Hace cuatro años se formó el club Héroes de Honor conformado por exmilitares que perdieron una de sus extremidades en la guerra. | Foto: Esteban Vega

Bogotá, Bogotá

Exmilitares les gambetean a las heridas del conflicto

Héroes de Honor es un equipo de fútsal formado por exsoldados víctimas de minas antipersona que, además de meter goles, se mentalizan para ganarle a la desesperanza y enviar un mensaje de paz y reconciliación.

25 de septiembre de 2019

Más de siete mil soldados han sido mutilados por minas antipersona en medio del conflicto armado colombiano, según la Dirección para la Acción Integral Contra Minas Antipersonal (DAICMA).  Una de estas víctimas es Nelson Ramírez, quien hace 11 años perdió su pierna derecha en el Caquetá y ganó una nueva misión: hallar un sentido no solo para su propia vida, sino para las de sus compañeros. 

“Pertenecía a la fuerza de tarea conjunta Omega. El 4 de febrero del 2008, después de una operación en contra de Raúl Reyes, en un descanso, colocando mi hamaca, pisé la raíz de un árbol y escuché un estruendo”, recuerda. Después solo hubo dolor y confusión.

Tras la operación, que no pudo salvarle la pierna derecha, Nelson empezó el proceso de rehabilitación con otros militares en el batallón de sanidad del Ejército. Y entonces, un día, se le ocurrió volver a patear un balón.“Les propuse a varios cursos que nos echaramos un partido. Desde ahí, nos reuniamos a jugar fútbol con bastones”. Después de unos años, Nelson decidió formalizar ese 'combo' y creó el club Héroes de Honor, un equipo pionero en Colombia de futsal con jugadores que tienen prótesis debajo de la rodilla. Nelson es el director del grupo, en el que todos son militares.

 

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 Todos los jugadores del este club consideran que esta iniciativa es un ejemplo de cómo superar la condición de víctimas. © Esteban Vega


La iniciativa es apoyada desde hace 8 meses por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que cuenta a los miembros del equipo dentro de las 11.775 víctimas de mina antipersona que hay en el país, según la oficina del Alto Comisionado para la Paz.

“Nosotros somos los encargados de recuperar las memorias de estas víctimas y estamos haciendo un esfuerzo especial con los militares porque nos parece que ellos aportaron una alta dosis de sacrificio en este conflicto de más de 50 años”, dijo Rubén Darío Acevedo, director del CNMH.

El equipo entrena dos veces a la semana y ha jugado partidos de exhibición, torneos en varias ciudades del país y además cuenta con patrocinadores que los han apoyado con indumentaria y sitios de entrenamiento, entre otros.
 

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Este club de futsal, conformado por soldados profesionales que juegan con protésis buscan llevar un mensaje de paz y reconciliación. © Esteban Vega

“En la cancha cabemos todos”


Jhon Bedoya, historiador del CNMH y quien trabaja con el grupo de militares, asegura que el proceso de rehabilitación ha sido satisfactorio, aunque recalca que generalmente se desconoce el papel de los uniformados en el conflicto.

“Es importante que el país vea que la amalgama de víctimas no tiene solamente a civiles. Los militares requieren todo nuestro apoyo para sus procesos de recuperación: la física y la emocional”, dijo Bedoya.

Otro de los exsoldados profesionales que hace parte del club es Daniel Reyes, quien fue militar por 12 años hasta el día en que estando en La Julia, Meta, en una actividad de registro y control, el conflicto le hizo una mala jugada.

“Hubo un hostigamiento a la base, el área estaba minada y caí. Gracias a Dios fui solo yo: en la zona había 10 minas más”, recuerda Daniel, el arquero titular del equipo. 

Agrega que después del accidente se sumergió en el alcohol y tuvo problemas de sobrepeso, pero cuando conoció de este programa con la ayuda de sus compañeros descubrió que podía hacerle el quite a sus problemas para hacer cosas mejores con su vida y desde entonces alienta a los jóvenes a que no hay que “achicopalarse” ante las circunstancias.
 

El país pasó de tener 1.228 víctimas de minas antipersona en 2006 a 82 en lo que va corrido de 2019, según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
 

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Jugar con protésis, concuerdan estos jugadores, es como aprender a caminar por segunda vez.  Agregan que han sabido sacarle provecho a esa desventaja© Esteban Vega


Uno de los defensas del equipo es Juan Gabriel Gamba y recuerda como fue el día en que su carrera como militar terminó.

“Estaba en el área rural de Chigorodó, Antioquia, pertenecía al batallón 46 de infantería Voltigeros, era cabo segundo, el 19 de abril de 2008 tocaba ir de apoyo y seguridad a una actividad de erradicación de cultivos ilícitos y yo estaba pasando revista a los centinelas, hablé con un soldado, seguí mi camino y accioné la mina”, recuerda Juan Gabriel, quien llevaba hasta ese día siete años en el Ejército.

Agrega que hacer parte del equipo no fue fácil por la afectación con la que quedó después del accidente y a pesar de su actitud reacia a la invitación que le hizo Jhon Ramírez, aceptó ir a jugar un partido. “Me quedó gustando y desde ese día no he dejado el equipo”.

Ahora, el objetivo es conformar la selección Colombia de futsal con prótesis, crear más clubes a nivel regional y seguir siendo un ejemplo para la sociedad, como dice el director Nelson. "Queremos seguir llevando con el juego un mensaje de paz y reconciliación", agrega.