Vida Moderna
¿Estrés y ansiedad pueden acelerar el proceso de envejecimiento? Esto dicen los expertos
Una investigación reveló la relación de llevar una vida intensa con los diferentes deterioros de salud.
El estado de alerta persistente desencadena una variedad de respuestas en el organismo, desde niveles elevados de cortisol y adrenalina hasta una respuesta inmune debilitada. ¿Qué impacto tiene esto en el desarrollo de la enfermedad? Los expertos responden.
Seguir un ritmo de vida intensa de hoy tiene diferentes efectos en el bienestar físico y mental en general. El estado de alarma a veces se convierte en una alarma continua, pero en ciertas ocasiones supera las reacciones funcionales y adaptativas. En otras palabras, esta disfunción ya no es adaptativa, sino una respuesta a nuestro propio organismo.
Además de los muchos efectos negativos bien conocidos en todo el organismo, tanto físicos como psicoemocionales, existen cambios de comportamiento. Recientemente, los autores de la investigación La edad biológica aumenta con el estrés y se restaura con la recuperación se formularon las siguientes cuestiones sobre este tema: “¿Pueden la ansiedad y el estrés acelerar el proceso de envejecimiento?” Si es así, ¿cómo sucede esto y en qué áreas reduce nuestra esperanza de vida y la calidad de esos años?
Hay varias formas en que el estrés crónico y la ansiedad pueden afectar el envejecimiento. Uno de ellos, utilizado para definir el perfil biológico del estrés y la ansiedad, es el aumento de la producción de cortisol y adrenalina. Los efectos de estos factores se describen en otros artículos sobre el estrés en general y actúan alterando variables como las cardiovasculares y las hormonales.
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La respuesta a esto es la aparición de condiciones médicas estrechamente relacionadas con el proceso de envejecimiento, como la hipertensión y la diabetes, que son factores de riesgo específicos que afectan los cálculos de la esperanza de vida.
Otra forma en que el estrés y la ansiedad afectan el envejecimiento es a través de la inflamación. Se sabe que esta es una reacción natural a un ataque llamado noxa en medicina, como una infección o un golpe.
Al igual que el estrés, la excitación crónica que acompaña al estrés daña las células y los tejidos al acelerar el proceso de envejecimiento si esta respuesta se vuelve crónica en lugar de transitoria. En consecuencia, se desarrollan enfermedades neurodegenerativas como el asma, la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal, la psoriasis, la esclerosis múltiple e incluso la enfermedad de Alzheimer.
El llamado estrés oxidativo también tiene injerencia en el deterioro cognitivo. Los expertos indican que esto ocurre cuando aumenta la producción de radicales libres y no hay suficientes antioxidantes para eliminar estas moléculas inestables que dañan las células y el ADN. También se ha estudiado su asociación con el envejecimiento prematuro.
Por otro lado, la vigilia crónica, cortisol elevado y variedad de sustancias químicas asociadas con la ansiedad y el estrés afectan una amplia variedad de sistemas y áreas. En cuanto al genoma, se ha descrito un aumento del daño en el ADN por los mecanismos mencionados anteriormente (estrés oxidativo, inflamación, cortisol, etc.). La importancia del ADN no necesita explicación, solo que una de sus consecuencias es el daño celular y el desarrollo concomitante de varios tipos de cáncer.
Por otro lado, los niveles elevados de cortisol afectan la función inmunológica. Una respuesta inmunológica debilitada no solo conduce a enfermedades comunes como el resfriado común, sino a otras enfermedades crónicas y más graves que afectan claramente la esperanza de vida y la calidad de la misma.
En relación con el aumento de las enfermedades cardiovasculares, es importante recordar que hay vasos sanguíneos (arterias, venas) y nervios en todo el cuerpo. Por tanto, cuando se habla de enfermedad cardiovascular, también se hace referencias a posibles daños isquémicos del sistema nervioso (por falta de perfusión) y daños hemorrágicos.
Igualmente, la ansiedad crónica, depresión y otras condiciones médicas posiblemente más complejas van de la mano. Aparte de las alteraciones en variables como los neurotransmisores, la ansiedad crónica provoca un estado de indefensión aprendida, que se describe en otras notas y está íntimamente relacionado con la depresión.
Los expertos del estudio indican que evitar estos efectos es posible, siempre y cuando sea fácil comenzar con los cambios más importantes, como estar al tanto del estado mental y emocional, sumado al bienestar general. Se sabe lo que estresa, por lo cual un gran paso es hallar la forma de impedir que estas acciones afecten el día a día.
Con esto en mente, se define si hay cosas a nuestro alcance o, por el contrario, más allá de las posibilidades para apartarlas. También es valioso entender cómo los pensamientos disfuncionales (por ejemplo, lo que otros dicen y juzgan sobre nosotros en el entorno social y laboral general) se transmiten objetivamente y si hay algo que hacer al respecto, pero tratando de extraer la mayor carga emocional posible.