TELEFONÍA

Lo que faltaba: propagandas al celular

Más comerciales; justo lo que el mundo necesita.

Álvaro Montes
7 de abril de 2007, 12:00 a. m.

Arthur Miller contó cierta vez en una entrevista, que recién nacida la televisión, por allá en los años 50, una agencia de publicidad le había contactado a él, exquisito narrador, para preparar los textos de uno de los primeros anuncios comerciales transmitidos entonces. "Inmediatamente supe lo que harían con ese invento", dijo el célebre dramaturgo. Bueno, es lo mismo que quieren hacer ahora con este maravilloso invento de las telecomunicaciones modernas, el teléfono móvil: convertirlo en un canal de ventas.

Se entiende que la televisión abierta se financie con anuncios. Finalmente, dados los pobres contenidos que suele transmitir la televisión en casi todo el mundo, lo mismo da que interrumpan los programas cada 10 minutos para pasar comerciales estúpidos. De hecho, uno puede ir al baño entretanto, o puede conversar con su pareja por unos segundos. También es aceptable que haya banners y otras formas de publicidad en los sitios web, porque producir contenidos cuesta y alguien tiene que pagar por ello. Es comprensible y hasta aceptable que exista la publicidad, pero ... ¿por qué también en los teléfonos móviles, que son todavía el último territorio libre de propagandas, en el mundo de las tecnologías?

La telefonía móvil es un negocio jugoso, rentable, sostenible, que se financia con el consumo. Es decir, los usuarios pagan unas tarifas -a veces altas- por el servicio que los operadores les prestan y sin el cual ya no podrían vivir (los usuarios). Si se trata de un buen modelo de negocio para los empresarios y una tecnología útil para los consumidores que la financian, ¿por qué poner anuncios? La vida de los usuarios será un infierno, pues no podrán ir al baño mientras pasan el comercial de desodorante en su teléfono celular. Habrá que soportarlo, como se soporta con estoicismo el spam en la casilla de correo.

A las compañías del sector de telecomunicaciones les parece mucha gracia anunciar que pronto transmitirán propagandas a través de los teléfonos. Nokia, por ejemplo, informa que tiene listo un par de plataformas para gestionar campañas publicitarias sobre dispositivos móviles y dos semanas atrás tuvo lugar en París un evento catastrófico, el ad:tech, la feria de las tecnologías avanzadas para publicidad, que podría marcar el inicio del fin, el Apocalipsis: la era de la publicidad sobre terminales móviles. Más comerciales, justo lo que el mundo necesita.

El gigante operador europeo Vodafone firmó recientemente un acuerdo con Yahoo para proveer a sus abonados en el Reino Unido servicios de Internet financiados con publicidad. Es el primer experimento en gran escala en el mundo y si tiene éxito, seguro se propagará como un virus. Y aunque en la actualidad la legislación restringe el marketing sobre teléfonos móviles, su éxito parece garantizado con las encuestas realizadas en varios países, que arrojaron el siguiente resultado: una gran masa de usuarios está dispuesta a aceptar publicidad en el teléfono a cambio de un apetitoso descuento en la factura mensual. Ese conocido fervor de los humanos por las rebajas y los productos gratuitos derribará la última puerta que detiene a las agencias de publicidad. Y ya no habrá marcha atrás.

La introducción de la publicidad no había sido posible antes porque los teléfonos se utilizaban casi exclusivamente para hablar; pero con la llegada de la telefonía de tercera generación (3G) que convierte al móvil en un televisor de bolsillo y en un computador de mano, la cena está servida para transmitir comerciales multimedia como los que pasan por televisión, pero con una ventaja que la hace más atractiva para los anunciantes: la publicidad puede ser personalizada y adaptada al perfil del consumidor, algo que no es posible en la televisión. Por lo pronto, se está en fase experimental y no se conocen intenciones en Colombia por parte de los operadores, a menos que el 90 por ciento de los colombianos acepte publicidad a cambio de una buena rebaja. ¿Aceptarían?