Ginebra, Valle del Cauca
Ginebra, Valle, el ejemplo de que se puede modernizar el campo con ideas locales
Estas son tres historias de proyectos educativos, medioambientales y de servicios básicos liderados por mujeres del municipio. Así transforman a sus comunidades
Adaptarse a nuevos tejidos sociales ha representado un verdadero reto para las comunidades campesinas de Ginebra, en el Valle del Cauca. Un reto casi tan difícil como desplazarse desde el parque principal del municipio hacia sus veredas. Pero con el paso del tiempo ha sido posible.
A Ginebra lo distinguen por ser un pueblo con variedad agrícola y agropecuaria. También por su gastronomía, aunque sobresale más por su singular sancocho de gallina. En cuanto a la cultura, en el municipio se organiza el Festival de Música Andina Mono Núñez, altamente concurrido.
Entre los 21.000 ginebrinos, las mujeres campesinas que emprenden desde la ruralidad hoy se destacan por su tenacidad y verraquera. Estas son algunas de sus historias e iniciativas:
LIDERESAS EN GESTIÓN DE UN RECURSO VITAL
En la vereda Cocuyos, ubicada a 30 minutos de la cabecera municipal, las mujeres han tenido un gran protagonismo como parte fundamental del buen vivir. Con entereza y orden han conseguido crear el primer acueducto comunitario, que brinda el servicio de agua potable sin afectar las fuentes hídricas del sector.
“La idea de llevar a cabo este acueducto surge de la necesidad de obtener el agua. Se realizó la gestión con el Instituto Mayor Campesino (IMCA) y con la fundación Ayuda en Acción para empezar a construirlo consiguiendo tanques, tuberías, entre otros materiales, que hoy hacen parte del acueducto Altamira”.
- María Ligelli González, lideresa de la Junta de Agua -
El acueducto Altamira es supervisado por ocho familias del sector, quienes mediante el apoyo del IMCA y la alianza con la organización iberoamericana Ayuda en Acción han desarrollado fines colectivos que parten de una mirada integral y que permiten profundizar en términos culturales, políticos, medioambientales y económicos, buscando siempre garantizar una mejor calidad de vida.
El IMCA es una organización orientada al servicio de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes que, junto a instituciones afines, realiza proyectos de sostenibilidad —principalmente a nivel local— y forma cognitivamente a los habitantes de la zona rural en la apropiación del territorio.
“Debemos demostrar que somos fuertes, capaces, que podemos estar presentes en cualquier actividad, luchar en pro de la comunidad”.
- Ligelli González-
Igualmente, Ayuda en Acción es una organización de cooperación internacional con más de 35 años de experiencia que lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión, partiendo de acciones de desarrollo territorial en beneficio de todos los habitantes. El apoyo de las mujeres ha sido fundamental para este tipo de actividades en la comunidad. Las familias a cargo del acueducto se distribuyen las labores, sin poner límites a sus capacidades.
LUCHANDO POR EL DERECHO DE LA NIÑEZ
La formación de niños y niñas a partir de una educación integral e inclusiva es cada vez más necesaria en los distintos contextos sociales. El hogar infantil ‘Mi pequeño mundo’, ubicado en Ginebra, atiende a 150 infantes entre los diez meses y los cinco años de edad. En este sentido, desde la primera infancia se busca reconstruir un tejido social que permita que ellos tengan validez y significación en su territorio.
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Johana Perafán, trabajadora social y una de las encargadas del área administrativa del hogar infantil, afirma que aún se evidencian principios y particularidades del modelo tradicional de educación y formación en las familias ginebrinas. Sin embargo, ha sido promotora de nuevas metodologías que integran planteamientos que promueven el libre desarrollo de la personalidad.
“Para fomentar nuevos tipos de prácticas, empezamos a realizar un juego de roles. Las niñas debían ir a la zona de herramientas y los niños tenían que dirigirse a la cocina o jugar con los bebés de juguete. La idea es que comprendan otras realidades, se vinculen y valoren”, apunta Perafán, quien asegura que es clave que los menores entiendan la relevancia de ambos roles por medio de actividades lúdicas.
NUEVAS OPORTUNIDADES
La preocupación por el medioambiente tiene un eje primordial en la comunidad. El IMCA y Ayuda en Acción se han visto interesados en contribuir para que los ginebrinos puedan ejecutar planes de gestión integral de residuos (bajo el decreto 2981 de 2013). En compañía del Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA- han construido proyectos de formación y emprendimiento en donde lideran y son partícipes algunas mujeres del sector.
Adriana y Ana Milena Ropero son dos hermanas emprendedoras que crearon una organización conocida como TPAM —Transformadoras Por un Ambiente Mejor—. Ellas se concentraron en la recolección y valorización de recursos sólidos teniendo como principal objetivo disminuir el impacto de la contaminación ambiental, entendiendo que el 98 por ciento de la basura producida por los habitantes desemboca en el relleno sanitario.
“Iniciamos en 2012 con una encuesta en la comunidad, que se aplicó para identificar aproximadamente a 150 personas que serían vinculadas a la actividad de separación de residuos en la fuente. Empezamos a regalar bolsas de color gris y verde para recolectar residuos orgánicos e inorgánicos”.
- Ana Milena Ropero -
Las hermanas Ropero se han encargado de construir una Estación de Clasificación y Aprovechamiento (ECA), que a pesar de que no les genera un ingreso fijo, les posibilita reciclar y vender a empresas o particulares más de 13.000 kilogramos de plástico al año.
Por ello, la alianza del IMCA y Ayuda en Acción empezará a vincular a 500 familias implementando talleres de capacitación que extiendan el conocimiento de separación en la fuente, donde estas mujeres son el ejemplo del ‘poder hacer’ en beneficio de la comunidad.
Es así como las ginebrinas demuestran que son el progreso de su población. Lideresas como Ana Milena y Adriana Ropero, Johana Perafán y María Ligelli González destacan por su disciplina, fortaleza y talento para ejercer diferentes actividades que las empoderan en su rol de mujeres. Esto les permite adquirir habilidades que amplían la cosmovisión y posibilita el acceso a los distintos procesos sociales que van cambiando el sentido y los panoramas del sector rural.
Pero aún más importante que los anterior: motiva a otras mujeres a que inicien una nueva historia.
TEXTO: Natalia Rivera Joya y Angyelennic Caicedo Mueses.
FOTOS: Angyelennic Caicedo Mueses.