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Es el momento para redescubrir las playas y la biodiversidad del Magdalena
“Hay muchas razones para emprender el viaje hacia este departamento del Caribe colombiano en este fin de año. El mar, la Sierra Nevada de Santa Marta, la casa de Gabo y su gastronomía, son algunas de ellas. "
Luego de varios meses de estricto confinamiento debido a la actual pandemia, las playas del Magdalena fueron las primeras en acoger nuevamente a los visitantes, locales y extranjeros, que extrañaban el contacto con el mar. Sus costas, para muchos, son las más bellas del Caribe colombiano. Sin embargo, el departamento tiene otros atractivos que también seducen a los turistas.
Esta región biodiversa y multicultural guarda muchas sorpresas para quienes la recorren. Una de ellas es la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo. Su magia es producto de los increíbles parajes naturales y de la sabiduría de los pueblos indígenas. Tiene todos los pisos térmicos y fue declarada por la Unesco como Reserva de la Biósfera y Patrimonio de la Humanidad. También forma parte de la Ruta Norte de Aviturismo –en ella habitan 30 especies de aves endémicas–, una iniciativa de la actual administración departamental, que está incluida en su Plan de Desarrollo y con la que se impulsa la oferta turística y cultural de la región.
En el Magdalena hay una gran riqueza literaria y musical. Aquí, en la población de Aracataca, nació nuestro nobel Gabriel García Márquez. Hoy, su casa de la infancia se ha convertido en un museo y es uno de los atractivos principales de la Ruta Cultural de Macondo. Y fue en estas tierras donde surgieron el vallenato y la cumbia, dos ritmos tradicionales que forman parte del patrimonio sonoro del país.
Los pueblos palafitos, construidos sobre los espejos de agua de la Ciénaga Grande de Santa Marta, son otro de los tesoros del Magdalena. Los visitantes disfrutan al observar las costumbres de sus habitantes desde canoas, en las que a su vez aprenden sobre la pesca artesanal.
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Este texto es muy breve para explicar toda la grandeza del departamento; por eso lo invitamos, mejor, a visitarlo, y, por supuesto, a que conozca su rica gastronomía. Algunos de sus platos autóctonos como el cayeye, un puré de guineo verde y queso criollo, son cada vez más apetecidos por la ‘cocina fusión’. Al igual que el cacao, o el café, que es cultivado a la sombra, una técnica que le da un sabor único. El Magdalena renace y enamora, con increíbles experiencias que merecen ser bebidas sorbo a sorbo.