Proteccionismo mala leche
Todo parece indicar que las políticas proteccionistas del gobierno con el sector lácteo terminaron perpetuando la dependencia de los lecheros, que no han aumentado su productividad hace tres décadas.
Aún cuando Colombia pasó de producir unos 5 millones de litros diarios de leche en los años 80 a poco más de 19 millones de litros en la actualidad, ese renglón de la economía continúa en ciernes, al menos en términos de productividad. Así lo estableció un reciente estudio de Fedesarrollo, que analizó el comportamiento de esa industria en el país y en la región. Los resultados sorprenden.
Mientras que países como Argentina o México han demostrado crecimientos, Colombia está hoy prácticamente en el mismo lugar que en la década de los 90. En la gráfica, la productividad lechera del país es una larga línea horizontal sin inclinación alguna.
¿Por qué? La razón, dice el economista Mauricio Reina, uno de los autores del informe, tiene que ver, sobre todo, con las políticas proteccionistas del Gobierno nacional, muchas veces contradictorias, que han agudizado las deficiencias de un sector que aunque cuenta con unidades productivas muy competitivas es dominado por productores ineficientes.
Hoy Colombia produce cerca de 19 millones de litros diarios de leche. En los 80, la producción no pasaba de 5 millones. ©John Jairo Lopera.
Para Fedesarrollo, la regulación del precio de la leche, por ejemplo, ha ocasionado distorsiones en las señales del mercado, lo que ha terminado por alejar a los productores de la ruta de la competitividad. Y aunque el panorama no es alentador, la peor parte estaría por venir, de cara a los tratados de libre comercio que suscribió Colombia con EE. UU. y con la Unión Europea.
“Mientras el sector estuvo protegido de la competencia internacional, sus deficiencias se mantuvieron relativamente inadvertidas. Sin embargo, ahora las cosas son a otro precio”, advierte Reina. Agrega que eso significa mayores erogaciones del Gobierno para atender la sobreoferta de leche y, por otro lado, desplaza crecientes volúmenes de producto hacia el mercado informal, que de acuerdo con estimativos podría ascender a la mitad de todo el mercado.
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No obstante, Carlos Enrique Cavelier, coordinador de sueños y presidente de Alquería, ve el vaso medio lleno. “Es cierto que tenemos muy baja productividad, lo cual supone una oportunidad enorme. No habría nada qué hacer donde tuviéramos altos niveles de productividad sin que el negocio diera”, aseguró.
Para el empresario, el país podría convertirse en un exportador importante si, separándose de las políticas proteccionistas, dirigiera los esfuerzos oficiales a un binomio perfecto, según explica: crédito y educación.
“No creo que la cifra de ganaderos en el país que lleven contabilidad o balance de sus fincas supere el 10 por ciento”, aseguró Cavelier. “Aquí, más que subsidios, se necesita educación y asistencia técnica. El grueso de las fincas se manejan como se hacía 50 años atrás”, sentenció.
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Carlos E. Cavelier, de Alquería, cree que el país está frente a una gran oportunidad. ©Pilar Mejía.
LA FÓRMULA SECRETA
A pesar de estas situaciones las cosas tienden a mejorar. Desde 2013, un proyecto de cooperación internacional con la embajada de Nueva Zelanda y el Ministerio de Agricultura de Colombia ha logrado, nada más que con buenas prácticas, incrementar la productividad de unas cien familias lecheras en Cundinamarca, Boyacá y Nariño.
Se trata del proyecto ‘Cadena de Valor Láctea’, que en algunos casos duplicó e incluso triplicó el ingreso neto por hectárea del productor, con solo repensar el negocio, adaptar y validar principios neozelandeses, según explica Juan Fernando Vela, coordinador de la iniciativa.
El proyecto ‘Cadena de Valor Láctea’ duplicó e incluso triplicó el ingreso neto por hectárea del productor, repensando el negocio, y adaptando y validando principios neozelandeses.
“Lo primero es poner al principio de la actividad el insumo más abundante y barato que hay en Colombia: el pasto”, explica. Ahí, aprender a manejarlo y cosecharlo acorde con las curvas de crecimiento parece ser la clave, agrega Vela. La idea básica es aprovechar los ciclos de crecimiento de los pastos que, bien aprovechados, permiten tener más animales por hectárea y por ende más ingresos para los productores.
Y aunque ese proyecto aún es marginal, tiene un efecto de demostración muy importante para el país, y es que sí se puede ser competitivo, incluso a niveles de Nueva Zelanda, líder mundial en competitividad del sector lácteo.