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Ética administrativa, financiera y académica, las claves de la San Martín para continuar creciendo de manera sostenible. ¿Qué queda pendiente para finalizar su intervención?

La Fundación Universitaria San Martín define su nuevo panorama a partir de las lecciones aprendidas. Sus prioridades están en la excelencia académica, el cumplimiento de sus compromisos y el crecimiento sostenido y responsable.

19 de noviembre de 2022
Para el largo plazo, la institución tiene un plan de diversificación en programas de posgrado, pregrado y programas de educación para el trabajo.
Para el largo plazo, la institución tiene un plan de diversificación en programas de posgrado, pregrado y programas de educación para el trabajo. | Foto: Fundación Universitaria San Martín

La San Martín se reinventó desde adentro y hoy avanza a paso firme hacia la recuperación financiera, administrativa, ética y académica. El objetivo más importante es ofrecer educación con altos estándares de calidad y fortalecerse como un referente en educación superior.

El rector Fernando José Restrepo, elegido en mayo de 2022, cuenta cómo han logrado trazar este nuevo futuro para la institución. Para este economista, la clave ha estado en revisar lo que falló en el pasado y proyectarse con responsabilidad financiera y excelencia académica.

Fernando José Restrepo, rector de la Fundación Universitaria San Martín.
Fernando José Restrepo, rector de la Fundación Universitaria San Martín. | Foto: Fundación Universitaria San Martín

¿Cuáles son los aspectos que le han permitido a la San Martín haber superado la crisis del 2015 y mantenerse vigente?

Fernando José Restrepo: El equipo de trabajo que asumió la gestión de la universidad al momento de la intervención, definido por el Ministerio de Educación, es un equipo muy profesional que aportó a la reorganización institucional y definió que, a pesar de todos los problemas, la universidad podía crecer y se comprometió con ese objetivo. Se definieron las políticas que regulan el comportamiento de los agentes internos, se asumió una disciplina económica supremamente rigurosa que nos ha permitido mantener la operación y tener márgenes operativos positivos, se tomaron decisiones de optimización de costos, de transformación curricular para actualizar la calidad de los programas, se crearon nuevos programas, que son los activos de la universidad. La institución se ha ido ajustando en todos los campos: económico, financiero, administrativo y académico. Un aspecto fundamental fue la reforma de los estatutos, que definió pasar de un esquema centrado en autoridades personales, a uno de autoridades colegiadas. Eso blindó la toma de decisiones.

¿Qué les hace falta para dejar de ser una institución con medidas de inspección y vigilancia?

F.J.R.: Parte de la sostenibilidad de la institución proviene de los estatutos de control y vigilancia, que le permiten estar un poco más tranquila porque protegió y blindó el servicio educativo. Todavía tenemos esos estatutos de salvamento y permanecerán hasta que la situación así lo requiera. Falta consolidar el músculo financiero para tener tranquilidad en el largo plazo y diversificar la oferta académica en pregrado y educación para el trabajo técnico y tecnológico. También está pendiente afinar la estructura de la universidad para adaptarla a los nuevos requerimientos, por ejemplo, en el caso de la internacionalización. Adicionalmente, tenemos que hacer una campaña agresiva para que la gente saque de la cabeza la imagen del 2014 y entienda que hay una nueva San Martín. Se trata de recuperar la confianza del mercado, que no ha sido fácil, pero es un proceso exitoso. Los estudiantes nos han apoyado mucho con el voz a voz y eso es maravilloso. También hay transparencia en la toma de decisiones, hemos asumido la rendición de cuentas para que todos nuestros públicos de interés se enteren de las decisiones que se están tomando y los avances que logramos.

¿Cómo avanza el plan de pagos aprobado por el Ministerio de Educación?

F.J.R.: Ese es un instrumento que juega un papel estratégico en la supervivencia de la institución a largo plazo. El Ministerio estableció pagarles con prioridad a las personas naturales a las que se les deben hasta 50 millones de pesos, luego entre el 2023 y 2026 a quienes se les debe de 50 a 300 millones de pesos, y finalizamos con los grandes acreedores, para lo cual tenemos hasta el 2032, que es cuando se termina el plan. En estos primeros meses hemos pagado más de 1.600 millones de pesos a 275 personas de un total de 1.200 acreedores del primer grupo. Estamos cumpliendo y ese es un elemento muy importante para establecer la confianza y reafirmar que sí tenemos palabra y somos coherentes con la nueva orientación de la Fundación Universitaria. Este plan fue diseñado con la oferta académica de hoy, no contempla la prospectiva de la oferta que queremos tener, con más programas. Eso nos va a permitir reforzar el músculo financiero. De todas maneras, estamos acogiéndonos al cumplimiento del plan sin que se vulnere el derecho a la educación. Nosotros nos debemos a dos compromisos: nuestros acreedores, por un lado, y por otro, la universidad y los estudiantes. Tenemos que invertir en calidad, en el crecimiento de la institución, en la cualificación de nuestros docentes. Habla bien de la Fundación que después de seis años de haber sido intervenida pueda garantizar su crecimiento, desarrollo y el cumplimiento del plan de pagos.

¿Debe ajustarse algo de la política pública frente a la manera cómo se realizan las intervenciones a las IES por parte del Ministerio?

F.J.R.: Yo reconozco la importancia del Ministerio para las instituciones de educación superior, pero me parece que su misión debería trascender y no ser solamente un órgano inspector. Aunque el Ministerio es el cancerbero de la calidad de la educación superior, no puede forzarlas a cumplir con criterios de calidad a costa de su sostenibilidad. Muchas veces las IES son víctimas de los administradores que tienen, entonces con estas intervenciones se castigan las instituciones y no a los administradores o gestores. El castigo a la institución le hace daño a la población estudiantil, los padres de familia, a toda la comunidad. Cuando alguien abusa de su poder en una institución debe ser sancionado como persona, pero se debe cuidar a la institución, que es un patrimonio muy importante para el país.

¿Qué viene haciendo bien la San Martín en su gobierno corporativo para evitar que se vuelva a repetir lo del 2014?

F.J.R.: Lo primero fue reformar los estatutos. Los hechos que dieron origen a la crisis estaban amparados en los antiguos estatutos porque concentraban los poderes de decisión en autoridades personales, no había contrapeso. Lo que nos ha dado más resultado hoy es que las decisiones son colegiadas, hay disidencias, contrapesos y se busca consenso. Cuando eso ocurre las autoridades personales encuentran una barrera. Luego está el tema de la ética, puedo casi que asegurar que los problemas de las instituciones de educación superior que hemos sido intervenidas son el resultado de un problema ético que se refleja en lo financiero. Tenemos la filosofía corporativa y un sistema de ética interiorizado que nos garantiza un blindaje. Estamos diseñando un sistema muy interesante en el que para vincularse a la universidad se le da prioridad a las personas que hacen parte de la planta. Luego se hace una convocatoria dentro de los egresados para que la San Martín sea de los sanmartinianos. Queremos que el sentimiento de arraigo contribuya a que los empleados tengan un comportamiento más idóneo.

La San Martín tiene pendiente afinar la estructura de la universidad para adaptarla a los nuevos requerimientos, por ejemplo, en el caso de la internacionalización.
La San Martín tiene pendiente afinar la estructura de la universidad para adaptarla a los nuevos requerimientos, por ejemplo, en el caso de la internacionalización. | Foto: Fundación Universitaria San Martín

¿Qué les recomendaría a otras instituciones que están en un proceso de intervención?

F.J.R.: Lo primero es tener la filosofía del cuidado de la organización, en varios aspectos: un crecimiento de acuerdo con las condiciones del mercado; desarrollo institucional, como cualificación del crecimiento; calidad educativa y veracidad, para poder ser confiables.

¿Qué espera del nuevo gobierno en materia de educación superior?

F.J.R.: Tenemos muchas expectativas. Quisiéramos que el Ministerio cambiara de filosofía para que se convierta en un aliado de la educación, más que en un inspector o controlador de calidad. En la medida que el Ministerio avala los registros calificados, las universidades pueden crecer, si no, se estancan. Las anteriores administraciones han sido muy paquidérmicas en ese sentido, y muestra de ello es que esa entidad tiene un gran número de registros calificados parados, y esa es una presión enorme para las IES, porque los programas que presentamos son perecederos. También siento que se deben crear estrategias para promover la cooperación en el sector educativo, dejar de pensar en la competencia y empezar a cooperar con otras instituciones a través de programas, movilidad de estudiantes, de docentes, programas de formación.

¿Cuáles son los planes de la San Martín para el 2023?

F.J.R.: Tenemos un plan a largo plazo de diversificación en programas de posgrado, pregrado y programas de educación para el trabajo. Con respecto al desarrollo institucional, estamos mejorando procesos internos, infraestructura técnica y tecnológica para la universidad, estamos avanzando en la transformación curricular, en la cualificación de los docentes, en garantizar que cada una de nuestras cinco sedes estén en el mismo nivel de infraestructura y de docencia. Queremos seguir avanzando en la propuesta educativa.