Guachené, Cauca
El legado que Dávinson Sánchez está sembrando en el Cauca
El zaguero central titular de la Selección Colombia en Rusia 2018 no se olvida de su tierra, donde tiene una fundación. Hasta allí fuimos para recorrer sus pasos con quienes más lo conocen
Aristarco ‘Paco’ Mina está arrodillado sobre el césped de la cancha de fútbol de Ciénaga Honda, una vereda del municipio caucano Guachené, con un balón sobre su cabeza. Mina es un hombre negro y canoso de 1.80 mts. de estatura. Tiene puesta una camiseta de la Selección Colombia con el nombre de su jugador preferido estampado atrás: Dávinson Sánchez, su nieto.
La Fundación Dávinson Sánchez es la fundación de la familia del central colombiano que brilla en el Tottenham inglés. Actualmente acoge a más de 200 niños de Ciénaga Honda, un corregimiento de Guachené, Cauca. | EVER ANDRÉS MERCADO
“Esto es para que vea que la calidad que él tiene es heredada”, asegura don Paco, quien fue jugador de fútbol profesional en el Deportivo Cali a finales de los años 70. Allí tuvo la oportunidad de compartir equipo con una de las máximas leyendas de la historia ‘azucarera’: Alberto de Jesús ‘El Tigre’ Benítez.
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“Yo fui goleador, y por mi altura, era muy fuerte en el cabezazo. Dávinson aprendió a ganar por arriba también, es muy difícil que lo superen”, afirma. Pero dice que, además de su habilidad con la pelota, lo que ha hecho que Dávinson sea considerado uno de los mejores defensores en el fútbol europeo a sus escasos 21 años, es también el deseo de triunfar, la humildad y el respeto.
Mina habla en el entretiempo del partido de fútbol femenino entre los clubes de la Fundación Dávinson Sánchez y el Juventus de Loma Redonda, de la comunidad indígena Nasa, de Jambaló. Mina es el árbitro del encuentro que pone fin a una jornada de integración entre los clubes y la Fundación Triunfemos, de Caloto, que ha estado marcada por un sol inclemente y el sonido de la salsa choke y el reggaetón.
Observar los partidos de fútbol que se desarrollan en la cancha principal de Ciénaga Honnda cada fin de semana por cortesía de la Fundación Dávinson Sánchez, es una de las actividades predilectas de la población de este corregimiento caucano. | EVER ANDRÉS MERCADO
La Fundación Dávinson Sánchez
La organización nació en 2016 por iniciativa de Esther Mina, madre de Dávinson. Esther le dijo a su hijo que cuando él triunfara en el fútbol quería tener una fundación para ayudar a otros niños de su barrio a salir adelante a través del deporte. Actualmente, 221 niños y niñas de la vereda forman parte de la fundación. “El objetivo es que se conviertan en mejores personas, y que sean buenas personas, antes que buenos jugadores”, asegura Ramón Banguero, tío de Dávinson, que hace las veces de director deportivo de la Escuela. “Dávinson está pendiente de todo. El plan de trabajo de este año lo hizo en diciembre, según lo que aprendió en el Tottenham. Cada seis meses lo calificará y si no se cumple lo estipulado, tomará correctivos”, afirma Banguero.
Unas 150 personas miran los partidos desde una carpa en donde hay una venta de arroz con leche. La propia Esther Mina, representante legal de la Fundación Dávinson Sánchez e hija de Aristarco, se encarga de ofrecerlo a los asistentes. Esther es la mamá de Dávinson y es la encargada del manejo de la fundación junto con su hija mayor, Ányela Sánchez.
Esther tiene puesta la camiseta titular número 6 de los Spurs, como se le conoce al Tottenham Hotspur, uno de los equipos con más historia de la liga Premier inglesa. Es la de su hijo, el defensor más caro en la historia del fútbol colombiano.
Esther Mina, mama de Dávinson Sánchez, observa los cuadros fotográficos dispuestos en el garaje de su casa, en Ciénaga Honda, que recuerdan los momentos más importantes de la carrera de su hijo. | EVER ANDRÉS MERCADO
“QUIERO SER COMO ÉL...”
A pleno sol de mediodía se enfrentan los equipos de las categorías infantiles. El equipo de la Fundación Dávinson Sánchez juega de rosado y sus uniformes llevan un símbolo que corresponde al convenio con América Pedro Sellarés, la academia que formó como futbolista al central que es titular en Rusia 2018.
Al igual que en todos los equipos de fútbol, el jugador número 10 se destaca. Ubicado en el centro de la zaga, logra desarmar con facilidad a los rivales que se acercan a la portería que defiende. Es Johan Carbonero, hermano de Dávinson. A sus ocho años no duda en llamar la atención de sus compañeros en cada error, aunque algunas veces, en realidad, sean responsabilidad suya.
“Ese muchacho te quita el balón como sea, así sea con la mano”
- Jhon Hanner Carbonero, padre de Johan y entrenador de la categoría.
El partido termina 0-0 y lo más rescatable son los gritos de Carbonero, que porta la camiseta del Ajax holandés. “Yo creo en Dios y sé que puedo ser como él. Todos los días entreno duro con mis amigos para ser igual de bueno”, asegura el hermano menor de Dávinson. En la escuela le dicen el ‘ruñidor’, según él, por las ganas que le mete al juego y porque nunca se rinde.
Tendencias
Jhon Hanner llegó a la casa de Esther Mina cuando Dávinson tenía 8 años. “Ha sido un ‘pelado’ muy noble, dentro y fuera del campo”, afirma Carbonero, quien cree que Dao (como conocen al central del equipo blanco) puede llegar a ser mejor jugador por su calidad, su fortaleza y su rapidez.
Sobre el afán de su hijo Johan por ser igual que su hermano, dice que lo importante es que tenga el apoyo de Dávinson. “Johan es su consentido. Cuando viene acá duermen juntos”, cuenta mientras el niño patea el balón con sus compañeros de equipo.
La escena es interrumpida por un regaño de Esther, molesta por un balonazo que acaba de recibir. “¡En el garaje de la casa no me juegan más!”. Sin embargo, Johan termina por convencerla de que no les quite el balón y que ellos se van a jugar a otra parte. “Ese muchacho me va a enloquecer. Usted lo ve a él y es todo lo distinto a Dávinson. Hace todas las locuras que no hizo él”, dice Esther.
Ramón Banguero, director deportivo de la Fundación Dávinson Sánchez, cuenta algunas de las anécdotas que ha vivido con su sobrino adoptivo, mientras transcurre la integración entre la fundación y el club Juventus de Jambaló, de la comunidad indígena nasa. | EVER ANDRÉS MERCADO
La familia Mina Carbonero vive en Jamundí, Valle del Cauca, pero conserva su casa en la vereda Ciénaga Honda. En la vivienda hay varias fotografías exhibidas que retratan todo el recorrido de Dávinson Sánchez: desde sus primeros pasos en América Pedro Sellarés, su paso por la Selección Valle, la obtención de la Copa Libertadores como titular indiscutido de Atlético Nacional, su paso por el Ajax y su llegada al Tottenham.
Hay un lugar especial destinado a los recuerdos de su participación en Selección Colombia, de la que ha hecho parte desde la selección sub-15. Honestidad, tolerancia, humildad, compromiso, respeto y versatilidad son algunos de los valores que, escritos en cartulina, están colgados en las paredes. Según la madre, son las características que hacen a su hijo un gran futbolista y una mejor persona.
CIÉNAGA HONDA
Si Dávinson Sánchez Mina hubiese nacido unos cuantos años después, sería guacheneceño, igual que Yerry Mina, defensa del Barcelona de España. Su lugar natal, Ciénaga Honda, que hacía parte del municipio de Caloto cuando nació en junio de 1996, se encuentra a unos 10 minutos en carro del casco urbano de Guachené, el más cercano de los municipios caucanos.
Para llegar a la cancha donde entrena la fundación, en la que las guaduas hacen las veces de tribuna y frente a la cual se encuentra la casa de María Elcira Arará, abuela de Dávinson, se usar un ‘domicilio’, como se le llama a los mototaxis, o alguna de las chivas que se mueven entre veredas de esta parte del país.
Johan Carbonero es el hermano menor de Dávinson Sánchez, fruto del matrimonio entre su madre, Esther Mina y Jhon Hanner Carbonero. Johan juega en la categoría infantil de la fundación y utiliza el número 10. | EVER ANDRÉS MERCADO
Dao vivió su infancia en casa de María Elcira, pues su mamá trabajaba durante el día. La casa, de baldosas decoloradas, todavía tiene una gran cantidad de juguetes y letreros para niños. El área más grande es el patio, donde hay dos lavaderos: uno para la ropa y otro para las ollas.
Su abuela recuerda que, en sus primeros meses de nacido, Dao demoró bastante en aprender a sentarse, por lo que ella lo acostaba y le ponía los partidos. Cuando él veía los goles empezaba a mover los pies y a abrir los ojos. “En ese momento supe que iba a ser un futbolista”, dice.
Tiene fe en su nieto y está segura de que seguirá triunfando. Uno de los mejores recuerdos que guarda es del día en que debutó en la Selección Colombia. “Lloré de la alegría”. Y no olvida los trabajos que tuvieron que pasar para apoyarlo. Cuenta que desde los 11 años, Dao tuvo que empezar a ir solo a los entrenamientos.
“Cuando convirtió su primer autogol con Atlético Nacional, yo estaba en Cali. Estaba tan frustrado que no me contestó el celular en toda la noche y yo quería darle ánimo. Tuve que llamar a un compañero que me dijo que el señor no me podía atender. ¡Qué tal!”.
“El sacrificio que se hizo para que Dávinson llegara a donde está fue grande. Sus padres lo llevaban a los entrenamientos en América Pedro Sellarés desde los seis años y los pasajes costaban hasta 20 mil pesos diarios” - dice la señora Arará.
Daniela Reina, la futura esposa del jugador, afirma que cuando era pequeño Dávinson se ensimismaba frente a los problemas, pero poco a poco fue ganando la confianza que lo caracteriza hoy en día. “Él se recrimina mucho los errores que comete, pero lo ha ido mejorando con el tiempo. Entiende que cada partido es una oportunidad para ser mejor”, asegura la futura esposa de Dao, quien cuenta que el matrimonio y los hijos están cerca, pero que hay una prioridad inmediata: el Mundial de Rusia 2018.
Pero dice que Dávinson Sánchez no se siente inferior a nadie y confía plenamente en sus capacidades. Que eso le permite jugar bien ante cualquier rival y no amilanarse. Como no lo hizo en el Santiago Bernabéu, ante el Real Madrid y uno de los mejores jugadores de la historia: Cristiano Ronaldo. Al portugués, Dávinson lo anuló con carácter.