Guachené, Cauca
Así se vivió en Guachené el debut como titular de Yerry Mina con el Barça
No fue un día cualquiera para Guachené, Cauca. El municipio se detuvo durante 90 minutos para ver el sueño cumplido de uno de sus hijos
Son las 10:15 a.m. en la peluquería Barber Shop, de Guachené (Cauca). Mientras el estilista trabaja en la cabeza de uno de sus clientes, en una cancha, a casi 9 mil kilómetros de distancia, galopa un negro de 1.95 de estatura. Sobresale entre todos. Los hombres y niños en el establecimiento ven asomar semejante figura en un viejo televisor y gritan: ¡Mirá a Yerry!
Es el debut de Yerry Mina como titular del Barcelona frente al Getafe. Ese niño, que hace algunos años corría descalzo por las calles del municipio, hoy juega codo a codo junto a los mejores del mundo, tal vez junto al mejor de todos los tiempos.
Empieza a salir el sol y a calentar fuerte en Guachené. Las calles son ahora una especie de horno de piedra y apenas se oyen los ecos de la trasmisión, cuando Yerry sube a cabecear se vienen los aplausos y los vivas. Es el jugador más alto de la cancha y hay por qué ilusionarse. El partido es plano, sin llegadas, pero en una salida sin riesgo Yerry equivoca un pase y Guachené se vuelve tensión absoluta.
En 'la bárber', expectantes, están los amigos de Yerry y su hermano menor, Juan José Mina, de 13 años. ¿Juega fútbol? Sí ¿Otra joven promesa del norte caucano? Puede ser, ya está buscándose un lugar en las inferiores del Deportivo Cali.
¿Por qué se ve tan mal la imagen?, Alguien pregunta. Sucede que la noche anterior cayó un aguacero que afectó la señal de cable en el municipio. Entre la lluvia, ahora en la imagen de ESPN, una decena de personas buscan la espigada figura de Yerry.
Los recuerdos de Seifer Aponzá
El partido empieza con tranquilidad, casi con desgano. Toques inofensivos, uno tras otro. Los cortes de pelo se detienen cuando Yerry, por querer meter un pase profundo, regala el balón en mitad de cancha y deja mal parado a su equipo, en tres toques el Getafe avisa en el arco de Ter Stegen y Yerry respira. En la peluquería se toman la cabeza y caminan de un lado para otro y los cortes de pelo se reanudan.
Seifer Aponzá, su primer entrenador, lo nota nervioso, y vuelve a traer aquella frase que le transmitió en sus juegos más tempranos. “Pies en la tierra, ojos en el cielo”, unas palabras que el volante dijo en su presentación en el equipo azul grana.
“Juemadre, casiiiii pana”...
Tiro libre de Messi, por no decir que un pase con la mano, Yerry vuela entre los centrales y cabecea a destiempo. Por poquito, la próxima. Y la próxima llegó al minuto 76. El caucano estuvo a punto de romper el 0-0 en un tiro de esquina por izquierda, nuevamente les gana los zagueros y vuela por encima de los 2.50 mts. Un cabezazo, esta vez seco, se clava en el área chica del Getafe y se va por un costado saludando el palo del golero Guaita. Esta vez no solo se toman la cabeza en 'la bárber', también en todo el Camp Nou y hasta el mismo Luis Suárez.
Al final del juego, un estruendoso aplauso se escucha en todo Guachené. Todos quieren dar su opinión. “Yerry lo hizo bien, parce”, le dice un chico a otro que está a su lado. Se respira orgullo con la presentación del paisano.
En un rincón, alejado de los televidentes, está Seifer, quien alza la voz para decir sin titubeos:
“Yerry está jugando como si estuviera acostumbrado al ritmo del Barcelona”.
Al primer entrenador de Mina no le cabe el alma en el pecho al ver a su pupilo, el que llevaba de la mano por Guachené, ahora recibiendo instrucciones de Valverde, pases de Messi y la ovación de la tribuna.
Seifer recuerda que en el año 2000 decidió dejar el fútbol profesional y volverse entrenador de la escuela Raíces Fútbol Club de Guachené. Empezó a adiestrar a los chicos de la categoría babys. Ellos entrenaban en una cancha de fútbol sin drenaje, con charcos que asemejan humedales, donde los caballos pastan.
El profe Aponzá sale de la peluquería y quiere mostrarle a Semana Rural la cancha en la que entraba Mina:
“Por aquí llegó con cinco años y de la mano de Marianela Gonzáles, su mamá. Ella llegó a la cancha y dijo: ahí les dejo al Chamito, póngalo a jugar. Él era gordito, tímido, llorón y traía guantes de portero”.
El día que Yerry llegó, con miras de ser portero, le metieron cinco. Seifer fue determinante: la posición del Chamito, como le dice de cariño, en la cancha sería la de volante de marca o central.
Aún desde esos años, los alumnos de Raíces, hoy alrededor de 120 niños suelen llegar a la cancha con hambre o sin guayos. La nostalgia le despertó una anécdota a Seifer...
Ambos volvían hacia Guachené en el carro del profe, luego de dejar a unos alumnos en Tarragona, Valle, pero el vehículo se averió en medio de un aguacero.
“Mientras Yerry conducía, yo empujaba el vehículo para dejarlo debajo de un árbol”, rememora. “Mientras espérabamos, vimos una panadería cerca. El hambre era terrible. Pero yo solo tenía 800 pesos. ‘Aquí no hay de otra’, dije y nos compramos una gaseosa pequeña y un pan de 200 que partimos para los dos”.
Los ojos de Seifer se inyectan de lágrimas.
Este era el debut como titular de Yerry, porque él ya había tenido minutos de juego en la semifinal de la Copa del Rey, contra el Valencia. Ese día no hubo entrenamiento en Guachené.
“Yo fui a un sitio donde se puede ver los partidos por Direct TV, ya que aquí no hay casi eso, en ese lugar se puede sentir la vibra de la gente. Yo decía mientras veía el partido, en cualquier momento entra Yerry. Cuando él entro dije con un grito: “¡Hijueputa, lo logramos!” - PROFE APONZÁ
Sueño cumplido
Desde el éxito de Yerry, el profe se puso como reto formar más jugadores iguales o mejores. Si lo pudo hacer con ese niño de cinco años que tenía tantas dificultades, lo puede hacer con los demás muchachos, trabajar más duro y con más vehemencia.
Otro partido vendrá para Guachené, y si todo sale bien un gol del Mina más querido de estas tierras. El último municipio del Cauca en ser declarado como tal, cuando se desligó de Caloto en 2006, ve crecer a sus hijos con un sueño representado en uno de los suyos, con esa sensación de que un futuro crack podría estar creciendo ahora mismo entre la humildad, los pies descalzos y las canchas fangosas.
Es la historia de David contra Goliat. Quién le hubiera apostado a un 'pelao' de estas tierras sino Aponzá, quién hubiera creído que ese muchacho tímido recibiera consejos cómplices de Lionel Messi justo antes del pitazo inicial. Quién hubiera sentido ese pálpito de que se cocinaba algo grande. Por eso la euforia, mezclada con orgullo, del "¡hijueputa!", por eso la emoción del "lo logramos".
POR: Ana María Ramírez
FOTOGRAFÍAS: Jair F. Coll.