Mujeres
La culpa: ¿un peso o un motor de cambio?
La culpa, común entre mujeres líderes, puede ser paralizante, pero también una oportunidad para crecer si se resignifica. Reconocer que se actuó según lo mejor en su momento y enfocarse en el aprendizaje para el futuro transforma la culpa en responsabilidad.
“La culpa me está matando” o “no puedo perdonarme”. Estas frases me las he cruzado cientos de veces en sesiones con mujeres líderes y ejecutivas que, a pesar de sus logros, cargan con un peso invisible: la culpa. Este sentimiento puede ser paralizante, como un ancla que no nos deja avanzar, pero ¿y si te dijera que puedes aprender a soltarla?
Imagina que estás en un día crucial en el trabajo. Decides priorizar una reunión importante en lugar del evento escolar de tu hijo. Esa noche, en lugar de descansar, te asaltan pensamientos: “¿Qué clase de madre soy?”. O quizás delegaste una tarea y algo salió mal: “Debí haberlo hecho yo misma”. Estos escenarios son tan comunes que a veces no nos damos cuenta de cómo la culpa toma el control silenciosamente.
La culpa como generadora de dolor
La neurociencia nos explica que la culpa activa áreas del cerebro relacionadas con el dolor emocional. No solo lo sentimos, literalmente lo procesamos como si nos lastimaran físicamente. Pero aquí viene el truco: la culpa en sí no es mala. Es una señal de que tenemos valores, principios y empatía. Sin embargo, cargarla sin procesarla o transformarla puede convertirse en un obstáculo.
En mi experiencia, la culpa tiene una trampa: nos ata al pasado, a algo que ya no podemos cambiar. Pero, ¿por qué no usarla como un motor para crecer? La clave está en resignificarla.
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Resignificar la culpa: “en ese momento era una buena idea”
Piensa en algún error que hayas cometido. Ahora, repite esta frase: “En ese momento era una buena idea”. ¿Qué sientes? Esta simple afirmación nos lleva a reconocer que actuamos según la información y recursos que teníamos en ese instante. Es como decirnos: “Hice lo mejor que pude con lo que sabía en ese momento”.
¿Y si aún no basta? Añade un “ya que…” seguido de una frase que te haga reír, incluso si incluye alguna palabra fuerte. A veces, descargar emocionalmente con un toque de humor es la mejor forma de liberar ese peso.
Dejar ir para enfocarse en el futuro
La culpa, como emoción, siempre estará ligada al pasado. Pero la transformación comienza cuando, en lugar de quedarte atrapada en el “debí haber hecho…”, te preguntas: “¿Qué puedo aprender de esto para mi futuro?”.
Una de mis alumnas, una alta ejecutiva, me contó cómo por años se recriminó por no estar presente en un evento familiar importante debido a una crisis en su empresa. Cuando trabajamos juntas, redefinió la situación: entendió que sus prioridades en ese momento eran otras y que, en lugar de castigarse, podía enfocarse en cómo equilibrar mejor su vida en el futuro. Desde entonces, cada vez que siente la culpa acechando, se pregunta: “¿Qué puedo hacer diferente la próxima vez?”.
Culpa versus responsabilidad
Aquí es donde entra una distinción clave: la culpa te estanca, la responsabilidad te mueve. La culpa te dice: “Cometiste un error y eres la peor por ello”. La responsabilidad, en cambio, te dice: “Esto pasó. ¿Qué puedes hacer ahora?”. Es como cambiar de un diálogo interno de juicio a uno de acción.
Herramientas para liberarte de la culpa
Si quieres empezar a trabajar en esto, aquí tienes algunas herramientas:
- Escribe sobre tu culpa: Identifica qué acción o decisión la está causando. Verla en papel ayuda a entenderla mejor.
- Haz un plan de acción: Define qué puedes hacer diferente en el futuro. Esto te ayuda a convertir la culpa en aprendizaje.
- Sé compasiva contigo misma: Recuerda que eres humana y, como todos, estás aprendiendo.
Una vida sin culpa, ¿es posible?
La culpa es como una alarma que nos recuerda que somos humanas, que cometemos errores. Pero no está diseñada para quedarse encendida todo el tiempo. Si la dejamos ir, no solo liberamos nuestra mente, sino que también abrimos espacio para el aprendizaje y el cambio.
Entonces, la próxima vez que la culpa toque a tu puerta, respira, recuerda que no necesitas cargar ese peso, y pregúntate: “¿Qué puedo aprender de esto para mi futuro?”. Al final del día, lo único que importa es cómo elegimos seguir adelante.
Hoy es un buen día para soltar la culpa y abrazar lo que viene con liviandad. ¿Qué tan ligera quieres sentirte hoy?
Por: Gloria Alzate, CEO de CREíDAS, Coaching & Mentoring