Briceño, Antioquia
El último viaje del puma que fue envenenado en Briceño, Antioquia
La muerte del primer puma con collar de telemetría satelital en el país, no solo es una pérdida para esta especie cada vez más amenazada, sino una desventaja científica para conocer más de su comportamiento
Relativamente cerca a los bosques de la zona amortiguadora del Parque de los Nevados, en el barrio La Enea, al oriente de Manizales, fue rescatado el pasado 15 de diciembre de 2017 el puma que fue noticia la semana pasada cuando se encontró su cuerpo sin vida en una vereda entre los municipios de Briceño e Ituango en el Norte de Antioquia.
Cómo empezó la historia
Este puma, inicialmente desorientado por las explosiones de la pólvora decembrina a finales del año pasado, llegó hasta una zona urbana y la comunidad, tras alertar a la Corpocaldas, observó cómo después de dos horas varios profesionales lo rescataron y se lo llevaron a las 8 de la noche para la reserva forestal Torre 4, sobre la vía al Nevado del Ruiz, propiedad de la Corporación.
Cuando el puma de apenas dos años llegó a las instalaciones de la corporación ambiental fue valorado por los expertos, en perfecto estado de salud y desarrollo, y de inmediato se gestionó con una empresa norteamericana la instalación de un collar para monitorear sus movimientos, y para documentar con más detalle la vida de estos ejemplares en el país.
Apenas cuatro días después de haber sido rescatado, a las 6 de la mañana del 19 de diciembre, empezó el operativo para que el felino fuera liberado nuevamente, esta vez con la posibilidad de seguir sus pasos y así conocer más de su vida, principal interés para la comunidad científica.
Mapa del recorrido que arrojó el collar de seguimiento del puma
Esta fue la primera vez en el país que un puma había tenido un dispositivo como este y, según las autoridades ambientales, arrojó información valiosa para el conocimiento de la especie a nivel nacional. Uno de los datos más asombrosos es que en ocho meses de monitoreo, el animal se desplazó 2.500 kilómetros en línea recta, con un promedio de desplazamiento por día fueron 11 kilómetros.
En su última ruta, el felino pasó por municipios cercanos al Valle de Aburrá, en Antioquia, como Caldas y Angelópolis, hasta llegar a la parte alta del municipio de Ituango y Briceño.
“En los recorridos estuvo muy cerca a varias ciudades, sin causar ningún daño a las personas, sin siquiera ser visto por humanos”, indica Ospina y añade que en sus recorridos estuvo muy cerca de lugares donde había ovejas o ganado vacuno sin que se presentara ningún ataque por parte del felino:
“No tuvimos ningún reporte de conflicto durante los ocho meses, lo contrario, el único reporte fue cuando desafortunadamente, la comunidad atentó contra este animal”.
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Una vez las señales del collar indicaron que el puma había salido de la jurisdicción de Corpocaldas, y llegó a Antioquia, hicieron el reporte a Corantioquia, como principal autoridad ambiental de este departamento. Mientras tanto, las señales del collar siguieron llegando a la autoridad ambiental de Caldas y estas las remitieron a Antioquia hasta el pasado sábado 4 de agosto, cuando dejaron de recibir información.
Pintura de Consie Powell, de Kays y Wilson, Mammals of North America, © Princeton University Press (2002)
Clase | Mamífero |
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Orden | Carnívoro |
Familia | Félidos |
N. Binomial | Felis concolor |
Descripcion | Gran gato de color uniforme, gris o rojizo; parte inferior del cuerpo blanca. |
Talla | De 1,05 a 1,95 m |
Peso | De 67 a 103 kg |
Distribución | De Canadá a Argentina |
Habitat | Desde el mar hasta 3.300 m de altitud en Estados Unidos (California) |
Alimentación | Carnívoro |
Social | Solitario |
Madurez | Entre 2,5 y 3 años |
Reproducción | Todo el año |
Gestación | 3 meses (de 82 a 98 días) |
Crias | Entre 1 y 6; 3 o 4 por término medio |
Peso al nacer | Entre 220 y 450 gr |
Longevidad | 10-12 años en libertad; 19 años en cautividad |
Población | Unos 20.000 individuos al norte de México. Población desconocida al sur de México y en América del Sur; en aumento en Estados Unidos y Canadá |
Estado | Oficialmente protegido |
A propósito de algunos comentarios en redes sociales, Óscar Ospina, médico veterinario de Corpocaldas, aclara que el collar no tiene ninguna relación con la muerte del puma: “El collar no significa un esfuerzo para que el animal circule con él y la instalación no le causa ninguna molestia; es similar a colocarle un collar a un perro. El diámetro del cuello está perfectamente calculado”.
Por el contrario, con este collar, que pesa alrededor de 190 gramos, se pudo seguir su rastro desde el momento de su liberación en la zona de amortiguación del Parque de los Nevados, muy cerca de donde fue capturado. “Se eligió este lugar porque hay una red de cámaras trampa que han detectado otros individuos de la misma especie, porque es una zona protegida y porque el animal provenía de este lugar”, explica el doctor Ospina.
H En una de las fotos a través de las que se comprobó la muerte del puma, todavía permanecía con el collar localizador. —Corpocaldas
La búsqueda del puma (y su collar)
“Este es un animal que no se acerca mucho, por alguna situación fue detectado por personas que habitan la zona y le dieron muerte”, explica Luz Adriana Molina, Subdirectora de Ecosistemas de Corantioquia e indica que cuando conocieron la muerte del puma empezaron una investigación que los dirigió hasta Briceño, en el norte del departamento, para iniciar la búsqueda del cadáver y la investigación para identificar el responsable de la muerte.
Molina señala también que “la administración municipal de Briceño nos brindó apoyo y realizamos visita de campo el día 9 de agosto, se abrió un proceso preliminar para intentar hallar a los responsables, pero en este proceso no logramos recuperar el cuerpo”, relata la funcionaria ambiental y asegura que la corporación sigue la investigación e intenta recuperar, ya no el cuerpo, por las duras condiciones del terreno, sino el collar.
Jesús Mazo es campesino de la vereda Orejón. Fue quien orientó y sirvió de arriero a los funcionarios de Corantioquia por la vereda donde murió el puma. “Ellos estuvieron por acá y no encontraron ni el collar ni el animal. Cuando vinieron sí lo vieron, pero estaba muy fétido”, recuerda Jesús. Él y su esposa Eugenia, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda, comentan que al parecer el animal se había acercado a comerse unas gallinas y por esa razón fue envenenado. Jesús cuenta, además, que esta fue la primera vez que en la vereda veían un animal como ese.
Tendencias
En una de las fotos que llegó a manos de las autoridades, y que es el último registro conocido del puma, ya no tenía ataviado el collar de seguimiento. — Corpocaldas
Una pérdida salvaje
Al puma lo vieron por última vez en las fotos que empezaron a circular, en unas tenía el collar y en otras estaba sin el dispositivo, al fondo de un acantilado. Las autoridades están de acuerdo en que ambas pérdidas son lamentables para la comunidad ambiental pues “se pierde un ejemplar valioso para la conservación de la especie, pues el puma estaba iniciando su vida reproductiva”, asegura el médico veterinario de Corpocaldas.
Según los profesionales ambientales de Corpocaldas y Corantioquia, esta especie solitaria y nocturna que caza presas pequeñas como venados, guaguas, armadillos y hasta serpientes, se encuentra en peligro por la reducción de su hábitat y del ataque frecuente de las comunidades. En el país, según Corantioquia, esta especie solo se reporta en Antioquia, Chocó, Bolívar, Magdalena y en la Orinoquía y Amazonía.
Por otra parte, perder el collar es también perder una oportunidad única para el país de conocer información básica para la conservación de la especie, y para que se superen los conflictos entre los grandes felinos y los ganaderos que se quejan constantemente de la “amenaza” que estos representan para su negocio.
Esta especie, según Molina, solo sale a buscar animales domésticos cuando en su ecosistema no encuentra suficiente alimento. Según la subdirectora, con la pérdida del puma se pierde la posibilidad de conocer sus recorridos, los corredores ecológicos y el papel que pueden cumplir las zonas protegidas, que recientemente supervisan las entidades ambientales territoriales y nacionales.
Por eso, los profesionales de ambas corporaciones autónomas hacen un llamado a conservar esta especie, que pese a lo que pueden pensar los campesinos y ganaderos que le temen, rehúye de cualquier contacto con los humanos: “La solución no puede seguir siendo, simplemente, atentar contra los pumas y la biodiversidad. Hay que buscar alternativas sostenibles y cambiar un poco esa mentalidad depredadora”, concluye Ospina.
POR : Yenifer Aristizábal / Editora en Antioquia