Buenaventura, Valle del Cauca
Las recetas con sabor a Pacífico de Calixto Vida
Sus platos tradicionales reflejan la riqueza de la región y la sabiduría de sus ancestros. ¿Cómo sanar el cuerpo y el corazón con una buena receta?
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Le hace honor a su apellido: Calixto Vida. Todos los días, en medio de los árboles y el cantar de las aves, prepara sus manos para crear algo nuevo. Sale de su casa, camina por el jardín y escoge las mejores plantas para las recetas. Si necesita el horno de leña, recoge algunos troncos y los lleva de vuelta. Luego vuelve a su cocina, un recinto entre árboles y hojas secas, y se alista para mezclar raíces, condimentos, frutas y otros ingredientes naturales que sus manos convierten en deliciosos manjares tradicionales.
Nació en Guapi, en el litoral pacífico del Cauca. Ahora vive en Buenaventura y se dedica a la cocina tradicional. Siguió el camino de sus tatarabuelos, abuelos y padres, que usaban el horno de leña y cultivaban hierbas en la azotea o en el jardín de la casa. Inició a los 10 años, cuando les cocinaba a sus cinco hermanos menores. Salía a sembrar y a recoger maíz, arroz, yuca y plátano. Desde ese momento, aprendió que en la cocina tradicional no se mide con cucharaditas sino con puñados, y en vez de gramos, en pizcas de sal o ramitos de cilantro. Al igual que sus ancestros, Calixto es un cocinero empírico que calcula y cocina con el corazón. “Lo que hacemos es heredar la sabiduría de nuestros ancestros africanos. Trabajamos con un talento innato y espiritual, como místico”, dice.
Esa habilidad gastronómica le ha valido el reconocimiento de compadres, vecinos y de todo un país. En el Petronio Álvarez del 2012, y entre 360 sabedores, la cocina de Calixto fue la segunda mejor del Festival. No le quedó nada por ofrecer, vendió todo lo que había llevado. Sin embargo, su participación en el Petronio llegó hasta el 2015. Prefirió hacerse a un lado y vender sus productos por aparte. Durante los 365 días del año comercializa productos como el tumbacatre, la crema de viche y el arrechón 13 potencias, tres bebidas afrodisíacas y típicas de la región. Este año, la pandemia supuso un desafío para venderlos, por lo que la Fundación Memorias Colombia lo contactó. Hoy sus productos viajan desde Buenaventura hasta Bogotá.
Calixto participó en varias ferias distritales en Bogotá. Allí daba a conocer sus productos. Paola lo conoció en una de esas ferias. © Cortesía Paola Carvajal
Paola Carvajal lo recuerda como un hombre alegre y carismático. Calixto participaba en las ferias culturales del Distrito y vendía sus bebidas típicas. “Era la voz de las víctimas —cuenta—. Transmite su historia a partir de lo positivo, no solo desde la tristeza. Así fue nuestro primer contacto con él”. Ella es directora de la Fundación Memorias Colombia, una iniciativa solidaria que inició en marzo y trabaja con víctimas y reincorporados. El proyecto ayuda a comercializar los productos de estos emprendedores que quieren llevar un trocito de su tierra a la mesa de los bogotanos. Paola recordó a Calixto y lo incluyó en Memorias Colombia para ayudarlo con sus bebidas. “Más que productos, son mensajes y sabores de sanación. Así los denomina”, dice.
Cocina con bejuco, raíces de plantas y condimentos ancestrales. También con frutas y moluscos. Sus tatarabuelos y abuelos le enseñaron a aprovechar lo que da la tierra para hacer deliciosos productos. En su infancia trabajó con la panela, el coco, la miel y la caña. Lo importante es hacer recetas naturales a favor del cuerpo, la mente y el espíritu. “Ese es el objetivo principal, contribuir con la salud y bienestar de quienes consumen nuestro producto”, cuenta Calixto.
Ese principio culinario lo ha hecho merecedor de halagos y aplausos. Los clientes de Memorias Colombia, e incluso otros emprendedores, exaltan la calidad y el sabor de sus productos. Para Paola, esto es importante por el desconocimiento que hay sobre la cocina tradicional de nuestro país. “En Colombia suelen preferir los tragos comerciales, no esas bebidas propias que debemos conocer —dice Paola—. Están hechas con lo que da nuestra tierra. Son bebidas artesanales y que sirven para que las personas se acerquen a la tradición y también a los territorios golpeados por el conflicto”.
Calixto fue desplazado por el conflicto en 1998. No le gusta dar muchos detalles por seguridad y reserva. “Estaba en Buenaventura, en la zona rural, cuando eso estaba prendido en candela —recuerda—. En ese pueblo no quedó nadie”. Ese año estaba haciendo un curso de derechos humanos en la zona rural del municipio. Abandonó el lugar, se radicó en Cali, pero siguió con su misión: trabajar por la comunidad, en especial por aquellos que, como él, fueron víctimas del desplazamiento y la violencia. Antes de ser cocinero, Calixto es ciudadano afro y defensor de la justicia y de la comunidad.
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© Cortesía Calixto Vida
“Nací con un defecto o una virtud, y es que la injusticia no me agrada. Amo y quiero la justicia porque es la hermana de la verdad”, dice. Por eso, siempre ha preferido las enseñanzas y las lecciones sociales. Uno de sus primeros logros fue ser delegado ante el gobierno de César Gaviria para asignar el presupuesto que convertiría el Transitorio 55 de la Constitución Política en la Ley 70 de 1993, que reconoce a las comunidades negras del país.
Si quisiera colgar sus diplomas o certificados laborales, no le alcanzarían las paredes de su casa. Ha pasado por la Universidad del Valle, por la Icesi y el Sena. Realizó diplomados o cursos sobre derechos humanos, liderazgo y creación de empresas. Lo mismo ocurre con su trayectoria laboral. Trabajó en la Alcaldía de Buenaventura, en la Gobernación del Valle y en otras organizaciones locales como la Asociación de Usuarios Campesinos del Litoral Pacífico, o asociaciones de población desplazada por la violencia.
Esa misma convicción por la justicia fue un argumento para seguir cocinando. Cree que las buenas recetas son una buena manera de ayudar a la comunidad y exaltar esa tradición pacífica que, a veces, pasa inadvertida en otros lugares del país. Aparte de las tres bebidas que comercializa con Memorias Colombia, la cocina de Calixto también tiene espacio para licores como la Mistela, el Canelín y el Viche Curao’. Además, tiene una lista de 70 platos típicos del Pacífico que son todo un deleite: sancocho de pescado; sudados de piangua, de tollo y de calamares; y sopas de piangua y de camarones.
“Estoy en mis 71 años y me siento con mucha fuerza, con mucha capacidad de trabajo. Deseo aportar para mejorar la calidad de vida de mi comunidad, de los colombianos. Puedo aportar mucho bienestar, conocimiento e ideas”, dice Calixto. Esa sabiduría también la ha compartido con sus ocho hijos, que también son expertos en la cocina tradicional e incluso reproducen recetas típicas en sus propios restaurantes.
Espera que los días que vienen le traigan más cocina y más lecciones para aprender. A cada momento, le agradece a sus ancestros y a Dios por ponerlo donde hoy está y por darle esa habilidad de cocinar con el corazón. “Con lo que Dios me ponga en las manos soy feliz —dice Calixto—. Vivo una vida maravillosa porque estoy bien con lo que tengo y sé que si sigo trabajando puedo conseguir lo que no me había imaginado”. A casi 500 km de distancia, Paola espera conocerlo pronto. No por videos ni por fotos sino de frente, para tomarse un café y hablar sobre esa historia de vida que Calixto prefiere contar en persona y no por teléfono. “Es importante que los compradores sepan que están apoyando a un emprendedor y que lo conozcan”, dice Paola.
Mientras tanto, en Buenaventura el sol se asoma con timidez. Como todas las mañanas, Calixto se alista para otro día más de vida y de cocina. Se viste con un traje largo y colorido, de los que usaban sus ancestros africanos y que tanto le gusta lucir. Sale de la habitación a la cocina, y de la cocina al jardín. Camina y escucha el crujir de las hojas secas bajo sus zapatos. De nuevo escoge algunas plantas medicinales para cocinar un buen platillo o preparar una bebida afrodisíaca. Regresa y prepara las ollas y los cucharones de madera. Calixto no necesita ni libros de recetas o cartillas con instrucciones. Le basta con recordar a sus ancestros, medir con sus puñados y cocinar con el corazón.
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Las bebidas ancestrales que realiza Calixto (tambacatre, arrechón 13 potencias y crema de viche) son ideales para acompañar el fin del Festival Petronio Álvarez, 2020. © Cortesía Paola Carvajal
Guía de compra
Si quiere ayudar a Calixto y otros emprendedores de la Fundación Memorias Colombia, puede conocer el catálogo completo aquí. El único requisito es comprar, mínimo, $30.000. Este valor puede sumar varios productos, no es obligación que sean de un mismo emprendedor o de una sola referencia. El domicilio cuesta $6.000, a cualquier parte de Bogotá, sin importar el sector de la ciudad.
Después de escogerlos, puede solicitar sus productos en:
WhatsApp: 3013201375
Celular: 3112121294
Facebook: Memorias Colombia
Días de entrega: Miércoles y sábado. Los lunes y jueves son los últimos días hábiles para programar el pedido para el día de entrega más cercano. Todos los productos son entregados bajo los protocolos de seguridad y limpieza.