Salud
Prueba de olfato: ¿diagnóstica para covid-19?
Un nuevo estudio muestra que la clave para saber quién es positivo estaría en la nariz de las personas, aunque hay escepticismo al respecto.
La pandemia de la covid-19 ha significado un reto en muchos sentidos debido a la naturaleza de la enfermedad. La detección de los casos es uno de los grandes dolores de cabeza del mundo pues aunque qexisten pruebas serológicas, de antígenos y las PCR, ninguna es totalmente concluyente en todos los casos.
Además, la cantidad de personas con y sin síntomas que no está diagnosticada es grande. Esto genera más problemas pues, como se ha demostrado por estudios de seroprevalencia (un modelo del porcentaje de la población con anticuerpos), los casos de coronavirus siempre son mayores a los registrados oficialmente.
Es común en los centros comerciales, restaurantes y supermercados, encontrarse con un termómetro a la entrada, parte obligatoria de los protocolos de bioseguridad que deben cumplir los negocios para poder abrir sus puertas e intentar recuperarse del choque pandémico.
Si bien al comienzo de la crisis la fiebre parecía ser un síntoma de detección muy claro, el panorama cambió porque éste solo se presenta en entre el 18 y el 26 por ciento de los casos; es normal en muchas enfermedades y no es específica para la covid-19. Además, dura solo 1.5 días en promedio.
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Sin embargo, el estudio llamado “Modelado de la eficacia de las pruebas olfativas para limitar la transmisión del SARS-2-CoV”, aun no publicado en una revista científica, expone que la fiebre, un síntoma fácilmente identificable de los pacientes del virus, no tiene las cualidades necesarias para ser un método de detección eficaz.
Por el contrario, uno de los síntomas más comunes es la pérdida del olfato, que se presenta en entre un 76 y un 83 por ciento de los pacientes positivos para covid-19, incluyendo 82 por ciento de los individuos que, sin contar este sintoma, no presentan más señales de la enfermedad.
Una prueba de olfato no serviría para las personas que son totalmente asintomáticas, pero sí en las que únicamente muestran esa señal del SARS-CoV-2. El estudio muestra un modelo matemático según el cual las pruebas basadas en este sentido podrían detectar una cantidad considerable de casos, logrando así reducir la transmisión.
“Descubrimos que la monitorización de la disfunción olfativa podría reducir la propagación mediante la detección periódica y podría reducir el riesgo cuando se utiliza en el punto de entrada para eventos de un solo día”, dice el documento.
El daño en el sentido del olfato, además, puede preceder otros síntomas como la dificultad para respirar, la tos y la diarrea por días, y ha mostrado una duración de aproximadamente 7 días en los estudios clínicos.
“La prevalencia, la especificidad, el tiempo de inicio y la duración de la disfunción olfatoria combinados nos han llevado a plantear la hipótesis de que, si bien no es un síntoma evidente de covid-19 y no se informa en las encuestas de autoinforme, las pruebas estandarizadas de disfunción olfativa pueden ser una herramienta de detección valiosa pero infrautilizada”, dicen los autores del documento.
Aseguran que la modelación reciente muestra que este tipo de pruebas podrían costar muy poco, por lo que podrían practicarse con frecuencia. Además, si se crea una forma estandarizada, los pacientes podrían hacérselas ellos mismos sin necesidad de utilizar elementos de protección personal del personal de la salud.
Con todo, el estudio todavía debe ser revisado por pares, que seguramente analizarán el trabajo para detectar las limitaciones que puede tener esta tipo de metodología. Algunos desde ya señalan que sería difícil utilizar un autoexamen olfativo como requisito de ingreso a un evento, por ejemplo, cuando no todos los pacientes tienen el síntoma y cuando muchos otros siguen teniéndolo, aún semanas después de haber padecido la enfermedad.