San Martín de los llanos, Meta
San Martín, el municipio llanero que quiere ser pueblo patrimonio
En este lugar colonial, que alguna vez fue la capital de la Orinoquía, se realiza el ballet ecuestre más antiguo del mundo y se cuida la herencia de los llanos colombianos en la música, el baile y la gastronomía
Es la mañana del 11 de noviembre de 1972. El sol sale por la llanura, que en el horizonte parece interminable. Es el día de las Cuadrillas, la fiesta ecuestre más representativa de Colombia y la insignia de San Martín (Meta). El pueblo está paralizado y ansioso. De puertas para adentro, los cuadrilleros organizan sus atuendos.
Ismael Castro, quien apenas tiene 17 años, alista su caballo, ‘Aguardiente’. Blanco y aguerrido, fue el primero que amansó en su vida. Ismael está nervioso pues será la primera vez que participe en las Cuadrillas. Su abuelo lo hizo antes que él en 1890 y su padre en 1925.
Las Cuadrillas son el ballet ecuestre más grande del mundo. Nacieron en San Martín en 1732. Desde esa fecha, cada año 48 jinetes bailan sobre sus caballos y representan a cuatro razas que incidieron en la formación de lo que hoy es América Latina. Como una mezcla de lo religioso con lo profano, esta danza se realiza en honor a San Martín Obispo, santo patrono del municipio.
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En la primera foto se ve el desfile de los Moros y los Cachaleros que hacen en varias calles del pueblo, antes de entrar a la Plaza de Cuadrillas Gabino de Balboa Estévez.
©Instituto Departamental de Cultura del Meta
San Martín es un escenario para reconstruir cada año parte de la historia de la región y de la conquista. Son cuatro grupos compuestos cada uno por 12 jinetes, los Cachaceros (negros), los Moros (árabes), los Guahibos (indios), y los Galanes (españoles). En el baile se muestra la lucha de los indígenas guahibos por defender su territorio, la llegada de los esclavos africanos y así mismo, la lucha de los españoles contra los moros, que invadieron la península ibérica y la dominaron por casi 700 años.
Ismael está cumpliendo su sueño. Como su padre y su abuelo antes que él, fue seleccionado para ser Cachacero. “Venía subiendo por un parque, a falta de cinco días para las Cuadrillas, y se me acercaron todos los Cachaceros. Yo no entendía. Entonces un poco incrédulo les pregunté qué pasaba y me anunciaron que tenía el puesto”, cuenta Ismael.
En cuestión de días tuvo que organizar el vestuario, entrenar a ‘Aguardiente’ y prepararse para entrar en la Plaza de Cuadrillas Gabino de Balboa Estévez, frente a todo el pueblo. Mientras tanto, su primo Manuel Orozco recibía la mañana con un café, un lápiz y un trozo de papel, mientras movía su pie de arriba abajo, como imaginando el sonido de un cuatro, un arpa y unas maracas.
En la izquierda se ve a Manuel en una presentación en San martín, justo antes de el incio del Festival Internacional Folclórico y Turístico del Llano, en 1988, cuando fue jurado del festival. En la derecha se ve a Manuel en la tarima cuando fue premiado como el Rey Nacional del contrapunteo en 1990, en el municipio de Cartago, (Valle del Cauca)
©Manuel Orozco
Unos meses atrás tuvo su primera presentación, en Acacías (Meta), pero ese día solo pensaba en su “hermoso San Martín y su festival de las Cuadrillas”, pensaba en cantarle a su pueblo. Su abuelo fue jinete durante toda su vida, y a pesar de que solo lo vio como cuadrillero durante 5 años, fue quien le cultivó el amor por San Martín y por su cultura.
“Cuando yo tenía 6 años mi abuelo falleció. Fue muy duro, me faltó disfrutarlo más. Yo me soñaba sentarme con él a hablar sobre el pueblo, como lo hacía cuando era pequeño, a escribir y a cantar”, cuenta Manuel. Hoy, con 71 años, sentado en la hacienda de sus ancestros, sigue pensando en él. Han pasado seis décadas, pero su amor por su pueblo y sus tradiciones se ha multiplicado.
San Martín es la representación viva de la cultura llanera y colombiana. Fundado en 1536, es el municipio más antiguo del Llano y uno de los más antiguos del país. Por sus calles se siente el aire de un pueblo colonial, pero así mismo de uno de los municipios más importantes para la ganadería del Meta.
Durante varias horas los cuadrilleros recrean las luchas que se vivieron durante el proceso de coquista y formación de América Latina.
©Instituto Departamental de Cultura del Meta
En la plaza del pueblo se levanta una escultura en homenaje al joropo y a la música llanera. A pocas calles, se encuentra otra, erigida en honor de los cuadrilleros. En el ambiente se respiran los aromas a pan de arroz y tungo que despiden los restaurantes. Cada noviembre en el Festival Internacional Folclórico y Turístico del Llano, que se realizó por primera vez en 1966, con el ritmo del arpa, y el galopar de los caballos, se baila, se hace coleo y se representa la identidad del Llano.
Al igual que su primo Manuel, Ismael ha pasado más de una década trabajando por su pueblo y por sus tradiciones. Desde que cabalgó por primera vez, en 1972, su vida está atada a los cuadrilleros. Por 40 años se subió a su caballo y frente a todo el pueblo lideró a los jinetes. Fue novato, después fue cabecilla de los Cachaleros y hasta llegó a ser presidente de la asociación de cuadrilleros.
Con 66 años, su vida ha pasado a ser más tranquila. En 2010 dejó atrás las cuadrillas. Aunque sean lo más importante que le ha pasado en su vida, “es bueno dejar ir, saber que esto tiene que pasarle a otro sanmartinero para que la tradición se mantenga”, dice. Hoy, con ganas de que llegue el día, espera de que a sus nietos les hagan el llamado.
Los Cachaceros tienen una de las vestimentas más representativas de las cuadrillas,
©Instituto Departamental de Cultura del Meta
Manuel, en cambio, no ha dejado de trovarle a San Martín ni un segundo de su vida. ‘El clarín del llano’, como lo han apodado, se ha convertido en un baluarte cultural del pueblo. En parte de su identidad. A San Martín le canta en casi todas sus canciones.
“En mi llanura, esplendoroso recinto, hay un pueblo señorial y de leyenda. Valiosa prenda, con un legado infinito, que no ha dejado que se acaben los criollitos. Muy ancestral, encarna las maravillas, de sus mágicas cuadrillas con historia medieval. Buen dineral para quien me diga ahora, ligerito y sin demora, cuál es mi tierra natal”, dice en su canción ‘Adivinen de dónde soy’.
A Manuel, a pesar de todo, la vida le ha quedado debiendo ser cuadrillero: “A mí no se me olvida la primera vez que vi a mi abuelo como cachacero. Verlo jugar, cómo se pintaba la piel, cómo se vestía y se arreglaba para el evento. Eso se me quedó grabado”. Su suerte, como la de cientos de sanmartineros, fue escasa. Aunque pertenece a una familia de cuadrilleros, su padre era antioqueño, y por tradición el legado se pasa a los hijos varones; su madre no heredaba el puesto.
Manuel nunca dejó de sentir amor por los caballos y por la cultura llanera. Desde pequeño, cuando vio a su abuelo galopar, se enamoró de San Martín y de identidad.
©Manuel Orozco
“Pero mi otro sueño era ser cantante y hoy cargo el orgullo bonito de representar a mi pueblo y de contar la tradición de mi familia y de las cuadrillas en mis canciones. Todavía sueño con que me llamen a cuadrillar, pero si me llaman se lo dejaría a mi hijo—dice Manuel—. A él le nacen esas cuadrillas, le nace el coleo, preferiría verlo, sentirlo disfrutar eso por lo que se desvive tanto cómo yo. Sería recompensar mi sueño”.
Los sanmartineros, como Manuel, a pesar de no ser cuadrilleros, cantantes ni bailarines, sienten en su sangre la cultura que corre por sus venas y que ha sido la insignia del asentamiento desde que llegaron los españoles. Quieren que sus hijos y sus nietos cuiden la historia del pueblo.
Hoy esa historia quiere recibir un último empujón. El representante a la cámara, Alejandro Vega; el diputado Andrés Jaramillo; la directora del Instituto Departamental de Cultura del Meta, Camila Arismendy y la alcaldía de San Martín postularon al pueblo ante el ministerio de Industria, Comercio y Turismo y el ministerio de Cultura para que sea nombrado ‘Pueblo patrimonio de Colombia’.
Cada cuadrillero diseña su vestuario a partir de las tradiciones propias de cada uno de los grupos. Los Cachaceros usualmente tienen máscaras hechas con partes de animales de la región y los Guahibos tienen atuendos propios de las comunidades indígenas durante la colonia.
©Felipe Hernández
“San Martín fue la capital de la Orinoquía. Durante mucho tiempo los llanos, entre Arauca, Meta y Casanare, se conocieron como los Llanos de San Martín. Por eso creo que hay una deuda histórica con la memoria del pueblo. Hay una deuda por reconocer su grandeza histórica y cultural”, dice Jhon Moreno Riaño, asesor experto en patrimonio cultural del Instituto de Cultura del Meta.
En vísperas de que San Martín de los Llanos cumpla 500 años en 2036 y como un homenaje al tesón de su gente, estos funcionarios esperan que Colombia y el mundo reconozcan a un pueblo cuya magia y cultura ha sido desconocida en el país durante varios siglos.
“En San Martín confluyen todos los valores culturales de la Orinoquía, es un territorio mágico de la región al que la nación no le ha dado la relevancia que merece. —explica el representante Vega—. Acá están los cantos de vaquería, una gastronomía consolidada y unas cuadrillas que son patrimonio nacional. Estas razones nos hacen más que merecedores para hacer parte de la red de pueblos patrimonio, reconociendo nuestra historia, visibilizando nuestra cultura y fortaleciendo nuestra economía”.
Los niños son una parte fundamental de las cuadrillas y de la permanencia de la cultura en San Martín.
©Felipe Hernández
Para los sanmartineros, ese reconocimiento será el fin de una larga espera. Ser parte de los 18 pueblos patrimonio del país resaltaría aún más la historia de sus familias, de su cultura y de su pueblo.
Ismael, con la ansiedad de que sus nietos por fin se vistan de Cachaceros, sueña con verlos entrar liderando las Cuadrillas en las que participó por cuatro décadas. Mientras tanto, Manuel, con 71, sin un asomo de cansancio y con sueño por ser cuadrillero aún latente, le pide a Dios todos los días que le de fuerza para vivir al menos 14 años más. Quiere celebrar el quincentenario de su pueblo, al que le canta y le baila desde que tiene memoria.
“Soy de la tierra legendaria de los llanos, que en poco tiempo celebra quinientos años. Yo soy la voz de su entorno, sus ancestros, que orgulloso represento a donde quiera que voy. Mucha atención, pongan cuidado y escuchen, también me dicen 'Cajuche', adivinen de onde soy”, canta Manuel.
Con su canción, Adivinen de dónde soy, Manuel le canta a su pueblo, San Martín.