Enfoque Nacional
11 destinos turísticos que han sabido aprovechar el posconflicto
Después del desarme de las Farc, el turismo se ha convertido en la alternativa de desarrollo para más de una decena de departamentos. Estos 11 proyectos que fomentan el turismo en nuevos territorios de paz son reconocidos en Colombia y el mundo
Desde la firma del acuerdo de Paz, en 2016, nueve regiones afectadas por el conflicto vieron en el turismo la oportunidad de salir adelante y dinamizar su economía. Así, se han generado más de 2.000 empleos, se han formalizado a 95 guías turísticos y se están capacitando otros 200. Algunas están más adelantadas que otras, pero todas las regiones están convencidas de que tienen todo para lograr un turismo bien hecho: con ideas, planificación, increíbles paisajes y lo más importante, comunidades comprometidas.
Magdalena, Bolívar, Antioquia, Chocó, Meta, Putumayo, Caquetá, Cauca y Vichada empezaron a invertirle al sector, algunos desde hace más de 20 años, y a buscar la formalización. Tienen algo en común: su potencial turístico es enorme pero aún desconocido, pues se trata de lugares poco explorados en el país. Las primeras acciones han funcionado y el reconocimiento de la Feria de Turismo de Madrid, Fitur fue prueba de ello: en enero de este año, La Fundación de Turismo InterMundial Seguros otorgó a estos departamentos (agrupados en el programa de Turismo, Paz y Convivencia del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo) el premio al Turismo Responsable.
El éxito de las iniciativas turísticas premiadas está ligado directamente con la percepción de seguridad en cada departamento, después de la firma de los acuerdos. “Estos nuevos territorios, que antes no estaban en el mapa turístico de Colombia, se están convirtiendo en uno de los grandes potenciales del país, ejes de desarrollo económico y de empleo para generar estabilidad a las comunidades”, asegura Juan Pablo Franky, viceministro de turismo.
Aquí les presentamos 11 iniciativas que se destacan por el turismo de naturaleza y bienestar y son un ejemplo de reconciliación, organización y formalización:
1. Camino Teyuna, Sierra Nevada de Santa Marta
En 2014, la Sierra Nevada recibía 9 mil turistas, en 2018, se registraron alrededor de 26 mil. © LEÓN DARIO PELÁEZ
Ciudad Perdida, también conocida como Teyuna en lengua kogui, es un ejemplo de cómo un territorio puede superar la guerra y el narcotráfico para convertirse en uno de los atractivos turísticos más importantes del país. El desarrollo se evidencia desde la comunidad. En muchos casos, habitantes que no terminaron el colegio por temas económicos y sociales en época de conflicto, ahora ven una oportunidad en el turismo y la opción de conseguir el título profesional como guías. Ya son 56 guías turísticos formalizados, 11 en proceso de formación y 6 esperando la próxima oferta de cursos.
Los interesados se agruparon en gremios y empresas que trabajan articulados para que el turista haga una caminata de cinco días hasta llegar a Ciudad Perdida. CorpoTeyuna es la asociación a la que pertenecen estos amantes y expertos del trekking, nació en 2014 y representa a comerciantes y comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta. La mayor ganancia de esta alianza es dejar de verse como una competencia y depender el uno del otro para causar en el viajero una experiencia inolvidable.
“Hemos construido tejido social porque es una población que, después de terminados los diálogos de paz, no tuvo muchas oportunidades para salir adelante, y al unirnos por el turismo, logramos que víctimas y ex combatientes trabajaran articuladamente, dejaran de cultivar coca (su actividad principal por muchos años) y emprendieran como mototaxistas, cocineros, guías, hoteleros y artesanos”, señala Luz Enith Cañas, directora ejecutiva de la corporación de turismo comunitario sostenible de Ciudad Perdida y Sierra Nevada de Santa Marta, CorpoTeyuna.
2. Urabá Antioqueño
La oferta turística del Urabá se basa en el turismo de naturaleza, cultural y de conocimiento. ©URABA BIRDING / CORTESÍA MINCIT.
Otro de los grandes atractivos del Urabá es el atardecer en las playas de Uveros. ©EDGAR PAUTH FLOREZ / CORTESÍA MINCIT.
A pesar del flagelo de la violencia que ha permanecido latente, en el Urabá antioqueño se comenzó hablar de turismo desde 1996. El conocimiento sobre el tema era escaso, pero sabían que tenían potencial en el turismo de naturaleza y en el de sol y playa. Chigorodó, Carepa, Apartadó, Turbo, Necoclí, San Pedro de Urabá, Mutatá, San Juan de Urabá y Arboletes comenzaron a destacarse por los manglares, el avistamiento de aves, la pesca artesanal, las muestras artísticas y las plantaciones de banano, que tienen una historia cultural y gastronómica en la región.
Urabá no siempre ha tenido vocación turística, durante el conflicto armado la violencia lo aisló de los visitantes, de ahí que las playas aún sean vírgenes y representen un atractivo inusual para el turista que llega. “El turismo es un renglón económico que está cogiendo fuerza y al ser transversal a los demás sectores productivos, genera mano de obra ubicada, más ingresos y mayor sentido de pertenencia de la comunidad”, resalta el director de turismo de Turbo, Elkin Villalobos.
La comunidad del Urabá está convencida de que la forma de vida ha cambiado desde que entendieron la importancia del turismo en su región. Son conscientes de que antes de pertenecer a programas como el de Turismo y Paz eran estigmatizados."Ahora hay un poco más de confianza de las comunidades y los empresarios, también de la gente que nos visita. Aún faltan romper paradigmas, pero hemos avanzado mucho”, reconoce Juan Montoya, líder y operador de viajes de Antioquia.
Esto ha servido para que los operadores y las comunidades de Urabá se organicen. Invierten el tiempo en talleres de atención al cliente, estrategias de marketing y economía. También han logrado alianzas con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo para lograr la construcción de muelles y corredores turísticos y están comprometidos con la formalización. En municipios como Necoclí, por ejemplo, los 120 asociados a programas turísticos cumplen con las normativas y siguen estudiando sobre el tema.
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Las comunidades en el Chocó concuerdan en que el éxito de su región estará en el cuidado del medioambiente y el fortalecimiento de la Paz. © CORTESÍA MINISTERIO DE COMERCIO, INDUSTRIA Y TURISMO.
3. Darién Chocoano
El turismo nació en el Chocó con la idea de subsanar la infraestructura débil, la falta de atención médica y hospitalaria, las condiciones desfavorables de saneamiento básico y la falta de electricidad. Aunque muchos de estos problemas continúan, ‘A preservar’, asociación encargada de coordinar parte del turismo en la región está convencida de que la cara del norte del Chocó ha cambiado.
Esta iniciativa que recibe alrededor de 100 mil turistas al año registró en la última temporada alta (de diciembre a enero) 60 mil turistas nacionales y extranjeros, por lo que esperan que a finales del 2019 la cifra se duplique. El atractivo de su oferta se basa en el aviturismo, la visita a ríos, cascadas, reservas y playas con arrecifes coralinos. Además, están convencidos de que la amabilidad le suma puntos al destino, por eso la estancia del turista va más allá de conocer un lugar bonito. Su gran apuesta es brindar experiencias.
«El mayor beneficio de estar dentro de programas como el de Turismo y Paz es decirles a los violentos y a los actores armados que nosotros queremos trabajar y queremos vivir distinto. En este momento encontramos el turismo como contraposición a la guerra y queremos seguir creciendo en ello».
CLAUDIA MONTOYA, Directora de ‘A preservar’, asociación de prestadores de servicios turísticos del Darién chocoano.
4. Sierra de la Macarena, Meta
En el Meta, se quiere replicar el modelo de Caño Cristales a las demás veredas y municipios que también tienen increíbles atractivos naturales. © GABRIEL ROJAS / CORTESÍA MINCIT.
En los 90, la Macarena era un lugar en el que conflicto armado dificultaba el crecimiento de la población y el territorio: la deforestación y los cultivos ilícitos frenaron cualquier tipo de desarrollo en la región, pero Caño Cristales fue uno de los primeros destinos que contribuyó al cambio de esa realidad.
En esta zona de la Sierra de la Macarena se juntaron varias asociaciones para prestar un servicio de calidad en 'el río de los cinco colores’: había grupos de guías profesionales y se empezaron a formar otros, se identificó al operador de canoas, a los hoteles y restaurantes y se comenzaron a dar cátedras en colegios rurales y comunidades sobre medioambiente para generar conciencia sobre la fragilidad de este territorio, que poco a poco se estaba entregando a los turistas. El compromiso es tan alto que incluso hay niños agentes de conservación de este parque nacional.
La belleza de este destino y la formalización de sus operadores han hecho que la experiencia del turista sea grata y aumente cada vez más. Entre el 2012 y el 2017 el número de visitantes anuales del municipio pasó de 3.847 a 15.907, un crecimiento de 313,5%.
El éxito de esta iniciativa no solo se basa en la cantidad de gente que llega a visitarlo, sino en cómo los habitantes trabajan con otros destinos del Meta para desarrollar un producto turístico similar. Este es el caso de la Laguna del Silencio, Lejanías, Mesetas y San Juan de Arama, lugares en los que primero se está realizando una planificación turística para conocer lo que tienen, qué tipo de viajero quieren recibir y qué servicio pueden ofrecer, para luego sí abrir sus puertas al público.
5. ‘Paraísos ocultos’ en Mesetas, Meta
El ETCR cuenta con modulos de alojamiento, de salud y de ocio. ©Mauricio Enriquez -PNUD
‘Paraísos ocultos’ es un corredor ecoturístico en Mesetas – Uribe en el que se visitan lugares que estaban ocultos por el conflicto, como la cascada de Caño Rojo. El senderismo y el torrentismo son las principales actividades de esta iniciativa, que además trabaja con el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación 'Mariana Páez' y también en 'Simón Trinidad'.
«Esta es la oportunidad de mostrarle al mundo todo lo que pueden conocer, también es una manera recibir más apoyo para visibilizar esta iniciativa a nivel nacional e internacional. Mejorar los senderos y las condiciones para que el turista que nos visite se sienta cómodo y quiera regresar».
LUIS SALAZAR, líder del proyecto Ambientes para la paz y ambientes para la reconciliación, Paraísos Ocultos.
Blogueros describen este lugar como uno de lo más biodiversos de Colombia. Son 175 kilómetros de fauna, flora y cascadas para hacer turismo de manera diferente y generar un aporte a esta comunidad compuesta en un 30% de excombatientes de las FARC y 70% de organizaciones locales, como Juntas de Acción Comunal, comités, asociaciones, gremios y cooperativas.
6. Valle de Sibundoy, Putumayo
No hay registros oficiales de turistas en esta zona, pero según Migración Colombia, el año pasado llegaron 78 mil visitantes al Putumayo. © CORTESÍA MINCIT.
El Valle de Sibundoy, en Putumayo, tiene 4 municipios habitados por dos comunidades indígenas: Sibundoy y San Francisco (territorio camentsa) y Santiago y Colón (territorio inga). Hasta hace 20 años los turistas no tenían en el mapa a este municipio del noroeste del Putumayo y la comunidad tampoco estaba preocupada porque los visitaran, pero cuando el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo empezó a tentarlos con la idea de promoverse como destino, comenzaron a interesarse.
Para lograrlo, líderes de la comunidad tuvieron que tocar “puerta a puerta” para intentar convencer a los habitantes de que podrían desarrollarse y beneficiarse con la llegada de viajeros. La resistencia estaba en que había estudios, revisiones y proyectos previos en la región, que nunca se concretaron.
Las comunidades indígenas son las anfitrionas del turista en el Valle de Sibundoy. © CORTESÍA MINCIT
Después de insistir, todos los interesados comenzaron a reunirse, a capacitarse con ayuda del Mincit y se apropiaron del discurso turístico de la región. El resultado de la unión de la comunidad se evidenció en la creación de la organización de turismo comunitario de Putumayo Tsabaniñe Chaquiñambe (palabras en inga y camentsa que traducen el camino del buen vivir), que para ellos representa un turismo hecho con el espíritu, un valor agregado para ofrecerle al turista.
Su oferta se basa en los planes de bienestar en los que se conocen prácticas de ambos pueblos indígenas y los lugares sagrados para ellos, como volcanes y aguas termales, también se explica la relación que tienen con los espíritus de la naturaleza. “Estamos muy motivados porque estamos programando reuniones cada mes y en todo lo que hemos hecho hemos estado las 33 iniciativas del Putumayo, nadie tiene falta”, recuerda Diego Jamioy, miembro de la comunidad Camentsa y cogestor de turismo y paz para el Valle de Sibundoy.
7. Florencia, Caquetá
En Florencia el turista puede encontrar planes de torrentismo, senderismo y de conexión con la naturaleza y las comunidades indígenas. ©CÉSAR GARCÍA
Caquetá fue una zona de difícil acceso por el conflicto, pero hoy, gracias al turismo organizado, son cada vez más los que llegan a la 'puerta de oro de la Amazonía' y quedan con ganas de volver. Su mayor atractivo es la naturaleza, las cascadas, los ríos y los planes de aventura, que se han ido posicionando con el tiempo y que hoy soy reconocidos por el gobierno a nivel nacional.
Llevan dos años en un proceso de fortalecimiento en el programa de Turismo y Paz del Mincit y les ha servido para mejorar sus servicios y mostrarle al país sus potencialidades. Jenny López, consultora turística de Florencia, asegura que con el turismo “personas que nunca habían podido salir de su vereda como excombatientes, indígenas y campesinos, ahora están llevando su propuesta turística a diferentes ciudades de Colombia”.
En mayo de 2019 Caguan Expeditions representará al país en el International Rafting Federetion en Australia. ©CAGUAN EXPEDITIONS
8. San Vicente del Caguán, Caquetá
Cinco exguerrilleros de las FARC y tres miembros de la comunidad de Miravalle, en San Vicente del Caguán, se capacitaron para ser guías de rafting en el río Pato y ahora viven del turismo. Su oferta también se basa en el senderismo y la cosecha de alimentos, que ofrecen al turista.
Caguan Expeditions es la unión entre comunidades y reincorporados que nace para hablar de turismo y reconciliación. Esta persistencia hizo que la Federación Nacional de Rafting los convocara para ir al campeonato Mundial de 2019 en Tully, Australia, donde participarán en el marco de la recién creada Bandera de Paz de la FIR. Una oportunidad para que conozcan a otros equipos, intercambien experiencias y compartan su historia.
En San Vicente hay un puñadito de guerrilleros que quieren salir adelante, que se han puesto la camiseta para representar a Colombia y por eso seguimos requiriendo apoyo”, insiste María de los Ángeles Vargas, miembro del ETCR Miravalle y de la iniciativa turística Caguan Expeditions.
9. Cauca
Se calcula que los martes de mercado llegan más turistas. Son 2.500 al año únicamente este día. ©DIANA CAMPO / CORTESÍA MINCIT
Uno de los principales atractivos de Silvia es su mercado, que se destaca por ofrecer gastronomía típica de la región. ©WILSON DOMINGUEZ / CORTESÍA MINCIT.
Hace dos años, en el día internacional del turismo (27 de septiembre), empresarios de Silvia, Puracé - Coconuco y Suárez decidieron ingresar al programa Turismo y Paz de Mincit para ampliar el alcance de su oferta y el reconocimiento nacional e internacional. Una de las razones cruciales para hacerlo es la conservación de la cultura de la etnia misak (guambianos), quienes aún usan vestidos tradicionales, conservan su lengua materna, principios y creencias.
Este municipio al oriente del Cauca también es conocido como ‘la Suiza de América’ por su privilegiado clima y su paisaje montañoso. Cada año, más de 2.500 turistas van a desconectarse del estrés de la ciudad y a aprender de la historia de Silvia. Además, van por las artesanías, especialmente por las mochilas, que pueden dejar un ingreso de 400 mil pesos por día para el artesano. Javier Álvarez, operador turístico de Silvia, explica que “aunque el dinero es importante para el crecimiento de la comunidad, es mucho más valiosa la posibilidad de ver a su comunidad expresada en la mochila que lleva un viajero. Eso tiene mucho significado”.
10. Vichada
La Isla de Santa Elena, en medio del Río Orinoco, en Vichada, ofrece un plan de turismo comunitario basado en la riqueza natural que tiene esta área. ©AGROPESCA NOVOA / CORTESÍA MINCIT.
La pesca deportiva ha sido la actividad bandera de este departamento desde hace 20 años, pero ahora los empresarios de la región, gobierno y comunidades quieren ampliar la oferta turística. Desde el 2017 se están desarrollando planes y alianzas con actores sociales de Vichada para sacarles provecho acertadamente a los paisajes de este destino de los llanos orientales.
Además de la pesca deportiva, el aviturismo, el ecoturismo, el recorrido por el maravilloso río Orinoco y la visita al Parque Nacional el Tuparro están atrayendo más turistas. Se calcula que el Tuparro pasó de recibir en temporada alta a 600 turistas en 2016, a mil en 2017, aún no se tiene la cifra exacta del año pasado, pero empresarios percibieron el doble de turistas.
El principal impacto del turismo en Vichada ha sido la visibilidad del departamento y el sentido de pertenencia que ahora tienen sus habitantes por sus paisajes. Los operadores turísticos de la zona se han organizado para que el turista tenga un producto completo y quienes venían haciendo turismo desde hace tiempo, como la Agencia de Viajes Agropesca Novoa, están ayudando a los nuevos emprendimientos a salir adelante.
11. Montes y Palenque, en Bolívar
El programa de Turismo y Paz de Mincit busca fortalecer a los territorios que fueron afectados por el conflicto. ©LEON DARIO PELAEZ/ SEMANA
En estos programas turísticos se han invertido más de 125 mil millones de pesos. ©LEÓN DARIO PELAEZ/ SEMANA
Hoy 300 familias palenqueras trabajan en turismo. Para la región es un sector que les ha permitido transformarse como comunidad y dejar de lado el estigma del conflicto que los rodeó por muchos años para empezar a hacer cosas distintas. El etnoturismo es la bandera de este territorio reconocido por la música, la gastronomía, la historia, su lengua, el deporte y la medicina tradicional.
En los Montes de María se hace algo parecido, se aprovecha la memoria del territorio ubicado entre los departamentos de Bolívar y Sucre, en el Caribe colombiano, para hacer turismo comunitario y destacar la resiliencia de los montemarianos durante y después del conflicto armado. También se aprovecha la biodiversidad del territorio, en un bosque tropical seco, para hacer senderismo y recorrer los ríos que rodean el municipio.
El turismo ha sido una herramienta que ha resignificado el pasado de estas 11 regiones, por eso se sigue impulsando nacional e internacionalmente como una alternativa de desarrollo. El nuevo petróleo, le llama el Gobierno de Iván Duque. Dentro de este impulso al sector, el trabajo de reconciliación que se viene haciendo entre las comunidades y los ETCRs también es fundamental, porque “los ex combatientes tienen mucho conocimiento sobre los territorios y por eso, vale la pena darles la oportunidad de crecer en el sector, porque ellos ya saben dónde están las aves, los ríos y todas las potencialidades de las regiones para atraer turistas”, asegura Mauricio Artiñano, de la Misión de verificación de las Naciones Unidas. Estas 11 iniciativas ya demostraron que pueden ser exitosas, lo que sigue es que se conviertan en modelos replicables en regiones donde también se respira el posconflicto y hay potencial turístico.
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