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La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo. Así trabaja para ser más sostenible
Ser sostenible requiere de conocimiento y una inversión considerable en recursos. Uno de los retos del sector es eliminar el green washing, la estrategia de mercadeo ‘verde’ engañosa.
Mucho se habla de la sostenibilidad, en especial en una de las industrias más contaminantes del planeta: la moda. Pero, ¿qué implica que una marca sea sostenible? Por lo general, el término se limita al uso de materiales ecológicos y biodegradables; sin embargo, abarca mucho más.
Por un lado, una cadena de producción que disminuya el impacto en el entorno –la contaminación y el gasto desmedido de agua y energía– y la huella de carbono; por el otro, unas condiciones laborales y un pago más justo para los trabajadores.
Y, por último, un punto clave: la disposición final, o lo que es lo mismo, la reutilización de lo que se produce para evitar que acabe en rellenos sanitarios, vertederos o en uno de los parajes más áridos del planeta: el desierto de Atacama, en Chile, una catástrofe ambiental sin precedentes. Ser sostenible no es un camino fácil y requiere conocimiento y entrega.
Además, una inversión considerable en recursos. Pero vale la pena. Y no por tener una “conciencia limpia” y un negocio en el que no haya que enfrentarse a las voces cada vez más exigentes de los clientes. También porque hemos llegado al punto en que el planeta lo necesita.
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Con urgencia. Muchas marcas en este sector, y en el de la belleza, se precian de ser sostenibles. Y aunque algunas lo hacen bien y emplean esfuerzo y dinero en dejar de ser parte del problema, lo cierto es que hay más de “parecer” que de “ser”.
A “parecer sostenible” se le conoce como greenwashing (lavado verde) y reúne todas las iniciativas que obedecen más a una estrategia de mercadeo. De hecho, a veces no reflejan ni siquiera una práctica real. En Colombia, hay mucho de esto: publicidad engañosa, empresas o marcas que quieren verse “más verdes” para cautivar a un consumidor preocupado por el futuro del planeta. Pero es solo humo: inflan sus acciones o las muestran más conscientes, aunque en realidad no lo son.
Esto ocurre cuando ser sostenible no forma parte del ADN de la marca ni es un pilar fundamental o se evidencia en su propósito o en su visión. Tampoco es uno de sus valores. Si una marca es sostenible, usualmente no anda cacareando que lo es. Realiza su trabajo en silencio y de manera juiciosa y coherente. Sus clientes lo saben y valoran su transparencia. A esto se le conoce como greenhushing (eco silencio) y obedece más a un compromiso sincero y no a una necesidad de aprobación para vender más.
En el primer caso, siempre será más honesto decir: “No somos sostenibles, pero tenemos estas iniciativas para compensar el daño que le hacemos al planeta”, que posar de algo que no se es.
*Editora especializada en marcas de moda