En Antioquia ya se han presentado casos de atropellamiento de tigrillos lanudos, estos animales están en peligro de extinción. Es el primer registro de atropellamiento de una especie de felinos silvestres. | Foto: Laura Sáenz Cervantes

Enfoque Nacional

Animales atropellados, otra amenaza a la biodiversidad en Colombia

La conservación de fauna y flora en Colombia no solo debe lidiar contra la deforestación, el mercado negro y la caza. La construcción de vías y los accidentes de carretera también podrían ser un empujón para la extinción

10 de diciembre de 2018

Perros, gatos, palomas y ratas: ese el inventario de animales que mueren atropellados en las grandes ciudades. Casi todos los días los vemos tendidos en las vías principales, en parte como consecuencia de su acelerada reproducción en las calles y plazas. Pero en carretera, es decir en las zonas rurales, las especies atropelladas no son una plaga sino todo lo contrario, cada pérdida de un ejemplar podría significar un paso más hacia la extinción local. 

Al año, en Estados Unidos, hay 253.000
accidentes de tránsito con animales implicados,  según el Departamento Federal de Transporte y Administración de Autopistas. De estos, el 90 por ciento tiene que ver con atropellamiento de venados y se cree que el 50 por ciento de los accidentes entre la fauna y los vehículos pesados no son reportados. No se trata de un gato o un perro cruzando una autopista, esta misma fuente reporta que alrededor del Parque Nacional Saguaro (en el estado de Arizona) los carros atropellan 51.000 animales al año, de los cuales 1.400 son aves, 26.000 reptiles, 6.500 mamíferos y 17.000 anfibios. Esas cifras se traducen en la pérdida de individuos que podrían contribuir a la conservación de sus especies. No importa que estén en áreas protegidas, si hay vías cercanas o incluso en medio de la zona de reserva, los animales corren el riesgo de chocarse contra una máquina de 1,75 toneladas a una velocidad promedio de 112 km/h.

En Latinoamérica el problema es igual de grave según los estudios, además de que se sabe que hay un subregistro considerable. En Brasil, que tiene registros fiables desde 1999, se estima que los casos de atropellamiento de fauna corresponden a 1.775 especies de aves y 623 de mamíferos. Estamos hablando de la nación con mayor biodiversidad en el mundo.

Colombia es segunda en el mismo ranking, pero los estudios locales aún no alcanzan a dimensionar la magnitud de este fenómeno en todo el territorio nacional. “En Brasil llevan más de 20 años haciendo estudios en todas sus carreteras con todas las variables y estableciendo las especies con más atropellamiento. En Colombia esa información todavía la estamos levantando”, explica Juan Carlos Jaramillo, docente e investigador del Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín, coordinador de la red colombiana de seguimiento de fauna atropellada (RECOSFA). La aplicación móvil que lleva el mismo nombre de la red es la que utilizan varios organismos oficiales para hacer el registro de animales atropellados en vías. Es un primer esfuerzo por recopilar datos y saber qué tanto está afectando el atropellamiento a la conservación de algunas especies.

De acuerdo con la Fundación Omacha, los osos meleros(Tamandua tetradactyla)  son los animales más atropellados en las carreteras intermunicipales de la Orinoquía. © FUNDACIÓN CUNAGUARO


 

Qué dicen los estudios

Si bien no existe un monitoreo unificado y permanente para saber cuánta fauna se atropella en Colombia, estudios recientes muestran los primeros procesos de investigación en zonas estratégicas para la conservación de la fauna, como La Orinoquía, el Valle de Aburrá y el valle del río Magdalena.

De acuerdo con la fundación Panthera Colombia, la fauna silvestre atropellada en el valle del río Magdalena es de 45 individuos por kilómetro recorrido al año. En el Casanare, según la Fundación Cunaguaro, cinco osos meleros son atropellados semanalmente en la vía que comunica Yopal con Pore, un tramo de 80 kilómetros de carretera. En el valle de Aburrá, solo en la ladera del suroriente, se reportan 26 especies atropelladas de las 39 que habitan en este ecosistema. Los animales más atropellados, si se combinan los datos recopilados en diferente regiones del país, son los osos meleros (hormigueros), las zarigüeyas, los osos palmeros, especies de serpientes y sapos, el zorro de monte, los armadillos y las aves. 
 

 

Las poblaciones de reptiles y anfibios se ven afectadas por el tráfico de fauna y a lo que se suma el atropellamiento de sus individuos. © FUNDACIÓN CUNAGUARO


Las investigaciones hasta el momento no se han quedado en el simple conteo de cadáveres de animales en las vías. También identificaron ‘puntos calientes’, tramos de carretera en los que el choque entre vehículos y animales es más frecuente. Incluso han identificado algunas variables y características de estos puntos estratégicos para explicar este fenómeno y desarrollar soluciones que realmente funcionen.


De acuerdo con Renzo Ávila, de la Fundación Cunaguaro, estos puntos calientes “en su mayoría están relacionados a zonas de corredores biológicos, o sea en hábitats ideales para estas especies, pasan por ríos o por caños”. Esto tiene que ver con una de las variables que los investigadores han identificado: la fragmentación de hábitats.

A nivel nacional e internacional, el principal problema que relaciona a las carreteras con el atropellamiento es que las nuevas mallas viales se diseñan y construyaen sin estudios previos sobre hábitats, esto implica que una carretera podría partir en dos el hogar conocido de animales silvestres. La consecuencia es lógica: las especies deben cruzar esa frontera artificial y esquivar vehículos que pasan a altas velocidades.

No es el único efecto colateral de la construcción de vías en medio de corredores biológicos. Las carreteras también pueden aislar un hábitat, contaminar el entorno y promover la colonización a sus orillas.


«Es una discusión compleja: ¿qué hacemos con la malla vial? El país la necesita. Se necesita transportar de todo. Se habla de que el país tiene un retraso de 30 años en malla vial. Además del acceso de cazadores, cuando tu construyes una vía va generando colonización. Tu haces un kilometro y se van poniendo los que venden café y los que venden la empanada, y luego hacen una posada, luego una estación de servicio... y se va generando una colonización a lo largo de las carreteras, que es uno de los grandes problemas»  

FERNANDO TRUJILLO, Fundación Omacha


 

 

La extensión total de las carreteras en Colombia suma 16.600 kilómetros, eso es un poco más que el diametro del planeta, y solo teniendo en cuenta las carreteras principales. Los proyectos que se están ejecutando para ampliar esa malla vial continúan, y parece evidente que la infraestructura del país no se va a detener por la conservación de especies, pero Fundaciones como Cunaguaro y Omacha están trabajando junto con las comunidades, conductores e incluso otras instituciones (públicas y privadas) para crear proyectos de infraestructura más amigables.

 

Las fundaciones dedicadas a la conservación coinciden en que los pasos de fauna no mitigan el problema de forma significativa, pero es un primer paso para encontrar soluciones más efectivas. © FUNDACIÓN CUNAGUARO


 

Sin estudios no hay soluciones  

En Colombia,  de los 142.000 kilómetros de vías terciarias que comunican a los centro urbanos con las zonas rurales, cerca del 65 por ciento se encuentra en regular o mal estado. Es decir, que las comunidades alejadas de las ciudades, incluso las que están al pie de las mismas, necesitan carreteras. Pero el problema de la fauna atropellada también requiere soluciones, y según los investigadores, las señales de animales en la vía no bastan.  
 


«Por la infraestructura de nuestro país, ellos(el gobierno) no van a hacer un puente estilo los que hacen en Holanda o en Alemania para que pasen precisamente la fauna por ahí, no se va a hacer, pero lo que sí se ha hecho es, por ejemplo, modificar esas alcantarillas, los pasos aéreos de fauna que no sean tan costosos para mitigar el problema».
 

RENZO ÁVILA,  Fundación Cunaguaro


 

Los puentes verdes como los que se construyen en Holanda y Nueva Zelanda parecen una utopía. Pero las fundaciones han implementado campañas de concienciación con las comunidades, los transportadores y los operarios de concesiones viales. Por ejemplo, la Fundación Omacha, en su programa de conservación de armadillos implementó talleres para concientizar a los camioneros del Meta y Casanare. Pegaron calcomanías en sus vehículos y discutieron en que puntos debía reglamentarse una reducción de velocidad .

Esta fundación, cuenta su director Fernando Trujillo, diseñó y repartió volantes al lado de las vías, recopiló material audiovisual para divulgar la problemática y se asociaron con RECOSFA, la iniciativa de registro de atropellamientos vía teléfonos inteligentes. De acuerdo con el investigador, “toca identificar esos sitios claves donde hay mayor accidentalidad e intentar poner como unas barreras para que los animales no atraviesen por ahí, hacer unos pasos de fauna y al mismo tiempo tratar de trabajar con los conductores para reducir velocidades en ciertos tramos”. Mientras no se realice un muestreo a nivel nacional, las soluciones podrían tardar mucho más.

El atropellamiento de fauna ya figura en simposios y en cátedras medioambientales, incluso el interés de las instituciones públicas y privadas está creciendo, pero los estudios hasta el momento son insuficientes. Mientras se crea que la solución es una señal de tránsito, que los conductores comunmente ignoran, no existirán medidas mitigatorias comprobadas. En el segundo país más biodiverso del mundo, cada minuto hay un animal aislado por la expansión de las carreteras o atropellado. En Brasil se dieron cuenta del problema hace 20 años, cuando empezaron a investigarlo, en Colombia apenas se comienza a a recopilar información. Ojalá no sea demasiado tarde.


POR: Laurasofía Polanco | Bogotá
@SonrisaDeLima