Ciénaga, Magadalena
El renacer de Ciénaga
El turismo se convirtió en una herramienta para que Agustín Lara ayude a las personas a trabajar en equipo, a mejorar su economía y a disfrutar de la paz que ahora hay en Ciénaga, Magdalena
En medio de las plantaciones de bananos y el ardiente sol de Ciénaga, Magdalena, creció Agustín Lara. Su padre y su abuelo dedicaron toda su vida a esta industria y le heredaron ese conocimiento que le permitió llevar sustento a su hogar y continuar con esta tradición familiar. Pero en los años 2000 el sector cayó en declive debido a la creación, un año atrás, del municipio de Zona Bananera, y debió comenzar de nuevo.
Como Agustín, muchas de las familias de Ciénaga quedaron en medio de la tristeza por la incertidumbre económica que vivía el municipio. Sus habitantes optaron por la informalidad o la delincuencia debido a la falta de oportunidades y a esto se sumó el conflicto armado, que desde hacía años sembraba terror en el pueblo.
Sin embargo, este cienaguero de 51 años, quien estudió Turismo, se aventuró a impulsar este sector en su tierra natal. Agustín sabía que lo primero que debía hacer para comenzar este arriesgado emprendimiento era recorrer el territorio, labor que cumplió a cabalidad desde el 2005. Y con el tiempo pudo mostrarle a propios y a extranjeros las bondades de Ciénaga.
El comienzo no fue fácil. Ante la falta de visitantes, Agustín tuvo que alternar su sueño del turismo con otras actividades, como el mototaxismo o la venta de maíz para poder sostener su familia. Aun así, este objetivo siempre estuvo en la mente de este cienaguero y después de tantos ires y venires, en 2011 fundó una asociación de guías turísticos y logró demostrarle a la comunidad que se puede potenciar esta actividad económica en el municipio.
Ciénega fue declarado en 2012 Pueblo Patrimonio del país, por su historia, cultura y riqueza arquitectónica, lo que impulsó más el turismo.
En la actualidad, Agustín dedica 10 horas a la semana para realizar talleres de transferencia de conocimiento, como él los llama, a 200 jóvenes de cinco instituciones educativas. “En esos eventos, les explico cómo funciona el turismo y cómo puede ser una alternativa para sus vidas, teniendo como principal pilar el cuidado del medioambiente. Lo más bonito de mi labor es el orgullo que siente mi familia, la confianza de la comunidad y los beneficios que puede traerles para el futuro”.
Su vocación y trabajo comunitario hicieron que Agustín fuera nombrado embajador de la reconciliación de Usaid y Acdi/Voca: “para mí es todo un honor, es una responsabilidad grande porque la gente deposita su confianza en mí y me consideran garante de muchos procesos y yo siempre trato de ayudarlos”, afirmó.
Agustín Lara dedica 10 horas a la semana para realizar talleres de transferencia de conocimiento a jóvenes de diferentes instituciones y su sueño es ver su legado en Ciénaga © Acdi Voca
Además, algunas poblaciones cercanas a Ciénaga y que fueron golpeadas por la violencia también han tenido algunos cambios. Por ejemplo, en La Secreta, una vereda cercana al municipio de Ciénaga y que sufrió una masacre paramilitar en 1998, empezaron a cultivar y vender café orgánico y complementan sus ingresos con agroturismo, actividad enseñada por este embajador de la reconciliación. De hecho, así nació la Ruta Cafetera de la Paz.
“Quisiera que todos conocieran Ciénaga, tanto colombianos como extranjeros. Acá tenemos mar, ciénagas, el único termal del Caribe, avistamiento de aves y el único túnel de hielo del país. Mi sueño a cinco años es ver a los jóvenes que han hecho los talleres trabajar en turismo y que me reemplacen”, concluyó Agustín.
Ciénaga fue declarado Pueblo Patrimonio del país por riqueza arquitectónica | © César García