosas, que se extendía a través de la superficie del cerebro. Estudios realizados con animales demuestran que el proceso comienza en el pedúnculo cerebral e involucra a la serotonina y a la norepinefrina. Según algunos investigadores, un episodio de migraña puede ser desencadenado por un evento en el lóbulo frontal del cerebro. El lóbulo interactúa con el sistema de la serotonina-norepinefrina en el pedúnculo cerebral. Inicialmente, la liberación de serotonina suprime la percepción del dolor. Luego, cuando la serotonina se reduce, surge el dolor de cabeza, con frecuencia acompañado por la inflamación de los vasos sanguíneos que están en la parte exterior del cerebro en un lado de la cabeza. La serotonina puede causar constricción de los vasos sanguíneos en algunas áreas de inflamación en otras regiones del cuerpo.
Los médicos destacan que todas las drogas más efectivas contra la jaqueca afectan la serotonina del cerebro. Algunas de ellas estimulan la acción de la serotonina en una parte del cerebro; otras bloquean su acción en otras partes.
Algunos científicos piensan que el dolor de la migraña depende de la transferencia de los mensajes que lleva la serotonina del pedúnculo cerebral, al tálamo y al hipotálamo en una región superior del cerebro. El tálamo es una parte integral del sistema de percepción y producción del dolor de todo el cuerpo. El hipotálamo, regulador y controlador de los ritmos corporales, puede determinar por qué un particular evento desencadenante como el consumo de vino rojo o la exposición a luces titilantes, puede desembocar en una jaqueca unas veces si y otras no.
Los estudios sobre la jaqueca dan pistas sobre los mecanismos cerebrales que derivan en intensos dolores y abren esperanzas para los millones de personas que en el mundo sufren de jaqueca. Sin embargo, los científicos tendrán que experimentar aún muchos dolores de cabeza más, antes de dar definitivamente con la clave de la afección o con la droga que pueda prevenirla. Pero algo es algo.