El colombiano Sebastián Vargas alcanzó la gloria en la cuarta de abono celebrada este domingo 6 de febrero. Cortó dos orejas y salió a hombros | Foto: Daniel Reina

BOGOTÁ/CUARTA DE ABONO

De la humildad a la grandeza

Sebastián Vargas abrió la puerta grande al cortar dos orejas a un muy bravo ejemplar de la ganadería de Santa Bárbara. El debutante Diego Urdiales impactó por valor y gusto y se llevó una oreja. Miguel Abellán cuajó los mejores naturales de la tarde.

Víctor Diusabá Rojas, semana.com
7 de febrero de 2011

Estaban los mismos de siempre y fue premio a la fidelidad. La cuarta de abono en La Santamaría pagó de contado en la primera mitad de esta cuarta de abono, no en simples detalles para recordar sino en asuntos de fondo. Y aunque el final frío pesó mucho en los espíritus y, cómo no, en la memoria de los aficionados, como se dice en el mundo del toro: ahí queda eso. Hecho, además, por los humildes que transpiraron grandeza.

Eso, lo que queda ahí, es, verbo y gracia, una corrida muy seria y con motor para moverla. Que, cómo no, tuvo matices, pero, en general, sirvió a la causa. Igual, a la hora de mirarla por arriba o por abajo, hay un toro que se pone lejos de sus hermanos, ese ‘Castellano’, segundo de la corrida, que nos dejó sinnúmero de lecciones.

Una, que lo importante yace allá adentro. Con su 574 kilos, pareció no sólo no sentirlos sino que anduvo cómodo con ellos. Bravo, se dejó ver en el caballo de Cayetano Romero, para protagonizar una lucha memorable, de la que sobrevino esa ovación al piquero. Encastado, le respiró en la nuca a Sebastián Vargas, tras los pares de banderillas (uno, por dentro y al violín tuvo ribetes de heroísmo). Y con calidad excelsa a la hora de la muleta, en especial por el pitón izquierdo.

Pero para sacar todo eso, alguien tenía que ponerse firme y así estuvo Sebastián. Con eso, como punta de partida, corrió la mano y ligó las series, mientras la plaza entendía que era una obra grande la que se maceaba en los medios. Un gran toro y una faena a la altura del toro. La petición de indultó se encargó de apagarla el propio torero con un espadazo que abrió temprano la puerta grande. La vuelta al ruedo del ejemplar de Carlos Barbero fue un clamor de gracias y bienaventuranzas.

Antes de ese, Diego Urdiales confirmó su alternativa y comulgó con La Santamaría. Bastaron esos lances en que acompañó cada verónica con la cintura para que la gente le abriera el corazón. Enseguida, con esa muleta larga que no parece tener fin, sacó los olés más castizos de la plaza. Hubo transmisión con un toro al que había que llevar con paciencia, sin perder el ritmo, y Diego sabe de eso. Como sabe de pegar los ayudados por alto, toreando mucho; o sabe de dar una trinchera para empujar ese eco de los tendidos que rebotó en los cerros. Oreja y tarjeta en blanco. Palmas al toro.

Incluso, el tercero, bronco y complicado, encontró su horma, la de las manos poderosas de Miguel Abellán, quien, de uno en uno, sin regalarse nada y exponiendo todo, consiguió una decena de naturales que valieron su peso en oro, porque cuánta torería en medio de la tormenta. Una faena para aficionados de viejo cuño. Merecía la oreja, pero la Presidencia se puso dura. Vuelta al ruedo clamorosa.

Y después vino ese otro capítulo en el que faltaron los trofeos pero sobraron las voluntades. Como la de Urdiales en el sexto, que tenía peligro sordo y con el que no se podían cometer errores. El riojano sembró en cada muletazo de tanteo para luego cosechar lo poco que podía dar la tierra. Espadazo y ovación. Al partir, la gente le reconoció el esfuerzo y le gritó ¡torero!, como lo hace sólo con los suyos.

Miguel Abellán se dio de frente con el manso de la corrida, un jabonero sucio que terminó acobardado. Palmas y pitos al toro.

Y Sebastián Vargas tuvo ese toro, el cuarto de la tarde, que no fue de los ricos del comienzo ni de los pobres del final. Está bien, no parecía valer mucho, pero por momentos metió la cara y permitió que la muleta trazara su rumbo. Pero no hubo empatía. Saludo y palmas al toro en las mulillas.

Queda mucho más, como esos seis espadazos que no necesitaron mano alguna...



Ficha de la corrida

Bogtá., plaza de toros La Santamaría
Domingo 6 de febrero de 2011
Temporada 80 años
Cuarta de abono

Se lidiaron seis toros de Santa Bárbara. Muy bien presentados y aplaudidos tras su aparición en el ruedo. Bravo, encastado y con emoción el segundo. Con movilidad el primero. El cuarto, a más. El tercero, bronco. Manso el quinto. El sexto sin romper y a la defensiva. Pesos: 531, 574, 450, 453, 464 y 511 kgrs

Sebastián Vargas
Berenjena y oro
Dos orejas y saludo, con división de opiniones

Miguel Abellán
Palo de rosa y oro
Vuelta al ruedo tras gran petición y palmas

Diego Urdiales
Turquesa y oro
Oreja y ovación



Detalles: Gran vara de Cayetano Romero al segundo de la tarde. Media entrada. Tarde fría y con algo de viento. Diego Urdiales confirmó con el toro Centauro, número 637 y de 531 kilos.