San benito abad, Sucre
San Benito Abad: el municipio donde la tierra es de todos y de nadie
El conflicto por algunos predios de este municipio de Sucre, que cuenta con la mayor cantidad de cuerpos de agua del país, ha enfrentado históricamente a campesinos y ganaderos. Aunque muchos quieren trabajar la tierra de manera sostenible, nadie tiene certeza de su propiedad
El orgullo de los pobladores de San Benito Abad por la riqueza de su tierra contrasta con las necesidades de muchos de ellos. Es difícil comprender cómo el municipio más extenso de Sucre no da abasto para sus pobladores en 1.592 kilómetros cuadrados, con la mayor cantidad de cuerpos de agua del país representados en 114 ciénagas, además de caños, zonas bajas y playones.
Históricamente el municipio y los territorios cercanos han vivido de la pesca y la agricultura. Pero en la actualidad, la riqueza de sus afluentes se ve amenazada en parte por el cambio climático y por la sedimentación y la contaminación de sus aguas: la minería cambió la forma de vida de los ecosistemas. Y la situación la agravan las diferentes disputas por algunos terrenos en el municipio.
Más tierra, menos ciénaga
En la década de los 60 y 70, con la creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), se conformaron comités para hacer formales las actividades agropesqueras e impulsar diferentes dinámicas económicas que buscaban mejorar la calidad de vida de los habitantes del municipio. Todo funcionó con relativa tranquilidad hasta que empezaron las disputas por las tierras, producto de la sedimentación de la ciénaga.
Según el Centro Nacional de Memoria Histórica y algunos relatos de la población del municipio desde 1981 campesinos y ganaderos se disputan los predios cercanos a las ciénagas. La muerte, en hechos aún no esclarecidos, de Samuel Pupo García, un campesino que buscaba tierras para cultivar fue el detonante de los conflictos que continúan hasta hoy.
Hernando Benítez León ha sido líder campesino en San Benito Abad desde los años 70 con la creación de la ANUC. Ha sufrido varios atentados e incluso se ha visto obligado a solicitar protección al estado. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
Para Hernando Benítez, campesino de la región, que resultó herido cuando mataron a Pupo García, “esto se viene desarrollando desde hace 32 años, comenzó con el Incora, luego el Incoder y hoy con la Agencia Nacional de Tierras. Esto tiene tintes políticos, el Estado debe ser más eficiente con las comunidades pobres y su necesidad de tierra y además, debe proteger las ciénagas que se están perdiendo por la sedimentación producto de las minas en el nudo de Paramillo y la Serranía San Lucas. Eso ha afectado al río San Jorge”.
La sedimentación redujo la pesca y en parte disparó el conflicto de tierras. “Anteriormente aprovechábamos las ciénagas para pescar. Ahora debemos hacerlo para cultivar, pero los ganaderos y grandes terratenientes solo la usan para la ganadería extensiva”, agregó Benítez.
En esta dinámica también han entrado algunos campesinos asentados en estas tierras cenagosas que, ante la poca claridad de títulos de propiedad, arriendan lotes para la cría de animales. La pregunta es ¿a quién corresponden estos terrenos y cuáles son los proyectos productivos más viables?
Complejos cenagosos como “Machado” y “Palomo”, hacen parte de los terrenos que antes eran ciénagas y hoy en día son usados para cultivos y ganadería. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
El problema se agravó con el paso de los años a tal punto que muchos habitantes de San Benito Abad no saben realmente cuáles predios están baldíos o cuáles tienen dueño.
Aseguran que la ANT se comprometió con asistir al municipio y formalizar 302 hectáreas del sector conocido como ‘Caño Palomo’, que hace parte del complejo cenagoso de ‘Machado’. Si esta idea se materializa, podría marcar un precedente y dar tranquilidad a toda la población.
Campesinos divididos
Como los campesinos del municipio llevan al menos 30 años esperando la intervención estatal para formalizar estos predios, muchos resolvieron adaptarse a la realidad actual y realizar diferentes actividades allí, dependiendo de las necesidades que se presenten.
Unos siembran alimentos para autoconsumo y otros, arriendan tierras para la cría de ganado, lo que afecta la fertilidad de los suelos. De otro lado están los hacendados ganaderos quienes dicen que esos territorios son de su propiedad.
Las tierras a orillas de la ciénaga son producto de la sedimentación y, en la actualidad, están secas cuatro o cinco meses. El resto del tiempo permanecen inundadas.
En San Benito Abad las plantaciones de plátano son unas de las más comunes por su clima tropical húmedo. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
“Por estos conflictos en 2010, mataron a mi nieto y a mi hija y no he tenido ningún tipo de reparación. Si nosotros no estuviéramos acá ya hubieran metido ganado, estamos a la espera del proceso que realiza el Estado”, aseguró Esilda de Lambraño, campesina de la zona, una de las víctimas de las disputas territoriales.
Por otra parte, en Cholén (otro complejo cenagoso de la región), algunos habitantes también esperan la intervención de la ANT para resolver estos conflictos de tierras que han generado desacuerdos. Algunos pobladores más ven con escepticismos el registro que lleva el Estado sobre estos terrenos.
«La mayoría de baldíos están en manos de ganaderos, pero si hay un beneficio debe ser para todos, si se tiene que hacer un sacrificio, tiene que ser de todos. La gente de Guayabal ha ido cercando la ciénaga y sembrando pasto. Uno tiene que explotar la tierra de acuerdo a las necesidades para que sea productiva: la zona alta para sembrar y la baja, para arrendar»
miembro del Comité Ciénaga de Cholén
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El Profesor Hidaldo Rodríguez Vergara tiene una licenciatura en Ética y Religión y desde los 12 años trabaja en el campo. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
Otro de los miembros de este comité es el profesor Hidaldo Rodríguez Vergara, docente de la Institución Educativa María Inmaculada del municipio y campesino por vocación desde los 12 años. Él, como muchos otros campesinos, cree que mientras no se formalicen las tierras y se defina la vocación económica y productiva de los terrenos baldíos, estos deben ser explotados según las necesidades de los campesinos.
Además el profesor sostiene que: “la ANT debe analizar muchas particularidades en estos territorios, definir si a estos humedales conviene o no meterle animales, si son aptos para la piscicultura, la arborización; qué semillas son aptas en ese terreno o qué proyectos productivos pueden ser exitosos, de manera que también se proteja el ambiente. Además claro está, del tema de propiedad”.
Hernando hace presencia desde los años 70 en el territorio pero debido a su edad y a las constantes amenazas, ha tenido que reducir su labor. Por esta y otras razones el liderazgo en la zona se ha fragmentado. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
Ganaderos, la otra cara del conflicto
Al ser un tema de dos partes es importante conocer la visión de algunas de las asociaciones ganaderas presentes en la zona. Para José Pérez de la Ossa, ingeniero agrícola de profesión y administrador de la sociedad ganadera de su familia con presencia en este territorio desde hace más de veinte años, esta situación es muy delicada y puede generar tensiones de orden público.
“Estas son tierras de difícil acceso en las que históricamente no ha habido presencia del Estado, muchas de las escrituras originales de estas tierras datan del siglo XIX, han sido de mi familia desde hace cinco generaciones”, explicó Pérez de la Ossa.
Las familias campesinas se asientan en estos terrenos baldíos para sembrar maíz y plátano, por 4 o 5 meses, durante el verano. También arriendan los terrenos para ganadería y durante el resto del año algunas personas se quedan para pescar. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
Muchas de las asociaciones ganaderas de esta zona argumentan que las ciénagas hoy sedimentadas hacen parte de sus predios. Mientras que los campesinos ocupan estas tierras alegando que no tienen dueño.
“Los campesinos reclaman tierras que se secan, nosotros teníamos nuestros terrenos cercados y una vez estos se comienzan a sedimentar ellos quitan las cercas y colocan unas nuevas y así todo a la fuerza. Yo creo que detrás de esto, también hay intereses de políticos de izquierda que quieren ganar votos y prometen tierras”, agregó Pérez de la Ossa.
De igual manera, los ganaderos argumentan que siempre han actuado en legalidad y cumplen con el pago de impuestos y aportan a la generación de empleo. De hecho, según ellos, tuvieron que recurrir a las autoridades para evitar la ocupación de terrenos.
La voz del Estado
Según los datos proporcionados por la Agencia Nacional de Tierras, Sucre cuenta con dos terrenos baldíos, equivalentes a 398 hectáreas. Uno en Tolú y otro en San Benito Abad, del que se habla en este reportaje ‘caño Palomo’ con 302 hectáreas, no aparecen los terrenos de Cholen.
“El predio Caño Palomo, es un playón comunal que fue identificado por la ANT a través del deslinde realizado por el Incora en 1994 mediante Resolución 4935, por la cual se procedió a deslindar y determinar los terrenos de propiedad de la Nación que conforman dicho playón comunal”, confirmó la máxima autoridad en tierras.
Los líderes del comité campesino Ciénaga de Cholénluchan por que se formalicen las tierras y se defina la vocación económica y productiva de los baldíos. © Manuel Andrés Cadrazco Martelo
Al recibir la denominación de ‘playón comunal’, este predio es inadjudicable de manera permanente. De hecho, sobre este tema la ANT argumenta que: “en nuestra facultad de administrador de tierras baldías de la Nación, se viene adelantando el reglamento de uso y manejo de playones y sabanas comunales, para tal propósito la ANT ha realizado estudios técnicos, ambientales, económicos y sociales en el territorio, para posteriormente cumplir con la identificación, deslinde, delimitación o zonificación de estos terrenos, según corresponda”.
Los conflictos territoriales en San Benito de Abad siguen estando vivos. Sus habitantes están a la espera de que se clarifique la situación de estos territorios, para evitar más muertes y explotar la riqueza de este municipio de forma sostenible.
*Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Javeriana